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¿Estamos locos o qué?

'Todo está prohibido, by Leire Pajín'

'Todo está prohibido, by Leire Pajín'

Llamaba Javier Marías el domingo pasado en su columna semanal de EPS a ZP y Leyre Pajín la puritana pareja a cuenta de la ley del tabaco y de otras iniciativas de la "ignorante" Leyre (lo de ignorante lo dice Marías y yo, como los famosos bien, ni confirmo ni desmiento)y Y la verdad es que razón no le falta, especialmente con lo de puritana.

Yo de adolescente fui castigada a irme a un internado a estudiar. Por buena pieza. En aquel internado, dirigido por un matrimonio del Opus Dei pero que no era colegio de fomento, todo estaba prohibido. Y la mayoría de las prohibiciones tenían como objeto una sola cosa: que los niños y las niñas no nos mezclásemos. El colegio era mixto pero no estaba bien visto que en el patio estuvieras con los chicos y la verdad es que, salvo en las clases, difícilmente te relacionabas con ellos. Lo que lo hacía tremendamente fascinante porque si te gustaba uno o viceversa se ponía en marcha todo un sistema de papelitos y miradas en las filas del comedor que hacían de lo prohibido algo fascinante. Por supuesto también estaba prohibidísimo fumar, entre otras cosas, porque éramos menores.

Y después de las prohibiciones, venían las obligaciones: había que pasar por la capilla al entrar al colegio para hacerle la genuflexión a Cristo.A las doce se paraban las clases para rezar el ángelus...lo normal en un colegio que era católico y que no dudaba en poner de manifiesto cuáles eran sus pretensiones. Ah y además teníamos una asignatura obligatoria que se llamaba urbanidad de la piedad y que consistía en normas para no hacer el ridículo en ningún templosagrado, fuera de la confesión que fuera. Ya sabe, el saber no ocupa lugar. El caso es que todas las normas del colegio eran parejas a un estilo de vida que tenía como nexo común una sola cosa: vivir como un "buen católico" o, al menos, intentarlo. Suena ridículo pero al menos eran coherentes con su doctrina.

Y esa es, precisamente la cuestión. La coherencia. Yo tengo una amiga que vive obsesionada con el mundo de las bacterias y los virus. Es extremadamente limpia  y ordenada. Tanto que cuando vas a su casa te tienes que descalzar y ella misma te da unas zapatillas. Es un coñazo de tía pero como ésa es su casa, haces lo que ella te dice. SOlución: no ir más a su casa. En un bar sigue limpiando la mesa con servilletas pero al menos no te tienes que descalzar.

Lo que quiero decir con todos estos ejemplos es que con el colegio del OPUS sabías a qué atenerte, con mi amiga, idem...¿pero con este gobierno? A ratos parecen dictadores de izquierdas, a ratos, de derechas. Pero lo que siempre dejan claro y cada vez más, es que todo está prohibido. Es como si persiguieran crear un estado aséptico, libre de virus, de bacterias, de humos, de descargas, de alcohol, de sexo, de todo. Un lugar dónde todo está prohibido y dónde lo que está permitido, está regulado por el gobierno.

La última iluminación de Leyre es una Ley de Igualdad de Trato y no Discriminación que dicho así suena genial y todos, en principio, tenemos que estar de acuerdo porque no me negarán que está muy feo disriminar a alguien por su aspecto físico. Pero lo cierto es que se hace. ¿Y qué pasa si un empresario decide contratar entre dos iguales a la persona que está más flaca? ¿y si resulta que es al revés y al empresario le caen mejor los gorditos? ¿también estará regulado? ¿Y qué pasa con las rubias? porque ya se sabe que las rubias tiene fama de tontas (una fama absurda,por cierto) ¿regulará también Leyre Pajín el hecho de contratar a una morena sobre una rubia? ¿dónde se ha quedado entonces la libertad de contratar a quién tú quieras que para eso eres el que pagas?

Ciertamente me río por no llorar. Hace tiempo que dejé de considerar a este gobierno como un gobierno de izquierdas. Este gobierno es del dislate, de la gilipollez soberana y del "decreto y después veo las consecuencias". Mientras el paro sigue ahí con sus datos, para vegüenza de los que mandan y desesperación de quienes lo padecen, viene doña Pajín con sus leyes ridículas y absurdas a cabrear más al ciudadano ya bastante enloquecido. Esto es la locura sin medida, es como una pesadilla que no tiene fin. Y, mientras,la pareja puritana se sigue riendo. Hasta que se regule también la risa y nos impongan por decreto lugares dónde carcajearte y lugares dónde guardar silencio. Con razón una amiga mía cuando salimos por ahí siempre dice: voy al baño... antes de que lo prohíban.

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