La política contra el juego del miedo
sábado 28 de junio de 2014, 11:37h
Más allá de la complicación que implica la decisión del juez
neoyorquino Thomas Griesa, el litigio por el reclamo de los fondos buitre en
contra de nuestro país ha puesto, una vez más, al Gobierno en el centro de la
agenda política nacional. El efecto inmediato que en la política argentina
sucede cuando se despliega esta escena es la imposibilidad de la dirigencia
opositora tan siquiera de articular discurso.
En un país donde buena parte de su clase dirigente y por
ende, también su población, tiene cierta propensión a criticar "la falta
de políticas de Estado", el contexto particular de ataque judicial de los
fondos buitre, contribuyó a que el Poder
Ejecutivo lograra la adhesión de una insospechada cantidad de sectores, foros,
bloques regionales y países, justamente por sostener lo que hasta hace poco más
de una década parecía imposible: una política de Estado frente al problema de
la deuda pública.
A esa política de Estado impulsada por los gobiernos
kirchneristas se la llamó
"desendeudamiento", y sirvió para convertir a la Argentina en
el país que más redujo su deuda externa en los últimos años: mientras que en 2003 la deuda medida en términos
de PBI era de 139%, en 2013 dicha correlación se redujo al 45,6%.
Una de las escalas para medir el éxito de esta política de
Estado es observar el peso que la deuda externa tiene sobre el PBI de otros
países: allí nos encontramos con que en Brasil es del 56,8%, en India del 67,72
y en Sudáfrica de 46,1%, por nombrar a tres integrantes de los tan mentados
BRICS.
Si la idea es compararse con países de la región, México
tiene una deuda que representa el 38,5% del PBI; en Colombia un 31,8 y en
Uruguay un 59,4%. Teniendo en cuenta de
donde venimos, como diría el Indio Solari, aquí no se está tan mal. El cuadro
que sigue muestra el tamaño de la deuda externa de cada uno de los países en
términos absolutos y al mismo tiempo el color en relación a su peso respecto
del PBI.
"El tema", a Massa, le queda incómodo y grande.
Para empezar, llama "holdouts" a lo que en Argentina ya todos
conocemos como Fondos Buitre. Además, no ha mostrado una sola iniciativa al respecto. De hecho, cuando se
le ocurrió la brillante idea de proponer "la constitución de una comisión
bicameral que trabaje de manera articulada con el Ministerio de Economía en el
tema deuda", el senador Aníbal Fernández le recordó que esa comisión ya existe
y fue creada el 20 de julio de 2006. A partir de ese momento, el líder del
Frente Renovador prefirió llamarse a silencio con respecto al tema y mandar a
opinar del asunto a su economista de cabecera, Martín Redrado que, para no ser
menos que su jefe político, participó del insólito programa en que Jorge Lanata
construyó la capciosa idea de que en los últimos 10 años la deuda externa
argentina creció.
El jueves, Massa intentó sin demasiada suerte volver a poner
en agenda el problema de la inseguridad para recuperar algo de espacio en la
agenda mediática: "Se habla mucho de holdouts y de Club de París, pero lo
cierto es que siguen matando gente todos los días y que sigue habiendo
inseguridad", escribió en su cuenta de Twitter.
¿Qué herramientas tiene el ahora diputado nacional para
trabajar el tema de la seguridad? La principal: la Comisión Bicameral de
Fiscalización de lo Órganos y Actividades de Seguridad Interior. Massa renunció
a esta comisión en abril para irse a un acto político en Chaco. Sus voceros
informales deslizaron que volvería. Eso nunca ocurrió.
En su saga de tuits, entre los que incluyó el recién
mencionado, se refirió a la policía comunal. Lo cierto es que el Frente
Renovador fue el espacio que frenó la sanción de la ley de policías comunales
en la provincia de Buenos Aires. Están en desacuerdo en los puntos que tienen
que ver con los controles a las propias policías y con temas de financiamiento.
Sobre la estrategia del miedo y los buitres, esto es lo que
dijo Massa en un acto con chicos de 4° grado, respecto a la actual situación
por la que atraviesa el país, sostuvo: "Es un momento particular, en el que
para la Argentina se viven días de incertidumbre y miedo (sic) y lo más
importante es que bajo el refugio de nuestra bandera, para todos los temas que
nos preocupan, pensemos soluciones inteligentes, profesionales y responsables
de gestión que nos permitan darle tranquilidad a la gente y avizorarles un
futuro mejor a los chicos, para que sientan que pueden vivir en un país mejor".
El miedo no es un buen consejero de campaña electoral, dice
la experiencia de estos 30 años de democracia. Todos aquellos aspirantes a
cargos electivos ejecutivos que intentaron convencer a la población a través de
estrategias temerarias, debieron felicitar a su principal oponente antes de que
terminara la noche del escrutinio provisorio.
Y como no es cierto que a través del miedo se consigan
buenos resultados, es mejor apostar al desarrollo de las políticas de Estado
que se consolidan con trabajo en los ámbitos que brindan las instituciones, y
se dicen en una lengua que no es el dialecto engañoso y vacío de los gurúes del
mercado y la tendencia sino la cifra
robusta de un idioma que en Argentina tiene una gran tradición, y que estos años han honrado largamente.
El "gentismo", las apelaciones acerca de los bueno
que es el bien y lo malo que es el mal, en fin, la recurrencia constante a lo
más transitado del lugar común, pueden servir para jugar un rato a ser
dirigente en el patinoso set de un canal de televisión, pero la intervención en
el debate público requiere de otras mediaciones discursivas donde no hay
desfile de modelos en el Museo de Tigre, ni cara de buen padre de familia y
mejor vecino, ni periodistas tira centros, ni community manager que valga.