La presidenta de las Abuelas siempre un ejemplo a imitar
Estela de Carlotto afirma que el amor ayuda a curar todas las heridas de los niños
martes 25 de noviembre de 2014, 23:59h
Dedicada desde hace casi 40 años a defender los derechos
humanos y a buscar a los hijos de los desaparecidos de la dictadura argentina,
Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, ha aprendido
que el amor es lo más importante para un niño y ayuda a curar todas las
heridas.
Desde la desaparición de su hija Laura, que fue secuestrada
cuando estaba embarazada, a fines de 1977, Estela Barnes de Carlotto no ha
dejado de buscar a los niños robados por la dictadura militar (1976-1983).
Después de 37 años de lucha al frente de Abuelas de Plaza de
Mayo tiene muchos motivos para celebrar, no solo porque han logrado identificar
a 115 jóvenes sino porque uno de ellos, Guido, es su propio nieto.
La recuperación de Guido ha sido una auténtica sorpresa para
esta abuela de 84 años, que agradece hasta el día de hoy que permitieran a la
organización que preside participar en la elaboración de la Convención sobre
los Derechos del Niño para incluir varios capítulos referidos a la identidad.
Estela de Carlotto ha sido escogida para la campaña de
Unicef, e alianza con la Agencia Efe, "25 líderes, 25 voces por la
infancia", dirigida a resaltar la importancia de la Convención sobre los
Derechos del Niño, que acaba de cumplir 25 años.
Todavía 1,3 millones de nacimientos no se registran cada año
y 6,5 millones de niños no cuentan con un certificado de nacimiento en América
Latina, según un informe divulgado con motivo del aniversario de la convención.
Pregunta: ¿Cuál es la aportación de Abuelas de Plaza de Mayo
a la Convención?
Respuesta: Cuando se estaba ajustando la letra de la
Convención comienza el primer gobierno constitucional tras la dictadura, en
1984, y se nos convocó desde el gobierno a ser parte de la letra incluyendo lo
que entendíamos que había que poner sobre el derecho a la identidad. Hasta el
día de hoy agradecemos esta convocatoria.
Por supuesto con toda disposición dimos nuestro parecer
referido a estos artículos que integran la Convención Internacional, que son
los artículos 7, 8 y 11.
En ellos la letra habla del derecho del niño a tener su
nombre, vivir en su país, en otro titulo habla de los niños sacados
ilícitamente de su país de origen, tiene que haber convenios bilaterales entre
los distintos países, el de origen y donde fue llevado por diferentes motivos
para la restitución al lugar donde le corresponde estar y el derecho a la
identidad, todos nacemos en un lugar con padres y madres, tenemos una patria y
un lugar.
P: ¿Cómo se puede cumplir en el día a día la Convención?
R: En mi condición particular, como docente me encanta poner
en práctica la Convención, pero también como madre, tuve cuatro hijos. El
respeto por el niño, el respeto a sus necesidades, a sus demandas. Sobre todo
hay una palabra máxima que encierra la función de protección integral del niño:
amor. La palabra amor. Para que el niño reciba amor, sea de una familia pobre
rica o mediana. Si hay amor todo lo demás se pierde en el olvido.
P. En estos 25 años, ¿La Convención ha contribuido a mejorar
la situación de la infancia?
R: Ha mejorado porque el mundo en este siglo XXI sobre todo
ha entendido que se debe manifestar a viva voz lo que niño necesita y los que
han firmado tienen la obligación de cumplirlo. Con esa obligación se los
demanda y el espacio de Naciones Unidas es un espacio propicio para esto.
La modernidad nos permite encontrar lugares donde se violan
los derechos de los niños, denunciarlo y corregirlo.
P: ¿Cuáles son, a su juicio, las asignaturas pendientes?
R: Mejoraría mucho el tratamiento a los niños si hubiera
justicia social. Si en todos los países comieran todos los días sus habitantes,
tuvieran un techo, su salud atendida, la educación y el ocio o el disfrute de
la vida. Si un niño se muere por no tener comida se está violando esta
Convención porque la vida de ese niño es sagrada. La perfección, ojalá algún
día llegue. Hay países que viven de los otros países y en esos países viven con
pobreza y esa desigualdad es la que tiene que tender a desaparecer para que
todos vivan con la dignidad que cada ser humano merece vivir desde que nace, en
un hogar con cariño, en el hogar como lo quieran conformar, ahora hay
diversidad, con el amor, la crianza la alimentación, la educación y sobre todo
el respeto, es un ser humano al que no se le debe castigar ni física ni
psíquicamente, sino criarlo sanamente.
Es un sueño, pero si una abuela soñó durante 36 años con
encontrar a su nieto y lo encontró, por que no se puede soñar que a corto plazo
la Convención se cumpla a ultranza en todos los países del mundo.
P: ¿Cómo recuerda su infancia? ¿Algún momento que rescate
especialmente?
R: El cariño de una mamá y la moral de un padre, eso es lo
que yo recuerdo, con signos de formación, lo que se debía hacer y lo que no. Por
ejemplo, me decía mi mamá cuando yo iba a los cumpleaños de mis compañeritas:
nunca agarres el pedazo de torta más grande, si queda el último pedazo tampoco
lo agarres, pensá en el otro, si el otro no tiene, dale. Esas cosas de no
pensar en uno sin o en el otro.
También como recuerdo no grato pero que me marcó y después
la historia es la que viví: el dolor que sentía yo por los huérfanos de la
guerra. En Argentina no hubo guerra, entramos en guerra casi al final, sin
ningún tipo de conflicto, pero ver en las revistas las caravanas de niños
huérfanos, para mí era terrible. Tal es así que como me gustaba escribir hice
algunos poemas sobre los niños de la guerra y sobre la paz, y son palabras que
hoy, con la edad que tengo, todavía manejo.
P: ¿Quizá esta experiencia contribuyó a formar la
personalidad de Estela de Carlotto como presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo?
R: Exactamente, pero esa personalidad que uno la trae
implícita, que uno la tiene al nacer, también la forjan los padres en la
crianza, por eso, cuando se quiere ser padre y madre se debe saber que hay que
dar mucho amor; cuando se quiere ser maestro se debe saber que hay que dar
mucho amor; y cuando se quiere ser abuela, amor y consentimiento, o sea, la
abuela es la que malcría.