El presidentísimo

Las llamas de don Santos han encendido todas las alarmas. Primero Burgos (Arribas las manos), después León (con Raquetas y a lo loco) y suma y sigue.  Las Cajas, antes de ahorro, son ahora de sorpresas y ha llegado el momento de poner las cartas boca arriba y eliminar toda sombra de sospecha: ¿Conoce alguien el contrato del presidentísimo Del Canto? ¿Es cierto que cobra dietas dobles? ¿Los puestos de consejeros en grandes empresas, en representación de la entidad, son hereditarios? Alguna vez, creo, alguien tendrá que pasar a limpio esta enmarañada lista de despropósitos. ¿Cómo puede ser, con la que esta cayendo, que algunos señores, con dudosos méritos en el mundo de las finanzas, sigan gozando de una inmunidad que para sí quisieran nuestros vapuleados políticos. Y en la Junta, esperando a que escampe. Me cuentan que una publicación de difusión nacional trabaja en el tema, investigando algunas obras con vocación de faraónicas, auspiciadas por el caballero de la triste figura.
  
Menos mal que siempre nos quedará don Óscar, el inefable galán. No quería, de verdad que no quería, entrar yo en este tema, que ya empieza a cansarme, pero Gumer insiste:

-Ya lo veía de venir, jefe.
  
Pido aclaración a tan castiza afirmación y me responde que por la boca muere el pez, que el cántaro, de tanto ir a la fuente, se ha escoñado. Don López, inasequible al desaliento, ha enmudecido en plena batalla electoral.

-Se ha quedado en Blanco, como su patrocinador. Tanto darle a la húmeda que un día tenía que pasar. De tres mensajes se comió uno y...."já, já, já, se me olvidó por no leerlo". Graciosillo el chico.
  
Lo que sí ha conseguido es ser noticia nacional y el hazmerreír del personal. No será porque no lo veníamos advirtiendo. Jugó a ser el Rick Perry español, pero me da que éste no llega ni a gobernador de Castilla y León, ni a candidato en las primarias de su partido.

-Por cierto, jefe, podrías explicarme por qué el líder socialista apoyó efusiva e incondicionalmente la opción del presidentísimo, me demanda el hurón.
  
Yo, bicho, como el filósofo: sólo sé que no sé nada. El tiempo, quizás, nos desvele esta misteriosa jugada.

Félix Lázaro. Periodista.