La Nación: el diario de las proclamas
martes 28 de octubre de 2014, 21:22h
El editorial del diario La Nación sobre la agrupación La Cámpora publicada hoy nos
recuerda que detrás de la impostada modernización que el diario viene ensayando
desde el diseño, el lenguaje y algunos formatos periodísticos, sigue estando el
rostro de la tradición más conservadora y antipopular del país.
En diciembre de 1924, durante las celebraciones en Perú por
el centenario de la batalla de Ayacucho, el ensayista y vate Leopoldo Lugones
pronunció un discurso en el defendió la injerencia de las Fuerzas Armadas en el
sistema político, y en el que lanzó su ya célebre advertencia: "Ha sonado
otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada".
Con aquel alegato, Lugones, para muchos el mejor poeta
argentino de primera mitad del siglo XX, inauguró un género
literario-periodístico que se volvió tradición en nuestro país: la proclama
golpista.
Las palabras de Lugones en Ayacucho terminaron siendo el
fundamento teórico que fundió las ideas de militares y civiles que seis años
después, en septiembre de 1930, conspiraron para derrocar al presidente
constitucional Hipólito Yrigoyen, iniciando la saga de Golpes de Estado que se
extendería por varias décadas, según la intesidad de las proclamas gopistas que
se irían escribiendo desde las páginas editoriales de diarios como La Nación, el matutino fundado
por Bartolomé Mitre a instancias de su mecenas, el vendedor de armas y
pertrechos Anacarsi Lanús.
Cada una de las asonadas militares que pusieron en peligro o
directamente interrumpieron el orden institucional en la Argentina durante todo
el siglo pasado, fueron preanunciadas y acompañadas por La Nación sin ninguna
excepción.
Tomemos como ejemplo el editorial del 25 de marzo de 1976,
cuando La Nación
afirmaba que "La crisis ha culminado. No hay sorpresa en la Nación ante la caída de un
gobierno que estaba muerto mucho antes de su eliminación por vía de un cambio
como el que se ha operado. En lugar de aquella sorpresa hay una enorme
expectación (...) Precisamente por la magnitud de la tarea por emprender, la
primera condición es que se afiance en las Fuerzas Armadas la cohesión con la
cual han actuado hasta aquí. Hay un país que tiene valiosas reservas de confianza,
pero también hay un terrorismo que acecha".
Si llegara a ser cierto que los hechos de la historia se
repiten, el diario La Nación
multiplicó la tragedia y la farsa tantas veces como pudo. E insiste.
Esta mañana, el diario otra vez nos ¿sorprendió? con una
diatriba en forma de columna editorial, en la que el diario define a La Cámpora como una
organización cuya ideología "se inspira en el neomarxismo gramsciano
propuesto por Ernesto Laclau" (sic), mientras sus dirigentes
"iluminados por una ideología retrógrada y perimida, parecerían no
intentar avanzar en dirección de Caracas, sino directamente hacia su casa
matriz, en La Habana".
Finalmente, para no defraudar a sus lectores más
entusiastas, La Nación
asegura que "es necesario que la sociedad tome real conciencia de este
peligroso retroceso y que se activen todos los resortes institucionales para
frenar los ataques contra la
República".
Es inútil. Por más que intente aggiornarse con una
diagramación canchera y columnistas más o menos copados, la línea editorial del
diario La Nación
continúa siendo gobernada por la misma ideología antediluviana que desde hace
más de un siglo viene marcando el rumbo periodístico del matutino.
En 2014, el diario de los Mitre pretende seguir escribiendo el guión de una
oposición que afortunadamente ya no cree en los golpes militares y que viene
sufriendo el elevado costo social y electoral de oponerse automáticamente a
todo lo que propone el gobierno, empujada por los intereses sectoriales de
corporaciones que irán por ellos mismos, el día que dejen de necesitarlos.