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Contra el cáncer, a pie de cama

 La 'travesía en el desierto' que supone un cáncer para los pacientes y su entorno puede hacerse mucho más llevadera con asesoramiento y compañía. De ello están convencidos los voluntarios de Oncomadrid, asociación que lleva ocho años al lado de quienes más ayuda necesitan para superar ese trance.
"Estábamos esperándote". Así recibieron a Vicky los padres de un joven, el día en que este murió en el hospital a causa de un cáncer. Desde el principio, cuando el diagnóstico cayó como un mazazo sobre la familia, ella se mantuvo a su lado, como una sombra protectora que escuchaba, orientaba, apoyaba y daba ánimos en los peores momentos. "Esa frase fue lo más bonito que me han dicho en mi vida", asegura ella. Y eso que, admite, al principio "no sabía si iba a poder con esto".

Pero, como Tomás, Carmen, María y el resto de voluntarios de Oncomadrid, pudo sobreponerse a la primera impresión. Ahora, algunos años después, la muerte ha dejado de impresionarla. "Acompañar a los pacientes en este proceso me parece lo más hermoso del mundo", asegura. Y con esa filosofía trabaja la asociación. El cáncer ("No la 'larga y penosa enfermedad': el cáncer es cáncer, igual que el alzheimer es alzheimer", advierte su presidenta, María Victoria García, no tiene por qué convertirse en una travesía en el desierto.

"Hay que perderle el miedo", señala, rotunda. Y apunta varias razones para ello: aunque cada vez se diagnostican más casos, la tasa de supervivencia no deja de crecer. No todos tienen el mismo pronóstico y, aunque no siempre se supera, hay que afrontarlo para vivir mejor con la enfermedad. "No es cierto el mensaje que transmiten algunos famosos: aunque se luche, no siempre se sale", advierte. Después de veinte años con los pacientes "a pie de cama", está más que convencida de que se puede ayudar, y mucho.

"El cáncer es la enfermedad y sus circunstancias", asegura García. Teniendo en cuenta que cada vez hay más gente sola, "con hijos muy ocupados", las visitas diarias de los voluntarios a las habitaciones de los pacientes de la Clínica Moncloa se convierten en un soplo de aire fresco. Ellos quieren y necesitan hablar de su enfermedad sin tener la presión de saber que lo que su familia quiere oír es que se encuentran bien, algo que ocurre "con bastante frecuencia".

"No se puede hacer como si no pasara nada o esconderlo como si fuera un motivo de vergüenza: hay que vivirlo con naturalidad", recomienda. Por eso, los voluntarios de Oncomadrid preguntan, escuchan, visitan, aconsejan. "Aquí te puedes pasar horas y horas", dice Tomás, después de pasarse por el Hospital de Día, donde se dan los tratamientos ambulatorios de quimioterapia.

"Sacarle el jugo"
Para vivir lo mejor posible esta situación, incluso en los peores casos, los voluntarios orientan a la familia para que puedan sacarle "todo el jugo". "Tienen que decirles a los pacientes todo lo que les tengan que decir, incluso en los peores momentos. Pensemos que esta enfermedad brinda oportunidades que no da, por ejemplo, un accidente de tráfico", apunta García. Por eso, es vital ponerse en marcha desde el principio, no solo cuando las cosas empeoran. "Se pueden hacer muchas cosas para allanar el camino, pero para eso hay que comprometerse", advierte.

Así, buscar un interlocutor válido para saber cómo deben ser administrados los tratamientos, sus efectos secundarios y las formas de paliarlos o encontrar una asesoría legal son pasos básicos a la hora de afrontar un diagnóstico de cáncer. También, para el paciente, saber cómo seguir cuidándose después de haberlo superado, "porque un cáncer, quieras o no, siempre te cambia la vida", y para la familia, encontrar los recursos necesarios para seguir adelante después de una pérdida. Tareas, todas ellas, que Oncomadrid acomete con quienes se acercan para consultar.

Su objetivo, hoy por hoy, consiste en llegar a tener 'delegaciones' en más centros sanitarios, donde se coordine el trabajo de los voluntarios, "para que ningún paciente oncológico se sienta solo". Por eso, el 9 de octubre celebrarán una 'consulta viva' con voluntarios y pacientes en varios centros de El Corte Inglés. "La sociedad tiene que comprometerse con el cáncer", sentencia García. Porque a cualquiera puede tocarle y, sin miedo, la experiencia se vivirá mejor.
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