Miña terra galega

Acabo de llegar de Galicia, donde este fin de semana ha tenido lugar la presentación de SCD "Sociedad Civil y Democracia" a las elecciones gallegas. Uno, que ya está curtido en cien batallas dialécticas, ya sea en los Juzgados, como abogado, o ya sea en los platós de radio y televisión, como tertuliano, no acaba de acostumbrarse a subir a un escenario y desnudar el alma.

El sábado pasado, en Santiago de Compostela, subí a un escenario público para explicar a cerca de mil personas, qué era SCD y por qué se presentaba a las elecciones gallegas. Lo mas interesante del acto fue la demostración que hicimos  de democracia participativa. Sociedad Civil y Democracia, explicó cuál era su concepto de un partido político  y luego preguntó al publico asistente si les gustaba lo que habían oído y si ese programa, de ciudadanos para ciudadanos, era necesario para conformar en Galicia otra forma de hacer política.

Allí dije, con el corazón abierto, que el cariño que los gallegos tenemos a nuestra tierra, no se puede medir en palabras, sino en expresiones y que mi familia, cuando paso A Canda y O Padornelo, siempre me miran a la cara y dicen que me cambia hasta el carácter.

No lo sé, la verdad, pero lo que si sé, es que este amor y respeto hacia miña terra galega, no empaña ni un milímetro, el amor y el respeto que siento en igual magnitud a esta tierra castellana que me acogió y supo instalarse muy poco a poco, en mi corazón gallego. Como decía siempre mi padre, un gallego universal, "Ahora que está mi sangre, florecida en vuestros campos, castellanos de Castilla, dejadme ser castellano".

Galicia es en este momento mi prioridad y mi causa, mi esperanza y mi preocupación. Y allí donde se encuentre una sola persona hastiada de la política, cansada de promesas incumplidas o preocupada por su futuro y el de su familia, yo quiero llevarle un mensaje de esperanza. Decirle que juntos podemos salir, que ahí delante, no muy lejos, se vuelve a ver un futuro sin lagrimas en los ojos. Que estamos de acuerdo, que ya está bien, que no nos lo merecemos, pero quiero pedirles que no se vengan abajo, que luchen por cambiar este sistema político que nos ha robado las decisiones y lo que es mas importante, que nos ha dejado sin apenas fuerzas para luchar por lo que es nuestro.

Cuando hablo en las tertulias, o en la televisión y en la radio gallegas, siento una especie de vértigo al oír mis propias convicciones y aunque me reafirmo en la necesidad del cambio, al mismo tiempo tengo miedo de poder defraudar esa enorme ilusión que nuestro proyecto genera en la ciudadanía gallega. Y ahí es donde surge con fuerza mi decisión, como Presidente de Sociedad Civil y Democracia, de no permanecer ni un solo segundo en este mundo de la política, si alguna vez se altera una sola palabra de nuestro ideario político.