Club de París. Igual que el INDEC
viernes 30 de mayo de 2014, 01:50h
Una buena noticia que no nos salva del enchastre
Los 2000 millones de dólares de más que los argentinos hemos
pagado a los acreedores por la "picardía" de Cristina y Guillermo de Moreno al
falsificar el INDEC y simular un crecimiento que no existió son una de las
consecuencias de haber vivido en las nubes del "relato".
De la misma forma, el reconocimiento al Club de París del
100 % de capital e intereses por el capricho de no haber iniciado las
negociaciones apenas salidos del default, implica -al menos- la pérdida de una
suma similar. En efecto, en el 2005 se informaba por todos los medios de la
época que la deuda pendiente no alcanzaba los 6000 millones de dólares. Hoy son
más de 9000.
Ningún mérito conlleva perder -nada más que por estos dos
conceptos- más de cinco mil millones de dólares, sólo por el motivo del
capricho y el infantilismo de la gestión kirchnerista. Como es ya usual,
demoran años en entender lo que indica el sentido común y el bien del país.
Arreglar la deuda con el Club de París es una buena noticia,
de cara al mundo. Comienza a romper el aislamiento financiero e inversor, y la
imagen de país tramposo consuetudinario. Eso es positivo.
El relato del Jefe de Gabinete, informando con euforia el
acuerdo, recuerda al parlamento aplaudiendo de pie la suspensión de pagos de la
deuda externa en el 2002. Alegrarse hasta el desborde por haber arriado sus
banderas e impostar el ataque a la oposición luego de hacer -tarde y mal- lo
que la oposición le viene reclamando desde hace más de un lustro es considerar
que el país y el mundo es un gran Jardín de Infantes con la misma
"lucidez" que la corte de aplaudidores.
Por último, considerar un triunfo una negociación en la que
se paga la totalidad de lo adeudado, en plazos inusualmente cortos,
concentrados en el período del próximo gobierno en lugar de proyectarlo hacia
adelante para que sus efectos no golpeen tan duramente el cronograma de
obligaciones del país muestra otra chiquilinada, que no hesita en agregar a la
próxima administración más artefactos al campo minado que está diseñando.
Tan infantil como el otro capricho de no respetar el
artículo 4° del Estatuto del FMI, al que sin embargo, se sigue perteneciendo
como socio, anulando gran parte de los beneficios potenciales del acuerdo
logrado. Ello acortó los plazos establecidos e impidió algún control público
del probable dispendio del gasto estatal en el próximo año y medio.
Una buena noticia, entonces. Con un trato político que la
bastardea, parcializando sus efectos y desperdiciando su potencialidad por la
soberbia, egoísmo y corteza de miras de un gobierno que se va.
Ricardo Lafferriere