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El primer sarao navideño, el de 'Espe'

Celebración de la Constitución en la casa del Reloj, Puerta del Sol de Madrid, lunes 4 de enero, tarde-noche.
Fue 'Espe', como suele venir ocurriendo, quien dió el chupinazo de salida para lo que nos viene en estas navidades gastronómicamente abundosas.

Unas mil personas abarrotaban en la tarde-noche del lunes la Casa del reloj, la sede de la Comunidad Autónoma en la Puerta del Sol, una casa a la que Esperanza Aguirre le saca tanto jugo. Se conmemoraba el XXVIII aniversario de la Constitución, y allí estaban todos. Todos... los del PP, por supuesto, porque de socialistas andaban por allí, que se viese, apenas Cristina Narbona, quién sabe si representando al Gobierno central, y Rafael Simancas, empequeñecido ante la 'reina sol', que fue quien dirigió el discurso central -pese a que por allí andaba también, en puesto preeminente, Mariano Rajoy- y quien hizo los honores, orquesta incluída (claro que nadie le hacía el menor caso, todos apretujados, encantados de haberse conocido).

Y fue 'Espe' quien brindó con cava catalán "la forma más española de brindar por la Constitución". Claro que había en los corrillos quienes abogaban por esa reforma constitucional predicada por Rajoy el pasado sábado. Una reforma que incluiría el Título VIII, nada menos.

Pero resultaba imposible conocer la opinión de los socialistas al respecto -más allá de ese despectivo "chorradas" lanzado por el 'número dos' del PSOE, José Blanco-, simplemente porque los socialistas brillaban por su ausencia. Un error, porque lo lógico, en buena lid política, hubiese sido que se hubiesen lanzado a 'tomar' la fiesta, que también era su fiesta y también la pagaban, como usted y nosotros, ellos.

No, allí no había batalla de Madrid. Ni siquiera vimos a Miguel Sebastián, el candidato socialista a la alcaldía (puede que estuviese, pero no lo vimos. Lo cual ya quiere decir algo). No. apenas Ruth Porta, tan expansiva como siempre, acompañada de su marido, huidizo. Sí estaban Gallardón y algunos de sus hombres, en patente incomodidad con los consejeros de la Comunidad, omnipresentes, de corrillo en corrillo.

Y los periodistas, claro, a la espera de cualquier gesto reconciliatorio entre la reina sol y el quizá delfín, quién sabe. Pero no: hubo contención y disimulo por ambas partes. Era ese Madrid plagado de cenáculos y mentideros, que brindaba y se lanzaba a por los canapés de José Luis, que en absoluto bastaron para tanto gentío. Era el primer sarao navideño, que mañana irá seguido, como es ya tradición, por el segundo, en el Congreso de los Diputados. Y que viva la Constitución, que decía un cura alegre, instalado entre un guardia civil y un desconocido que comía a dos carrillos.

Una estampa de la capital, mientras los agobios circulatorios se adensaban en los alrededores de la impracticable Puerta del Sol. Los canapés, ya decimos, insuficientes pese a la dedicación indudable de los muchachos de José Luis, que era a quien le tocaba en esta ocasión la restauración. No hay mucho que decir al respecto. por allí andaba, cómo no, otro restaurador famoso, Arturo, quizá tomando notas para la próxima.

Calificación
Ambiente, 6 (faltaban socialistas); diversión, 5 (demasiada aglomeración. Una orquesta y coro inaudibles, mucho discurso); canapés, 6 (nos dió la sensación de insuficiencia, y no había nada excesivamente original, que recordemos).
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