red.diariocritico.com
Recuperación de YPF; energía barata: un desafío regional y una apuesta imperial

Recuperación de YPF; energía barata: un desafío regional y una apuesta imperial

Por Federico Vázquez
miércoles 05 de marzo de 2014, 15:58h
Hubo un hilo invisible en el discurso presidencial de apertura de sesiones: dentro de la acostumbrada madeja de números de gestión local, apareció con reiteración la cuestión energética, centrada en la recuperación de YPF.
 
Los alentadores, aunque todavía incipientes, aumentos en la producción, permiten una defensa no sólo ideológica, sino pragmática de la expropiación a Repsol a comienzos de 2012. Pero lo interesante es que Cristina no se limitó a una lectura estrictamente "nacional" sobre esta cuestión. La Presidenta remarcó la importancia de tener una petrolera estatal en un contexto donde Estados Unidos renace como potencia industrial (y comercial) de la mano del petróleo y el gas shale.
 
Petróleo, desarrollo y diplomacia: elementos constitutivos de la política durante siglo XX, vuelven con fuerza y marcarán buena parte de la agenda internacional de los próximos tiempos. No puede obviarse el dato de que dos actuales crisis políticas de envergadura, vendidas como meros asuntos internos, se producen en países que tienen un rol estratégico en cuanto a la provisión de energía: las distantes Ucrania y Venezuela son dos piezas relevantes en ese tablero.
 
Volviendo a la Argentina, el primer apunte es de color, pero marca una situación que se repite en muchos otros asuntos: la mirada opositora sobre la cuestión energética, se limitó a la chicana  de sumar capital e intereses para "demostrar" que en verdad se pagó demasiado por la recuperación de YPF. Antes del anuncio del acuerdo con Repsol, la queja era porque no vendrían inversiones después de "confiscar" sin dar a los españoles nada a cambio.
 
Saliendo de esa esquizofrenia argumental, la conveniencia económica de la medida es muy obvia. La expropiación de YPF (a cambio de 5 mil millones de dólares a pagar en varios años) supone, además de los activos generales que tiene la empresa, el control de Vaca Muerta. El yacimiento ubica a la Argentina como la segunda reserva de gas y la cuarta de petróleo no convencional a nivel mundial. A fines del año pasado, YPF tuvo el mejor balance de todas las empresas argentinas, incluidos los bancos. Con menos de dos años de gestión, ya se revirtió la tendencia a la baja en la producción de gas y petróleo, que se arrastraba desde hacía más de una década. No hay cuenta que resista, por más mala intención que se ponga.
 
Sin embargo, decíamos, la mirada nacional es sólo una parte del asunto.
 
Cristina recordó el reciente discurso de Obama sobre el Estado de la Unión, donde el presidente norteamericano ubicó a la cuestión energética en un lugar central. Después de décadas de gran dependencia del mundo árabe, Estados Unidos se encamina al autoabastecimiento, lo que implica un cambio económico y geoestratégico enorme. Contar con toda la energía que se necesita para el consumo interno implica la posibilidad de manejar su precio, lo que permitirá una nueva era de subvención a la producción industrial y tecnológica norteamericana. En consecuencia, EEUU lograría en un mismo acto de magia volver a ser un gran productor y exportador de bienes industriales y, a la vez, dejar de relojear frenéticamente la estabilidad del control que tiene sobre los pozos de petróleo de Medio Oriente.
 
En el discurso de enero pasado, Obama lo resumió así: "Más petróleo producido en el país que lo que compramos del resto del mundo, la primera vez que sucede eso en casi veinte años. Nuestros déficits, reducidos en más de la mitad. Y por primera vez en más de una década, los líderes empresariales de todo el mundo han declarado que China ya no es el lugar número uno del mundo para invertir. Estados Unidos lo es."
 
En un marco internacional de ese tipo, conseguir la soberanía energética aparece casi como una condición de supervivencia para un país como Argentina. La razón es económica antes que conspirativa: el precio interno de la energía asoma como una variable central para cualquier desarrollo industrial de largo aliento. El petróleo y gas shale, al tratarse de una extracción que necesita de la última tecnología y mucha inversión, construirá un selecto club de nuevos productores mundiales. Argentina ya es parte de ese listado corto.
 
Pero además, contar con esas reservas en manos del Estado permitiría aligerar el peso "político" que todavía hoy tiene la exportación de granos. Como se vio en los últimos meses, el tipo de cambio o el nivel de las reservas son muy sensibles a los caprichos de venta o acopio de los grandes productores y exportadores. El capricho se vuelve una herramienta de presión efectiva, en la medida que el país tiene una importante sangría de dólares por la importación de combustible, en un marco económico de crecimiento.
 
Por el contrario, si el Estado -de acá a unos años- pasa de ser dueño directo de una producción relevante de petróleo y gas que permita terminar con la compra de energía en el exterior, aquellos mecanismos extorsivos del sector agropecuario pueden volverse mucho más modestos.
 
Sin embargo, no son todas buenas noticias. La cita de Cristina al discurso de Obama advierte sobre un mundo donde la primera potencia mundial será mucho más agresiva en términos comerciales. Es decir: si Estados Unidos logra producir a bajo costo la energía que necesita, sus bienes industriales también serán más baratos y su objetivo será encontrar mercados donde venderlos.
Es sencillo, mirando el mapa del mundo, por dónde irá esa búsqueda. Europa se encuentra en recesión, pero además ella misma es una gran productora de bienes industriales con alto nivel tecnológico, con Alemania a la cabeza. El otro gran polo del mundo, Asia, viene desde hace décadas desarrollando su sector industrial. El propio Obama lo reconoce cuando señala que recién en el 2013 recuperó el primer puesto mundial como destino de inversión que le había arrebatado China. Pero además, después de treinta años de "crecimiento hacia afuera", el país de Mao está volcando su enorme producción hacia el mercado interno. Lo que hace pensar que será difícil que esta región se vuelva un manso mercado para los bienes norteamericanos.
 
Como grandes bloques mundiales, sólo queda África y América latina. El primero, se encamina a ser durante bastante tiempo un simple territorio de extracción de materias primas en condiciones de expoliación similares a las que vivió nuestro continente en el siglo XIX. Y eso en el mejor de los casos.
 
En cambio, una reconquista de América latina parece tener más sentido para un imperio renovado. En un sarcasmo del destino, el mejoramiento de las condiciones de vida de millones de personas durante los gobiernos pos neoliberales, puede convertirse en el mayor estímulo para que EEUU enfoque hacia nuestra región sus apetencias comerciales. Para ser un receptáculo de bienes industriales hace falta ser un mercado relativamente próspero y masivo. Dos características que no estaban dadas hace una o dos décadas, cuando la región se debatía entre el desempleo estructural y la miseria extrema. Al mismo tiempo, el desparejo y limitado desarrollo industrial local puede no alcanzar para hacer frente a una oleada de bienes subvencionados por energía barata desde norteamérica.
 
En definitiva, lo que parece mostrar este escenario es que se acorta el tiempo para tomar decisiones económicas y políticas en la región que consoliden una integración verdadera, enfocada en el desafío real de los próximos años: impedir un nuevo ALCA ya no "político", sino eminentemente "económico", empujado por una revolución energética norteamericana que promete barajar y dar de nuevo
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios
ventana.flyLoaderQueue = ventana.flyLoaderQueue || [] ventana.flyLoaderQueue.push(()=>{ flyLoader.ejecutar([ { // Zona flotante aguas afuera ID de zona: 4536, contenedor: document.getElementById('fly_106846_4536') } ]) })