De Reyes, alfiles y peones

Hoy quiero hablarles de nuestro Rey, de los últimos movimientos de nuestros alfiles y de lo atónitos que estamos los peones, cuando vemos que las piezas mayores del tablero hacen trampas en el juego.

Para empezar, uno puede ser monárquico, republicano, ácrata, anarco liberal, o lo que ustedes quieran, pero cuando algo está mal hecho, mal hecho está. Da igual quien lo haga, sea un Rey, o sea un peón. Me han reñido mucho en Twitter por decir que el Rey no es más que un hombre como yo, pero que él trabaja de Rey y yo de peón. Y que tiene que hacer bien su trabajo, como cualquier otro representante del Estado, para poder seguir trabajando. Como todos los españolitos de a pie. El Rey estaba en el sitio inadecuado, con compañías inadecuadas y haciendo cosas inadecuadas. Y lo siento mucho, a mí no me sirve que pida perdón. Son las conductas las que definen a las personas, no las palabras. Veremos qué nos depara el futuro, porque de momento nuestro Rey parece que ha perdido la Reina y ya saben que en este juego, eso es muy peligroso.

Bajando a terrenos menos reales, pero más realistas y sin pretender ser catastrofista, ni agorero. ¿Cuánto creen de verdad que puede durar  nuestra soberanía fiscal y económica, pagando la deuda pública a intereses desorbitados, con los grandes valores de la bolsa perdiendo más de un 20% en un año, con las pequeñas empresas y autónomos cerrando a un ritmo brutal y con el paro en niveles del 25%? Yo creo mucho en el pueblo español, de verdad, pero no creo nada en esta Unión ficticia que nos han vendido nuestros alfiles. Una Europa movida por intereses mercantilistas y que nada tiene que ver con aquella Arcadia feliz que nos vendieron hace unos años. ¿Ustedes creen que le importamos un pepino a los alemanes o a los franceses? Lo de los pepinos ya lo hemos vivido ¿no?

A mí, como a todos ustedes, simples peones de este juego infernal, me da miedo pensar en salidas apresuradas del euro. Claro que sí. Pero nadie me ha explicado, si podemos volver a la peseta; si es posible una devaluación ordenada y con una fluctuación controlada; si podemos tener un periodo transitorio de aplazamiento de deudas; si en este supuesto, podríamos darle a la maquinita e inyectar liquidez inmediata a nuestras empresas, familias y autónomos.

Yo, simple peón, que solo puedo moverme hacia adelante y paso a paso, me gustaría que nuestros políticos alfiles, esos que pueden ir hasta el final del tablero y verlo todo, me lo cuenten y me digan  sin eufemismos, qué hay allí, a lo lejos, donde se mueven las fichas enemigas.

Daniel Movilla