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Hay quien lo llama 'Operación Criteria'

Hay quien lo llama 'Operación Criteria'

Los periódicos hablan y no paran de cosas como 'las cumbres de Zalacaín'. El famoso restaurante madrileño está estos días ocupando sus reservados en reuniones gastronómicas de varios dirigentes del PP, pero ahora no para disfrutar de la comida, que también, supongo, sino para otros menesteres. Lo cual no significa nada más que lo que quiero decir: que los muros del restaurante, hoy propiedad de un empresario más bien inclinado hacia el lado socialista, son testigos mudos de mucha agitación, que algunos llaman, en ámbitos 'populares', "mucha conspiracioncita".

Y es que hay bastante oleaje en el principal partido de la oposición. Un viento racheado, frío e inhóspito, que afecta no poco a Mariano Rajoy, pero que azota también a casi todos los restantes dirigentes del partido. Sobre todo, claro, los de Madrid. Ya se sabe que la agenda gastronómica de Esperanza Aguirre está últimamente muy gastada: que si cena con Rato, que si almuerza con Rajoy, que si ha sido vista (en el mentado restaurante) con algunos personajes conocidos del PP, presuntamente enfadados con la política de nombramientos que sigue el presidente del partido...

En esos ágapes, se habla de muchas cosas, sin duda. Supongo que nada del tiempo ni de fútbol, ni siquiera de toros (que es tema que Aguirre y su hombre destacado en el asunto, Pedro Antonio Martín Marín, llevan con algo de polémica). No: se habla de política pura. Hay quien quiere impulsar la candidatura de la presidenta de la CAM frente a Rajoy en el congreso del PP de junio. Pero ella, que es mucho más lista de lo que algunas anécdotas reales o inventadas quieren suponer, sabe que sería un suicidio, y dicen que ha prometido a Rajoy no presentarse.

Otra cosa es que sibilinamente impulse una candidatura de Rato, que también está debatiéndose entre variadas hipótesis: sin ir más lejos, uno de los muchos diarios económicos capitalinos (El Economista) insiste en que vuelve la 'operación Criteria', es decir, ofrecer un alto cargo ejecutivo del 'holding' de La Caixa al ex director del FMI, una operación que fracasó en su momento por la oposición de José Montilla, presidente de la Generalitat catalana. ¿Accederán ahora Montilla (y Zapatero) con tal de que Rodrigo Rato no se pase de nuevo a la política, lo que creen que dificultaría no poco la marcha del gobierno socialista en esta legislatura? Ojo, que a lo mejor resulta que los tiros no van por ahí, y Montilla es mucho Montilla, Zapatero mucho Zapatero y la Caixa mucha Caixa.

Claro que hay algunos inconvenientes: por ejemplo, dicen en Criteria que, según los estatutos, para presidir este 'holding' Rato tendría, además, que presidir La Caixa, lo que resulta hoy por hoy completamente imposible. Así que, tras Fornesa, que ha sido la primera y gran excepción a la regla, y cuya retirada ocurrirá allá por el otoño, el presidente de Criteria será el de la Caixa, o sea, Isidro Fainé. Puede que a Rato se le ofrezca otra cosa atractiva en el grupo, más allá de encabezar ese consejo asesor al cual aún ni se ha incorporado. Y, en todo caso, todo ello ocurriría seguramente después de junio, que es la gran cita congresual del PP y donde Rato, si acaso, tendría que presentarse frente a la candidatura oficial de Rajoy. O sea, que todo está en veremos.

¿Y Manuel Pizarro? Pues Pizarro está en el 'clan de los turolenses' y de los 'esperancistas', que viene a ser lo mismo y, por tanto, está siendo temporalmente castigado, o eso piensan él y sus circunstancias; el caso es que va a ser Cristóbal Montoro, y no Pizarro, quien se responsabilice de la política económica en el PP. Dicen que Pizarro, que está algo mosca, no ha querido desempeñar esas funciones. Quién sabe; pero algo habrá que darle, dentro de las exiguas posibilidades de reparto de prebendas que tiene Rajoy. ¿La presidencia de la Comisión de Presupuestos del Congreso de los Diputados? No es gran cosa, y sospecho que está reservada a alguien de la fidelidad acrisolada de Miguel Arias-Cañete (suponiendo, claro, que el PSOE conceda esa presidencia al partido de oposición).

Pero incluso el Rajoy enfadado de hogaño, que está dispuesto hasta a ofrecer la Secretaría General del partido a Ruiz-Gallardón, solamente para fastidiar a 'Esperanza', a su segundo en la Comunidad madrileña, Ignacio González, y a otros compañeros mártires, tiene que entender que alguien de la valía de Pizarro, anunciado ¡hasta hace menos de un mes! como el gran fichaje del PP, no puede quedar como un verso suelto. No es un personaje cómodo para Rajoy, pero con comodidad no se construyen las grandes empresas, y Rajoy, pese a lo que digan algunos en la sede de Génova, está ante una gran empresa: el asalto al cuartel de La Moncloa.

Un asalto que se ve, de momento, lejano y que no parece quitar el sueño a un Zapatero aislado fuera pero muy sólido dentro -otra cosa será tras las elecciones norteamericanas- y que ve a la oposición como algo cada vez más, más pequeño. Tan pequeño que se va a apresurar a recibir a Rajoy tras la sesión de investidura y hasta a ofrecerle su apoyo. Más vale, dicen en los aledaños monclovitas, lo malo conocido. ¿Segunda fase de la 'operación Criteria' para afianzar, desde La Moncloa, la opción Rajoy?
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