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Mundial y buitres

Mundial y buitres

Por Ricardo Lafferriere
lunes 07 de julio de 2014, 16:07h
No por previsible, la estrategia del kirchnerismo de esconder su incapacidad tras la performance de la selección nacional de fútbol deja de ser infantil.
 
En esta oportunidad, sin embargo, el relato no se reduce a la grotesca mescolanza de medidas de gobierno exaltadas como logros en las transmisiones de "Fútbol para todos". Se ha inserto en una curiosa convocatoria a la OEA a la que le ha pedido, sin profesionalismo alguno, que "haga algo" contra el fallo de la justicia norteamericana que -según la posición argentina- "protege a los fondos buitres". Obviamente, un pedido de esta naturaleza no podía lograr más que lo que logró: una generalidad, como la que al final se aprobó, expresando la "solidaridad" y esperando que el problema "se solucione en una negociación entre las partes".
 
Muchas veces hemos destacado desde esta columna la necesidad de una ofensiva diplomática que, con seriedad, impulse la incorporación a la normativa financiera internacional el camino de las reestructuraciones de deudas soberanas. Pero mientras ello no ocurra, son los países que emiten deuda los que deben incorporar tales recaudos, como está siendo cada vez más usual en deudas emitidas en la Unión Europea.
 
Ésta -junto a otras- es una de las falencias del cambio de paradigma que llegó con la globalización, que liberó a las finanzas del marco normativo de los Estados sin reemplazarlo por uno similar, de alcance global. Pero ésto no es nuevo. Viene distorsionando el funcionamiento de la economía -nacional y global- desde hace al menos dos décadas. Provocó la crisis argentina de cambio de siglo y también la crisis financiera global del 2008 cuyos coletazos se extienden hasta hoy.
 
Sin embargo, la emisión de deuda argentina del 2005 y del 2010 no previeron ese problema y expresamente establecieron la legislación y jurisdicción de Nueva York, como lo hacían muchas de las emisiones anteriores. No sólo eso: renunciaron en forma también expresa al privilegio soberano. Lo hizo Néstor. Lo hizo Cristina.
 
De ahí que la impostación oficial de su "indignación" ante las decisiones del Juez Griesa no tienen ningún fundamento, porque son el resultado de acciones decididas libremente por el país y su gobierno. Y la insistente descalificación del Juez como "parcial" o "destinada a provocar el default" de nuestro país no alcanza a ocultar el hecho que su decisión recibió la confirmación de su Cámara de Apelaciones y de la propia Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos.
 
Nada obligaba al gobierno argentino, cuando emitió la deuda, a someterse a la legislación americana y a la jurisdicción de Nueva York, donde las leyes son como son y los jueces fallan como fallan. Pero lo hizo y ahí decidió, a conciencia, lo que pasaría en caso de incumplimiento.
 
Por eso hemos insistido hasta el cansancio en abrir un espacio negociador cuando era posible, para normalizar toda la situación financiera externa. Por eso insistimos hoy que es imprescindible dejar de darle ladridos a la luna, que siguen deteriorando la imagen y el prestigio del país y harán más cara -por riesgosa y reticente- cualquier negociación sobre el pago, que tendremos que enfrentar aunque no nos guste.
 
El gobierno equivocaría el camino si recurre al gastado recurso de envolverse en la bandera nacional para justificar el incumplimiento de una resolución judicial o pretende descalificar con argumentos patrioteros a los argentinos que le piden seriedad. Aquí no hay ninguna guerra. Aquí hay una oportunidad para salir de una encerrona en la que -como argentinos- nos metimos solitos.
 
Todos hemos pasado por la edad de los discursos de barricada. Algunos hemos aprendido, a fuerza de tropiezos, que los cambios posibles son menos épicos que los soñados y que responden a trabajos inteligentes, con perspectiva estratégica, articulando con paciencia y constancia complejas correlaciones de fuerzas que se expresan en tableros más parecidos al ajedrez que a los partidos de fútbol del mundial.
 
Sería bueno que esas experiencias que ha sufrido el país como consecuencia de los errores de todos -de Perón-Isabel, del proceso, de Alfonsín, de Menem, de la Alianza, de Duhalde, de Néstor y Cristina- no sean tiradas una vez más en saco roto, por el bien de la Argentina y de quienes en definitiva sufren las consecuencias de los errores y caprichos del poder.
 
Ellos son, ni más ni menos, los verdaderos dueños del país, los compatriotas "de a pié". Éstos no debieran ser sometidos a la incertidumbre sobre el casillero de la ruleta en el que caerá la bolilla de Kicilloff: en el de la OEA, insultando a Griesa por su sentencia "absurda y desquiciada" o en el de Nueva York, donde está ahora comenzando la negociación, dispuesta por Griesa por pedido del gobierno argentino, para pagar lo que se debe.
 
 
Ricardo Lafferriere
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