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Mi primer carnaval montevideano.

Mi primer carnaval montevideano.

Por Manuel Suárez Suárez
martes 21 de febrero de 2023, 23:39h

El niño emigrante de cinco años en la capital de la República Oriental del Uruguay está muy contento en este nuevo lugar que no tiene ninguna semejanza con la aldea de Vimianzo en que naciera. Aunque solamente pasaron dos meses de la llegada en el "Cabo de Hornos" ya casi olvidó aquellos 20 días de larga singladura desde el puerto de A Coruña. Estoy recordando el mes de febrero de 1959 que fue cuando sentí, en el barrio de Aires Puros, que Montevideo estaba lleno de alegría. Aquel primer verano me quedó grabado y permanece en mi corazón. La primera playa que conocí fue la del Buceo y la segunda, la de Malvín.

En febrero mi padre tenía "licencia" de "Casi Ponti" que era donde laburaba en su oficio de herrero. No recuerdo exactamente donde fue que escuché por primera vez los tamboriles, dudo entre la feria de Tristán Narvaja y el tablado de "Paso de las Duranas". Lo cierto es que fue emocionante oír el sonido de una música que llamaban candombe que iba acompañada por la danza. Los que tocaban eran casi todos negros y mi padre me comentó que eran los descendientes de africanos que vinieron en barcos de esclavos para el servicio de las familias más adineradas. En aquel tiempo no entendía lo de África y tampoco lo de la esclavitud o de las clases sociales.

En mi primera asistencia a un tablado carnavalero fue cuando me padre me explicó que el carnaval en el Uruguay tiene dos partes bien diferenciadas; una era la africana, con el candombe y otra la europea, con las murgas. Desde la calle en que vivía (Pantaleón Artigas esquina con Ipiranga) hasta el tablado de "Paso de las Duranas" eran unos diez minutos a pie por la calle Máximo Gómez. A este tablado fui un solo carnaval ya que a partir de 1960 mi tablado fue el de la calle Roberto Koch (de espaldas a la calle Margarita Uriarte de Herrera). Ahí iba todos los carnavales con mis amigos Claudio, Gildo y Horacio para aplaudir a "Araca la Cana", "La Milonga Nacional", "Los Patos Cabreros", "Los Diablos Verdes" y también a doña Marta Gularte y al humorista Roberto Barry.

No me acuerdo de cuál fue la primera murga que vi pero no olvido que miraba asombrado a los miembros de las agrupaciones que lucían hermosos disfraces de colores y con sus caras pintadas de blanco. Los asistentes aplaudían y reían mucho pero yo no me enteraba porque no entendía lo que cantaban ya que no había tenido tiempo de hacer mi inmersión en el castellano de Montevideo. Mi padre dijo que murga era el nombre que en Canarias se les daba a las agrupaciones o comparsas de su carnaval pero que el origen de estos grupos estaba en Cádiz. Por supuesto que en aquella época desconocía el significado de Canarias y Cádiz pero enseguida agregué las murgas al candombe ya que ambas expresiones musicales me llenaron de alegría en mis primeros tiempos en el lugar, en el que mi padre, anclara unos años antes.

Pasaron muchos años hasta que tomé conciencia del importante aporte de los emigrantes gallegos AL CARNAVAL DEL URUGUAY. El escenario que en la actualidad se celebra el concurso oficial de agrupaciones de carnaval es el Teatro de Verano que está en las canteras del Parque Rodó (a pocos pasos de la playa Ramírez) y lleva el nombre de Ramón Collazo. El pianista y compositor Ramón Collazo Pantalagoiti, apodado "El Loro", era hijo de un emigrante del municipio de Carballo y tenía un hermano, Juan Antonio, con el que formaron parte de la famosa y exitosa "La Troupe Ateniense" en compañía de Víctor Soliño (nacido en el municipio pontevedrés de Baiona) y de los "gayegos" Roberto Fontaina (el apellido original es Fontaíña), David Estévez y Alberto Vila. En octubre de 1923 la "Troupe" actuó en Buenos Aires (Teatro Coliseo) con grandísimo éxito de público.

Quiero destacar que mi querido Montevideo creció con sangre gallega en sus venas desde la época colonial. Ahora mismo tenemos descendientes que honran a sus antecesores que vinieron al sur para abrigarse en la orilla rioplatense. En el hermoso libro (solamente tiene 118 páginas) de Ramón Collazo titulado "Historias del Bajo" nos habla del negocio familiar en el que empezó a trabajar con 17 años debido al fallecimiento de su padre. Escribe que "El almacén Los dos frentes estaba ubicado donde nacía Yerbal; para ser más preciso era la proa formada por las calles Yerbal y Camacuá y quedaba justo frente a la segunda seccional de Policía. Para más datos, ahí se tomaba el mejor pucherito del Bajo que era un orejón metido en un tarro y mojado en duraznillo, vermouth, caña y un poquito de azúcar quemada". Aquí tenemos una historia más de esfuerzo emigrante para que la actual juventud no olvide nunca a los que sementaron honradez en los surcos de la patria de Artigas.

MANUEL SUÁREZ SUÁREZ

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