El catedrático Raúl Medina, director del Grupo de Ingeniería Oceanográfica y de Costas (GIOC), que ha realizado esta investigación junto con el Grupo de Emisarios Submarinos e Hidráulico Ambiental (GESHA) de la UC, señaló que, a pesar de que "la herida" provocada por el vertido "está curada", todavía quedarán "cicatrices durante algún tiempo" en la costa de Cantabria. Unas "cicatrices" que se dejan ver aún en algunos lugares del litoral, especialmente en la zona alta de las rocas, donde quedan manchas que "no se han podido limpiar" y que, aunque no afectan a la comunidades biológicas, "se siguen viendo", señaló Medina.
En declaraciones realizadas a los medios de comunicación antes de comenzar la jornada, el catedrático de la UC destacó que este estudio, fruto de un convenio entre el Gobierno de Cantabria, la UC, y la Fundación Marcelino Botín, ha permitido desarrollar modelos de predicción y riesgos sobre derrames de hidrocarburos, por lo que si volviera a ocurrir una catástrofe similar "estariamos mejor preparados para afrontarla", dijo.
Por su parte el consejero de Medio Ambiente, José Ortega, que inauguró la jornada junto con el rector de la UC, Federico Gutiérrez Solana, y la subdirectora de la Fundación Botín, Esperanza Botella, recordó que "de forma sorprendente" Cantabria fue, tras Galicia, la segunda comunidad más afectada por el vertido, debido al "efecto rebote" provocado por la circulación de las corrientes marinas.
De esta manera, a partir del 5 de diciembre de 2002 llegaron al litoral cántabro más de 20.000 toneladas de fuel, lo que supuso una "verdadera catástrofe", si bien, según pone de manifiesto el estudio de la UC, los efectos han sido "menos importantes" de lo que en principio se preveía. Algo a lo que, según Ortega, contribuyeron las medidas adoptadas y el trabajo realizado por la Universidad. El consejero recalcó, al igual que Medina, que de esta "experiencia traumática" han surgido herramientas que permitirían afrontar en condiciones "infinitamente mejores" una catástrofe similar, algo que en su opinión "no puede descartarse", ya que este tipo de tráfico marítimo sigue produciendose y "no se ha avanzado mucho" en este terreno. Ortega, que se hizo cargo de la Consejería en el verano de 2003, destacó, por otro lado, que, pese a estos efectos positivos, el "exceso de gasto" y "el despilfarro" acompañaron la lucha contra "la marea negra".
'El desastre del Prestige'
El estudio de la UC, denominado 'Programa de predicción, protección y evaluación del vertido del buque Prestige en las costas de Cantabria', se ha plasmado en un libro titulado 'El desastre del Prestige en Cantabria. Crónica y legado científico de la crisis', editado por la Consejería de Medio Ambiente y que también se presentó hoy con motivo de la celebración de esta jornada.
En el acto inaugural, el consejero señaló que este libro es un "reconocimiento y homenaje" a la respuesta que dieron conjuntamente a la catástrofe la sociedad, la propia Administración y la Universidad, y a la forma en que se consiguió "sacar partido" del conocimiento adquirido, poniendo en marcha un sistema para la detección y minimización de los daños y recuperación de las zonas afectadas.
También el rector de la UC y la representante de la Fundación Botín destacaron la colaboración y el "esfuerzo colectivo" realizado para luchar contra el vertido en Cantabria, y la plasmación del mismo en un "modelo de investigación y una "herramienta de gestión" válida en el futuro. La colaboración entre el Gobierno, la UC y la Fundación se plasmó en un protocolo de colaboración firmado el 8 de enero de 2003, que un año más tarde se convirtió en un convenio específico del que surgió el estudio.
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