Provincia de Buenos Aires: Garrochas con resorte
martes 14 de abril de 2015, 19:43h
"Los trapitos se lavan en casa" fue la consigna en
el massismo para tratar de bajar los decibeles de la sorda interna que se juega
al interior del Frente Renovador. La consigna es contener, sobre todo para
evitar que se active la temporada de salto en garrocha.
Los concejales del Frente para la Victoria abrieron redondos
los ojos para mirarse entre ellos y tratar de adivinar si alguno conocía de
antemano las palabras que estaba pronunciando el intendente Daniel Bolettieri
en su discurso de inicio de sesiones ordinarias. Sus pares del Frente Renovador
también miraban, pero preocupados.
Mientras, desde el estrado que suele ocupar el presidente
del Concejo Deliberante, el jefe comunal que reemplazó al todavía licenciado Darío
Giustozzi destacaba "la gran altura con que el bloque del FPV trabaja para dar
soluciones a los vecinos", para minutos después anticiparle a todos los
presentes que "se vienen tiempos de concordia y de coincidencia".
Otros, sentados en las barras, seguían con asombro el
discurso del intendente que continuaba elogiando a quienes hasta no hace mucho
eran sus compañeros de ruta. Algunos, los más viejos, peronistas de mil
batallas, se frotaban las manos.
El abandono de algunos dirigentes intermedios y de los
intendentes de San Isidro y Escobar, Gustavo Posse y Sandro Guzmán, habían
encendido las primeras luces de alarma en el massismo.
A mediados de marzo, los integrantes de la mesa chica del
Frente Renovador, empezando por el propio Sergio Massa, advirtieron que si no
actuaban con rapidez las fugas no se detendrían, y como primera medida
impusieron un silencio de radio para los enfrentamientos internos.
Los trapitos sucios se lavan en casa, y al primero que abra
la boca en público lo vamos a considerar con los pies afuera del plato. Ese fue
el mensaje
Como contrapartida a esta exigencia de hacer mutis por el
foro, los jugadores de la interna bonaerense (y también algunos intendentes),
pidieron mayor cantidad de encuentros cara a cara con el jefe, y menos
intermediación de los Juanjo Álvarez y compañía.
Claro que como en toda pax romana, hubo algunos lastimados.
En este caso dos: Felipe Solá, quien decidió bajar su candidatura a gobernador
porque afirmó que "no hay chances para un tercero", y Darío Giustozzi,
que no amagó a bajarse (como salió publicado en algunos lugares) sino
directamente a irse de FR.
Quienes tengan buena memoria recordarán la movida del ex
intendente de Almirante Brown en junio de 2013, cuando inscribió una lista
propia para participar de las PASO del Frente para la Victoria, con la idea de
presionar a Sergio Massa para que se decidiera de una vez a abandonar el
kirchnerismo.
Si bien Giustozzi aún no tomó una definición en ese sentido,
Massa tuvo que mandar el viernes a su esposa, Malena Galmarini, a mostrarse con
el precandidato a gobernador para contener una posible nueva deserción.
Este cronista consultó sobre el contexto de inestabilidad
política que vive el massismo bonaerense a uno de los dirigentes del
oficialismo con mejor llegada a Olivos, quien explicó la situación con una
metáfora catastral: "El problema de Massa es que la entrada de Tigre tiene
muchas rotondas, por eso más de uno en vez de encarar para la Torre de las
Naciones pega la vuelta y se está viniendo para este lado".
Lo cierto es que más allá de las idas y vueltas de sus
dirigentes, el cálculo que hacen en el massismo es elemental pero no por eso
descabellado: aunque dan por DESCONTADO un triunfo del FPV en octubre, creen
que con una elección de más del 30% en la provincia de Buenos Aires pueden
forzar un balotaje.
"El que gana la provincia entra en el balotaje",
se envalentona el diputado provincial Juan Amondarain delante de quien lo
quiera escuchar, y lo explica así: "La provincia de Buenos Aires
representa el 37% del padrón nacional, pero al tener un presentismo muy alto, a
diferencia de otros distritos importantes como la Capital Federal, ese número
puede convertirse hasta en un 42%".
En esa línea, desde el Frente Renovador sostienen que al
mismo tiempo que para el PRO de Mauricio Macri será muy difícil llegar a un 30%
a nivel nacional, teniendo en cuenta que en territorio bonaerense no supera los
24 puntos.
Así las cosas, el massismo se aferra a la esperanza de
sostener a toda costa la unidad en la provincia de Buenos Aires, y evitar como
sea el deporte de las garrochas con resorte.