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Implicados en el crimen desmienten sus declaraciones anteriores

Contradicciones en el juicio por el asesinato de Obregón

Emilio A.G y Rubin Nelson L.P., los implicados en el asesinato de Borja Obregón, el joven profesor de Santa María de Cayón cuyo cuerpo fue arrojado por un acantilado en Loredo, desmintieron hoy, en el juicio, parte de las declaraciones que habían formulado ante la Guardia Civil y el Juzgado de Medio Cudeyo que instruyó la causa.
En este sentido, negaron que el joven muriera estrangulado con una cuerda y que posteriormente se colocara una bolsa en la cabeza, y que Nelson L.P. conociera de antemano los problemas que Emilio A.G. tenía con la víctima.  

En su declaración, Emilio A.G., quien presuntamente asesinó al joven, reconoció que el día de los hechos, el 20 de octubre de 2005, quedó con Borja porque tenía un "problema" con él, ya que, según le había comentado su mujer, también profesora en el colegio de Cayón, éste la estaba "molestando" y "era un poco pesadete", pues "cuando tenía horas libres siempre acudía donde estaba ella".

Por este motivo se había citado telefónicamente con Borja, a quien pidió que acudiera a un garaje de su propiedad, en Sarón, con el pretexto de que viera unas maderas con las que el profesor iba a hacerle unas tallas. Ese mismo día 20 de octubre, el acusado pasó a recoger a Nelson Rubin L.P., con quien iba a instalar unos muebles en Hoznayo, para que "viera una moto" que le iba a comprar.

Emilio A.G. señaló que "en ningún momento" habló con Nelson L.P. sobre los "problemas que tenía con Borja", ni le explicó la situación con su mujer hasta que ambos no estaban de vuelta tras deshacerse del cuerpo del joven. Según la versión del acusado, el día de la muerte de Borja, éste acudió a Santander a recoger a Nelson Rubin L.P. para que acudiera a su casa, y tras pasar por un taller donde el colombiano tenía arreglando su furgoneta y repostar en Peñacastillo, se dirigieron a Sarón.

Tras permanecer un rato en el garaje, que se halla debajo del piso donde Emilio residía con su familia, llegó Borja. En ese momento, según la versión de los dos acusados, Emilio A.G. y Nelson Rubin L.P., este último salió fuera y permaneció en la calle mientras su amigo hablaba con el joven. Según Emilio A.G., tras mirar con Borja las maderas para la talla, le sacó el tema de su mujer, y le comentó que ésta "se sentía oprimida" y "acosada" por su actitud con ella. El acusado indicó que el joven "se puso muy tenso" y "nervioso" y le respondió "que pasara de él", por lo que lo "agarraró por la ropa" y le dijo que "esto lo quiero arreglar ahora".

"Entonces nos enredamos (en una pelea) y no sé cómo Borja cayó. De repente me he visto en el suelo con él, de espaldas uno al lado del otro", explicó Emilio A.G., quien aseguró no poder relatar la forma en qué se produjo el forcejeo porque "yo no soy una persona de peleas". Sin embargo, afirmó que tras caer ambos, se dio cuenta de que la víctima estaba "con convulsiones", "como si fuera un ataque epiléptico" y expulsaba "una babilla blanca" por la boca. Añadió que "le tomé el pulso" y "vi que no tenía", por lo que pensó que estaba muerto.

Emilio A.G. indicó que en ese momento su esposa bajó con su hijo a las inmediaciones del garaje y salió para que no entraran. Señaló que "para no preocupar" a su mujer, que había visto "unos pies" en el suelo, le comentó "que un chico se había mareado" y que estaban "intentando rehabilitarlo". Preguntado por dónde estaba en esos momentos el otro implicado, Nelson Rubin L.P., enfatizó que la intervención del colombiano en los hechos se limitó a "ayudarme a meter el cuerpo en el maletero".

'Estaba muerto'

Emilio A.G. detalló que, al meter al joven en el maletero, lo colocó sobre una bolsa, "para que no manchara la tapicería", y que todo ello lo hizo sin ponerse guantes. Recalcó que "nunca" colocaron una bolsa de plástico en la cabeza de la víctima, y negó que ésta tuviera una cuerda roja amarrada al cuello.

En su declaración, Emilio A.G. remarcó que una vez en el coche se dirigieron "directamente" a la zona de los acantilados de Loredo en donde arrojó a la víctima para "quitarse el problema de encima". Explicó que tras situar el vehículo junto al desnivel, cogió el cuerpo "por las axilas", y lo dejó caer "arrastrándolo". Remachó que no comprobó si el joven vivía, "pero creo que estaba totalmente muerto".

El acusado rechazó haberse desplazado a la localidad de La Cueva, en donde residía el joven con sus padres, y a Selaya, para esconder el cuerpo, afirmación que sí mantuvo el otro acusado, Nelson Rubin L.P. Emilio A.G. reconoció que en todo el trayecto hasta los acantilados su esposa le llamó "cada cinco minutos" por teléfono para preguntarle, pero sólo mantuvieron "conversaciones triviales" ya que "estaba tan nervioso que ni la escuchaba".

Apostilló que ni aquel día por la noche ni al día siguiente volvieron a sacar el tema. Únicamente, al día siguiente de la muerte de Borja, y cuando su familia aún lo daba por desaparecido, la novia del joven le llamó para preguntarle por él, aunque el acusado no le dijo nada porque "en ese momento quería esconderme".

Insistió en que a Nelson Rubin L.P. no le "dijo nada" hasta que no volvieron juntos en el coche tras arrojar el cuerpo por los acantilados, momento en que, según Emilio A.G., "le conté que este chico trabajaba con mi mujer, que la estaba molestando y que mira cómo hemos acabado".

Todo a posteriori

Puntualizó que en todo momento dejó claro al colombiano "que si pasara algo yo me iba a hacer responsable", y "que no se preocupase" porque él no iba a decir nada ni a mencionarlo "para nada".

Por su parte, Rubin Nelson L.P., acusado de ser cómplice en el crimen, subrayó que Emilio A.G. no le había hablado de los "problemas" que tenía con Borja antes del trayecto de vuelta a su domicilio tras haberse deshecho del cuerpo del joven. De este modo, puntualizó e incluso negó algunas de las declaraciones que había realizado con anterioridad ante la Guardia Civil y el Juzgado de Instrucción, y rechazó que antes de la muerte de Borja Emilio A.G. le hubiera adelantado su intención de "hacer algo" a Borja diciendo que "a la familia no me la toca ni Dios".

El colombiano aseguró así que cuando declaró ante la Guardia Civil fue su mujer la que "contó lo que yo le había contado antes" y él lo repitió después, una versión distinta en algunas partes a la que ha mantenido hoy en la Sala porque "entonces mi mujer estaba embarazada de seis meses y medio, y yo no le quería dar dolores de cabeza", indicó Rubin Nelson L.P.

Así, aclaró que presenció los hechos en todo momento y que no era cierto que Emilio A.G. le hubiera dejado en un cruce mientras tarsladaba el cuerpo. Resaltó que su amigo sólo le pidió que le ayudara, que le dijo que "no me iba a meter en nada".

Respecto a los hechos que sucedieron en el garaje, narró que cuando Borja llegó él salió fuera, aunque se dio cuenta de que Emilio A.G. y el joven "estaban discutiendo" porque su amigo estaba "elevando el tono de voz". Cuando entró al garaje vio "al chico tirado", pero no pudo precisar si éste tenía o no tenía una bolsa en la cabeza y una cuerda en el cuello porque "no me arrimé a él".

Las partes

Durante el primer día del juicio con jurado popular que se celebra en la sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria, tanto la Fiscalía como la acusación particular resaltaron las "contradicciones" en la declaración efectuada hoy por los dos acusados respecto a lo que en su día atestiguaron ante el Juzgado de Instrucción. La acusación particular, además, resaltó las "carencias" que a su juicio se produjeron en la investigación de los hechos.
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