El buenismo

El otro día, alguien me decía que ya no es el momento de poner la otra mejilla. Que se acerca el final de la época en la que te avasallan, te hunden y te menosprecian y donde tú, tal como propone nuestra cultura religiosa, debes poner la otra mejilla y aguantar una nueva embestida.

Yo también creo que se acabó la presente historia. Creo debe empezar el final del "buenismo". Pero es más un ejercicio de voluntarismo que una convicción plena.

Lo creo en primer lugar, porque ha sido un buenismo altamente ficticio. Un buenismo propiciado más por la prosperidad que por la autenticidad Y lo digo desde la experiencia de conocerme y de conocer un poco a los demás. 

Y en segundo lugar, creo que el buenismo debe terminar porque en la situación actual nos llevaría a conceder más oportunidades a quienes han sido incapaces de corresponder a nuestra conducta de respeto y educación hasta hoy.

Acaba de salir el barómetro del CIS del mes de abril y quiero que reflexionen ustedes sobre cuatro datos fundamentales que aparecen en el mismo:

* Grado de confianza de los españoles en sus instituciones, valorando de 0 a 10: Gobierno, un 2.4. Parlamento, un 2.5.  Partidos Políticos, un 1.8. Solo aprueban la Guardia Civil, las Fuerzas armadas y la Policía. Muy significativo.

* El 75% de los españoles nunca ha participado en una reunión política, y el 88% de los españoles nunca le ha trasmitido su opinión o reflexión a un político.

* Ningún político español, en una escala del 1 al 10, llega al 4 y ningún Ministro del Gobierno, en una escala del 1 al 10, sobrepasa el 3

* Y por último, más del 85% de los españoles desconfía del presidente Rajoy, y aproximadamente el 89% de los españoles desconfía de Rubalcaba.

Pues ahora, en los próximos meses, vamos a comprobar si es verdad la teoría del final del buenismo.

Comprobaremos si a pesar de esa opiniones y estas valoraciones, cuando llegue la hora de votar, seguimos votando a aquellas opciones políticas en las cuales más del el 85% de los españoles no confía en ellas.

Y entonces sabremos si realmente se ha producido un cambio de actitud de los españoles, o si realmente no es que seamos buenos o malos, es que somos idiotas. Y eso ya es más difícil de arreglar.