¿Qué está pasando?

Yo ya he cumplido muchos años como para asustarme, sorprenderme, enfadarme o alegrarme con mayor intensidad de lo que ya lo he hecho a lo largo de mi vida. Aunque nunca se sabe. Y no digo sufrir, porque ese sentimiento me da mucho miedo y prefiero no provocarlo sin motivo.

Por lo tanto, no es este un ejercicio de prospección sobre mi estado de ánimo, ni sobre lo que siento interiormente al ver el deterioro tan brutal en el que se encuentra hoy España. Mírenlo ustedes desde cualquier ángulo y díganme luego, desde qué ángulo han visto ustedes una brizna de esperanza o de satisfacción.

Simplemente quiero lanzar esa pregunta al aire y no es una pregunta capciosa para que ustedes me contesten lo que me gustaría oír. No. Solamente sucede que no sé qué está sucediendo.

¿Qué está pasando en esta España del año 2013? Si es que está pasando algo.

Algunos dirán que es lógico lo que ocurre. Que en la historia de la humanidad, los comienzos de un nuevo  milenio siempre han traído cambios brutales en el modo de vida del ser humano y que España no puede ser una excepción.

Otros achacarán a la revolución tecnológica, las nuevas maneras de practicar la convivencia y las relaciones humanas, y como derivada,  entenderán el deterioro absoluto de los valores que tradicionalmente sustentaban esa convivencia y esas relaciones.

Los  optimistas pensaran que todo es una exageración. Que no está pasando nada. Que esto es una crisis más, más bien coyuntural, que no estructural y que de aquí saldremos fortalecidos una vez mas.

Y no faltarán aquellos que se apunten a teorías conspiratorias que pasan por la inevitable Trilateral, el famoso Club Bilderberg, o por la nueva Iglesia Católica, en su  búsqueda por renovar los valores fundamentales del cristianismo.

Se me olvidaba mencionar a todos aquellos que ven en Alemania a la gran artífice del deterioro de nuestra economía y de nuestra tradicional forma de vida, en su tercer gran intento de controlar la vida y las haciendas europeas.

Y así, sucesivamente, hasta encontrar más de cien razonamientos que explicarían, según cada cual, el desconcierto que tenemos en nuestro interior ante las noticias que nos llegan día a día a través de los medios de comunicación, o ante situaciones que nos afectan directamente y que nos trasladan a un escenario de miedo e incertidumbre ante el futuro.

Yo no lo sé. Sé que está pasando algo. Claro que está pasando. Pero no acierto a descubrir el nuevo escenario tras la tormenta. Ojalá alguien pueda explicármelo y yo sea capaz de creérmelo. Más que nada para tomar decisiones, no vaya a ser que me pille la tormenta perfecta y no tenga ni un flotador a mano.