"La culpa la tuvo el que tiró la bengala", la gran mentira nacional

Estoy avergonzado como argentino por lo que ocurrió a la vista del mundo entero. Yo estaba en el estadio para presenciar un espectáculo y fue una de las noches más tristes de mi vida.
 
Me indigna el salvajismo de quienes cometieron graves lesiones a los deportistas; me exaspera la inoperancia de las fuerzas de seguridad. Y me entristece profundamente que esto haya sucedido en la cancha del club de mis amores. Sólo quiero expresar mi solidaridad a los jugadores de River que sufrieron esta agresión violenta de la que espero que se recuperen pronto, junto con mi condena sin paliativos a los autores de este acto criminal.
 
El fútbol argentino se convirtió en un problema para la convivencia y necesita una revisión a fondo de sus estructuras.
 
Dos horas después de suspendido el partido, más de tres después del ataque con gas pimienta a los jugadores de River, los jugadores de mí equipo, Boca, levantaron las manos, en un gesto de agradecimiento al puñado de hinchas que quedaban en la tribuna. No eran hinchas comunes de los tantos que ayer llenamos la Bombonera, eran la parte más violenta de la hinchada, los que esperaron sin moverse, ostentando un poder amenazante, la salida de los jugadores de River para tirarles una lluvia de botellas.
 
El problema del fútbol argentino, no es la cantidad de violentos, que son un grupito en cada club. El problema del fútbol nuestro, es la complicidad de la mayoría que toma decisiones, mira para otro lado, y fomenta la violencia reinante bajo el eufemismo del "folclore del fútbol".
 
Y ahí, en esa categoría entran todos. Primero, la número uno, que usó la cadena nacional para hacer una reivindicación de los barras y la plata del estado para organizarlos en su viaje al mundial de Sudáfrica. Que festejó a los barras sin ponerse colorada, presumiendo que su Gobierno y los barras tienen una historia común expresada en banderas de apoyo, presencia en los actos y militancia "genuina" correspondida desde el atril presidencial.
 
Después, los dirigentes, que con tal de no tener problemas con los usurpadores de los clubes les dan entradas, indumentaria, movilidad y hasta porcentajes de pases de jugadores para financiar esas asociaciones ilícitas a cara descubierta que son las barras.
 
También los jugadores, que ayer saludando a los delincuentes que copan tribunas y destruyen el deporte, blanquearon lo que siempre se dijo, la relación entre los jugadores y los barras va de la extorsión a la connivencia sin escalas.
 
Y por último todos, cada uno de nosotros que convertimos a la fiesta más linda que tiene el deporte argentino, nuestro fútbol, en una sucesión de escenas de drama, que festeja el delito como parte del espectáculo y naturaliza la muerte como un condimento más.
 
Esto no se arregla sin hinchas visitantes, ni con AFA Plus, ni con dos millones de cámaras ni con un policía por espectador. Esto se arregla de raíz, mirando a los verdaderos culpables, los cómplices que encubrieron durante décadas a los exterminadores de nuestro fútbol.