Negro sobre blanco

Hace unos días unos compañeros me hablaban del mucho silencio que hay en las redacciones y del poco interés, junto a bastante preocupación y miedo, por analizar qué ocurre en la profesión periodística. Sin embargo el dedo en la llaga lo acaba de poner el profesor Díaz Nosty con su "Libro negro del periodismo en España", un alegato y un diagnóstico demoledor sobre el pasado reciente y el futuro, o no, del periodismo tal y como lo conocemos.

Poco interés se que puede despertar el arranque de este artículo, cuando en el libro se comenta también lo poco que importa en general charlar sobre los problemas de la casta informativa, con la que está cayendo. Síganme, a pesar de todo,  porque verán que hablar de nuestros ombligos, de ese agujero negro de los periodistas, nos ayuda a todos a abrir los ojos a muchas cosas que ocurren a nuestro alrededor.

Dice el presidente de la Asociación de la prensa de Madrid, González Urbaneja, que en los medios son tiempos "de desasosiego, de decepción y de un cierto fatalismo" y que el denominador común en la profesión es "de hartazgo por lo que ocurre y por cómo se percibe el futuro". Un prólogo que nos remite al trabajo de Díaz Nosty en el que se analiza las "tumultuosas y concupiscentes relaciones" entre política y periodismo. Algo que nos ha dejado a los pies de los caballos del poder y nos ha alejado de los ciudadanos. Del reflejo de este triste escenario en Castilla y León, hablé hace unos días en un artículo sobre el encuentro de la profesión, con tintes de funeral, en la 'fiesta' de los Premios Cossío.

Más allá de la tremenda crisis económica hay que analizar las circunstancias que han provocado este marco del negocio de los medios en una opaca interlocución con el poder, nos explica Nosty, que habla también  de la proliferación de proyectos locales, "ajenos a la cultura periodística" y nacidos al albur de la "burbuja mediática", negocios con fuerte olor al engorde del ladrillo.

No tiene desperdicio el capítulo que dedica a la intervención en los contenidos. Un 86´5% de directores de prensa españoles declaran haber recibido presiones de los anunciantes y al hablar sobre ellas encabezan el 'ranking' las administraciones públicas y esa espada de Damocles que es la publicidad institucional. Aquí hablan los autores de intervención en los contenidos e incluso de "extorsión", ante unos medios  sumisos ante la presión de la crisis. En la citada encuesta se dice que más de un 70%  de los responsables de cabeceras periodísticas han recibido "amenazas de retirada de la publicidad". Aquí, que no hemos sido encuestados, podemos poner un ejemplo cercano: en DiarioCrítico Castilla y León se  retiró a principios de año  la publicidad institucional de la Junta  sin más argumentos que el capricho del que manda en estos asuntos (no les voy a aburrir con esa historia). Claro que el que se puedan hacer cosas de este tipo, y que se hagan con frecuencia, obedece a la ausencia de unas reglas que deberían controlar las Cortes de Castilla y León y más ahora que los medios sienten en la nuca la amenaza de 'Paco con las rebajas'.

Y sigamos con el estudio porque sigue la relación de problemas. La proliferación de ese nuevo 'periodismo' sin mediación que propician las redes sociales o el análisis de la 'burbuja académica' son otros aspectos examinados. Sólo trabajan en la profesión el 20% de los 3.000 licenciados en periodismo que cada año salen de los más de 40 centros públicos y privados que ofrecen estos estudios. Demoledor también el capítulo dedicado a precarización y paro. "En el negocio de los medios se ha ganado mucho dinero y se ha reinvertido poco" dicen, pero como al salir de ver una película hay que secarse las lágrimas, el libro negro finaliza con algunas propuestas para el rescate del periodismo y su futuro. Léanlas a ver si se animan. Yo no lo he conseguido pero me quedo con la frase de El Roto en la última página del libro. Uno dice, mientras lee un periódico: ¡Qué claridad de confusión!

Carmen Domínguez. Periodista.