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Las Cartas del Abuelo Pascasio: Avellaneda Blues

Las Cartas del Abuelo Pascasio: Avellaneda Blues

Por Manuel Suárez Suárez
viernes 19 de agosto de 2016, 15:44h

Muy querida nieta Cristina:

La visión de una lluvia de palos sobre un grupo de jubilados en el Puente Pueyrredón me hizo salir corriendo a buscar un cacho de papel y una lapicera. Te quiero pedir disculpas en nombre de varios macristas que estaban allí protestando. Creo que ellos no tendrán la valentía de reconocer que te atacaron sin razón a pesar de tener siempre en el bolsillo unos buenos mangos con los que mimar a los nietos. El cambio es notorio. Ahora están sin lomo en la parrilla pero llevan el propio bien coloradito por golpes, empujones y sacudidas del gobierno en el que depositaron su confianza.

Para nosotros, los emigrantes, el puente sobre el Riachuelo simboliza la unión de la gran capital con nuestra querida ciudad de Avellaneda que es donde más concentración de gallegos hubo en el mundo. Por el puente que bancó el visionario don Prilidiano viajaron nuestras ilusiones desde el laburo en el centro al fogón familiar en Gerli, Piñeiro o Wilde. Aquellos años de esfuerzo se veían compensados con la satisfacción de ver alegres a los pichones en el nido. Sudando la camiseta se ahorraba un pesito para dejarle algo en herencia a los descendientes.

Estoy en fuera de juego, Cristina. No entiendo que haya gallegos jubilados que no te hayan votado a pesar de comprobar el gran aumento de poder adquisitivo de sus retribuciones. Casi todos mis paisanos se podían permitir el no tocar la pensión que le enviaban desde el Reino de España para darse una vueltita por el terruño. El buen amigo Bieito Cupeiro me dijo que los envenenaron con el virus de que debían cobrar en euros porque vos los afanabas. Es lamentable que tengan tan escaso criterio después de una vida entera en medio de especuladores que les vendieron una tablita que los dejó en la lona.

Los jubilados que ahora protestan tenían un país que los beneficiaba pero en vez de “apagar la televisión un cacho y mirar a su alrededor” se morfaron las trolas de los delincuentes mediáticos que le hacían ver un color negro intenso donde relucía el blanco. Por cierto, te comento que la palabra “cacho” es un galleguismo que forma parte del lenguaje popular rioplatense. Si vas a un diccionario gallego encontrarás que un cacho es: a) trozo, parte pequeña; b) espacio, lapso de tiempo; c) en expresiones admirativas sirve para aumentar las cualidades de lo que acompaña (¡cacho de auto que te compraste! o ¡cacho de boludos los macristas!).

Si nuestros desorientados jubilados hubiesen leído a la profesora Susan George no tendrían que andar mendigando a un gobierno que los traicionó. En su estudio sobre la actual desigualdad dice que “las clases medias van a ser reducidas a una expresión mínima y perderán muchos derechos y libertades”. Asegura que “veremos como la capa más amplia y estable de nuestra sociedad ---la media--- adelgaza irremediablemente para desplazarse hacia unas clases populares que serán absolutamente mayoritarias”. Esto es exactamente el programa que está cumpliendo el “alegre régimen macricida”.

Me despido. Tengo que irme corriendo para escuchar al nieto Juan Carlos Romero López que habla en la radio “A” (Radio Pública de Avellaneda) sobre un futuro cercano sin el presidente Macri. Te recuerdo que el intendente Ferraressi desea hermanarse con el municipio coruñés de Oleiros. Allá está la muy activa Stella Díaz (la conocés de cuando cantó en la Casa Rosada con su grupo tanguero femenino “Las del Abasto”) para concretar una unión que llenará de emoción gallega cada rincón de la vieja Barracas al Sud. Recibí el cariño de un agradecido fonsagradino de Mazaeda.

Pascasio Fernández Gómez

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