La estrategia de la Fórmula 1

Esto de la política económica debe ser algo similar a la estrategia de la Fórmula 1 en la gestión de los neumáticos. Si ordenan el cambio de ruedas antes de tiempo, el piloto pierde posiciones; pero si se pasan de vueltas, luego no recupera... Por cierto, después de la carrera de este domingo, más de uno habrá pensado que Fernando Alonso -el que mejor gestiona la degradación de los neumáticos- podría dar unas sesiones a Rajoy y a Montoro. En un par de tardes, que diría el exministro Sevilla.

Bien sabe este Gobierno -lo oye a diario- que ha disparado peligrosamente la carga fiscal de empresas y familias, por aquello de controlar cuanto antes el déficit. Lo difícil es, ahora, gestionar la degradación que ha provocado el impacto fiscal en las economías familiares y empresariales.

Algo de ello se observa, por ejemplo, en el informe de la Agencia Tributaria sobre la recaudación total del Estado en 2012: ¿por qué se incrementó el 4,2% sobre el ejercicio anterior?

Desde luego, en primer lugar, por las medidas de consolidación fiscal que pusieron en marcha todas las administraciones, porque permitieron elevar los ingresos un 7% más. También, por la recaudación procedente de aplazamientos anteriores, por el control antifraude... Pero, sobre todo, por el incremento de los impuestos y en menor ritmo de las devoluciones. Porque, claro, en 2012 se produjo un importante descenso de las bases imponibles (-4%) como consecuencia de la menor renta de los hogares, la caída de los beneficios empresariales y el menor gasto realizado sujeto a IVA.

Aun así, en contra de la tendencia generalizada, la Agencia Tributaria recaudó en Castilla y León 271,6 millones menos (-7,7%) que en 2011. Y sólo anotaron tasas negativas dos regiones más: Asturias (-10%) y la Comunidad Valenciana (-0,1%). En el caso de Castilla y León, se registró una tasa de variación negativa en la recaudación por IRPF (-8,5%), por el Impuesto de Sociedades (-4,9%) y por el IVA (-10,4%); sólo aumentó la recaudación por el Impuestos Especiales (+11,7%).

Y es en este punto donde los expertos especulan, más o menos, como los ingenieros de la Fórmula 1: ¿hay que cambiar las ruedas para evitar el desastre de una degradación en exceso?

Porque, claro, si la tendencia de menor recaudación se generalizara en 2013, el Gobierno del PP se habría estrellado contra aquel principio liberal que dibujó en una servilleta de papel, durante una comida con Dick Cheney (entonces, años 70, jefe de gabinete del presidente Gerald Ford), el economista Arthur Betz Laffer. La famosa Curva de Laffer, en efecto. Y en una economía tan debilitada como la actual, el efecto impositivo desincentiva aún más la actividad, lo que provoca una progresiva caída de la recaudación.

Una economía muy débil, sí. Y aunque el Gobierno se haya juramentado para insuflar optimismo con el anuncio de la recuperación en 2014 (por decreto, se supone), los pequeños y medianos empresarios, o los autónomos, siguen escalando el Everest a diario para afrontar sus gastos ordinarios. Y sin poder plantear un proyecto de inversión, por supuesto.

El informe anual del Banco de España, el referido a 2012, anota claramente la situación del tejido empresarial nacional: los beneficios anuales se desplomaron el -62,3%, duplicando casi el descenso de 2011 (-34%).

Por eso, quizá, el Gobierno de la nación debería atender a los analistas que reclaman en estas fechas una rebaja de las cargas fiscales a corto plazo (en 2014). Y por ello, aún más, debería tomar nota también de ello el Gobierno de Castilla y León, que ha aportado su grano de arena a la tasa de presión fiscal, si no quiere reinar en breve sobre una economía completamente subsidiada, aunque con un programa de gobierno clásico y liberal.   

Manuel Trapote. Periodista.