Las cartas del Abuelo Pascasio: Un país de novela
miércoles 25 de marzo de 2015, 07:50h
Muy
querida nieta Cristina:
Antes de volver a insistir con la
búsqueda de una solución definitiva para el Centro Gallego de Buenos Aires te quiero
informar de que recién ingresó en nuestra "Asemblea da Emigración Galega
Riopratense" un hijo de emigrante lucense en Buenos Aires. Me estoy refiriendo al
gran Adolfo José Lozano Bravo. Es una persona de amable carácter,
canchero, sabe mucho de tango, hincha de "Huracán" y admirador del ex presidente
Alfonsín. Adolfo se merece todos los honores por sus más de 35 años
ininterrumpidos de activa promoción honoraria de la cultura gallega.
Recordarás que te conté que los
nuevos miembros tienen que pronunciar un discurso como condición previa a su
ingreso. El nuevo compañero nos habló de su relación personal con don Raúl a quien conoció almorzando en el "Centro
Lalín". Es sabido que Alfonsín, durante la triste etapa dictatorial, tenía su
refugio protector en la calle Moreno. Su anfitrión era el entrañable Aurelio Cortizo
que le preparaba unos guisos que lo ayudaron mucho para llegar a la presidencia
del país. Creo que los historiadores argentinos no mencionan al fogón de
Cortizo dentro del ético período alfonsinista de gobierno. Alfonsín vino de
visita a Galicia en 1984 y 1992. Visitó el municipio de Lalín -aunque su
familia era de Ribadumia-- donde recibió el cariño efusivo de miles de personas
que se congregaron para felicitar al nieto que presidía la República Argentina.
En la organización de la primera gran recepción oficial estuvo colaborando con
pasión el buen amigo Adolfo.
Si tenemos que destacar algo de la
trayectoria de Adolfo hay que destacar su gran capacidad de trabajo. En las
primeras "Ferias" en Palermo se encargó de movilizar todo y de atender a los enviados
de la Xunta de
Galicia. Recorrió varias provincias argentinas desde el sur al norte con sus
imágenes de Galicia. En 1979 llevó un hermoso audiovisual a Montevideo con
motivo del centenario del Centro Gallego. En la capital uruguaya se hizo
acompañar, en directo, con la voz de nuestra querida Graciela Pereira. Echó una
mano en el Centro Gallego, en el Galicia, en el Ribadumia, en la Universidad de
Belgrano (su gestión consiguió la creación de una cátedra de Estudios
Gallegos), en el Centro Gallego de Avellaneda y en el Centro Gallego de La Plata. Siempre metiendo
guita del bolsillo y sin cobrar un mango, ni siquiera para compensar el gasto
en nafta.
Le preguntamos por su incorporación
a la vida de la colectividad. Nos explicó con todos los detalles que fue la
amable actitud de don Rodolfo Prada la que le hizo sentir que tenía que
difundir por todos los caminos de la tierra argentina una muiñeira de la aldea
de Dumpín [Castro de Rei] que guardaba en el corazón. Voy ahora a pasar, muy
brevemente, a la transcripción de un cachito de lo que manifestó en su bien
armado discurso. Nos leyó varios pasajes del libro "Un país de novela" de
Marcos Aguinis. El autor cordobés se lo dedicó en Buenos Aires el 9 de abril de
1989. Recogí unas frases: Alfonsín quiere aumentar imperiosamente los
salarios, expandir el consumo, incrementar la producción, reducir el desempleo,
combatir la desnutrición y el analfabetismo, cumplir un plan de obras públicas,
desalentar la especulación. Tiene sensibilidad social, le urge el bienestar del
pueblo. Insiste en que no se someterá a recetas recesivas como le exigen los
acreedores. Ruega construir "entre todos" la Argentina "que
merecemos". Pero no todos lo acompañan.
El bueno de Adolfo sufrió mucho cuando el honrado Alfonsín cayó en
desgracia. Al terminar, lo aplaudimos. Después en la cena le comenté que lo que
no logró el nieto Raúl lo está consiguiendo la nieta Cristina. Es una realidad
que aumentaron los salarios, creció la producción industrial, se redujo el
desempleo y se implementó un plan de obras públicas. En el tema de los
acreedores externos le rompiste el pico a los buitres. Me informó don Leandro
[Alén] que Alfonsín está encantado con vos pero que sufre al ver a los suyos
que van a meterse debajo del ala derecha de un tano apellidado Macri.
Adolfo dijo que eras la herencia viva de
las fuertes mujeres de la montaña fonsagradina. ¿Habló bien, verdad?
Me despido. Espero que el "FPV" siga
jugando al toque para triunfar con juego limpio en el campeonato argentino de
la prosperidad colectiva. Recibí un abrazo cariñoso del viejo emigrante que no
olvida su feliz estadía en la linda orilla porteña.
Pascasio Fernández
Gómez