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Unidades de gestión clínica, un modelo caduco

Unidades de gestión clínica, un modelo caduco

Por Silvia Sáez Belloso
lunes 04 de noviembre de 2013, 17:59h
La sanidad de Castilla y León se encuentra ahora mismo ante uno de los cambios más trascendentales de los últimos años, la implantación de las unidades de gestión clínica en sus centros hospitalarios. Por sus consecuencias para el modelo organizativo del sistema regional de salud, pero también por la enorme repercusión que puede tener para la asistencia que se presta a los pacientes, se hace muy necesario que se explique bien a la sociedad la dimensión del cambio y las consecuencias que tendrá para todos, profesionales y usuarios de la sanidad.

Desde que el propio presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, apostara claramente por este modelo de gestión al indicar que en 2014 tenía que estar implantado en todas las provincias, con un total de 22 unidades, parece haberse transmitido a la sociedad que las unidades de gestión clínica son la única y novedosa solución para solventar los problemas que puedan existir en el sistema regional de salud en cuanto a poder conseguir el mantenimiento del mismo con los niveles de calidad que ha tenido hasta ahora y contener el gasto. Pero lo que no se dice es que este modelo de novedoso tiene poco y de eficiente aún menos. El mismo ya ha sido experimentado en otras comunidades españolas y sin éxito alguno. Ahí tenemos el ejemplo de Andalucía. Catorce años lleva esta última Autonomía contando con estas unidades y allí se ha demostrado que es un modelo agotado, que no ha solucionado los problemas que supuestamente pretendía paliar ni desde el punto de vista laboral, ni desde el profesional, ni desde el asistencial.

Hay que decir que se trata de un modelo claramente economicista, que traslada al ámbito del sistema público la competitividad empresarial entre los profesionales y en la gestión, que puede deparar notables conflictos y desmotivación entre los empleados públicos, como se ha demostrado en Andalucía, ya que no sólo van a competir por incentivos, sino que esa competencia se trasladará a la asistencia, a la investigación, etc., y ni mucho menos para que estos campos mejoren.

Además de ser un modelo claramente descentralizador -se da todo el poder a los estos directores de unidades para decidir en múltiples cuestiones asistenciales y organizativas-, no va resolver problema alguno del gasto sanitario, ya que la asistencia y el gasto que ésta entraña son los que son. Podrán ahorrar en un proceso asistencial dentro del ámbito de un hospital o del ámbito de Atención Primaria, pero si queremos que los pacientes reciban la asistencia que precisan, esa asistencia tiene un coste que otra instancia tendrá que asumir. Por tanto, si hay ahorro ya podemos aventurar dónde se podrá conseguir: a costa del menoscabo en la atención a los pacientes.

Asimismo, si se trata de poner en marcha un nuevo modelo de gestión y no se cuenta con los profesionales implicados en lo que se va a gestionar, como está sucediendo, el modelo ya nace sin futuro, cuando no sometido a tremendas tensiones que en nada beneficiarán al sistema regional de salud.

Silvia Sáez Belloso. Secretaria general del Sindicato de Enfermería, SATSE, Castilla y León.
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