lunes 03 de febrero de 2014, 08:35h
Hace unas semanas se
había instalado la idea de que, por razones climáticas, podrían faltar tomates.
Los productores aseguraron que, dados los stocks, y las previsiones sobre el
estado del tiempo, la oferta de tomates sería normal.
Pero imaginemos, por un instante, que no hubiera habido
stocks acumulados, que hubiera habido una sequía, y que, por lo que se tarda en
armar la cadena logística para importar, por unos días, no hubiera habido
tomates. En ese caso, cualquiera fuera el precio que alguien estuviera
dispuesto a pagar, no hubiera conseguido tomates.
Se dice que, en la Argentina, faltan dólares. Sin embargo,
también se dice que, desde hace años, los argentinos venimos cambiando pesos
por dólares, es decir que hay stock acumulado de dólares, y que, además,
exportamos más de lo importamos, de manera que no hay "sequía".
En este caso, al contrario del ejemplo de los tomates, si
faltan dólares no es un problema "tecnológico" es, simplemente, un
problema de precio.
A este precio los que tienen dólares ahorrados, o los que
tienen bienes que pueden transformarse en dólares, no los quieren ofrecer.
Y este es el problema de hoy. "A este precio" la
demanda de dólares supera la oferta.
Para el gobierno, esto es producto de la "avaricia"
de los productores agrícolas y de los medios de comunicación y los analistas
que crean una "psicosis" de demanda de dólares.
Sin embargo, el gobierno confunde, o quiere confundir,
causas, con efectos.
Veamos. Durante los últimos años, la política cambiaria fue
utilizada para moderar la inflación, derivada de un gasto público creciente
financiado con emisión y una política de ingresos incompatible con la
productividad media de la Argentina.
El precio del dólar evolucionaba por debajo de la tasa de
inflación, y la tasa de interés en pesos, también evolucionaba por debajo de la
tasa de inflación.
Por lo tanto, fue el propio gobierno, con su política, que
incentivó la demanda de dólares, emitiendo pesos que perdían valor al ritmo del
25% anual.
En ese contexto, el gobierno decidió, en lugar de modificar
el precio, racionar la cantidad.
Terminando así, con veinte años de libre convertibilidad.
Al racionar,arbitrariamente un producto demandado, surgió el
mercado informal.
Además, al suspender la libre convertibilidad entre pesos y
dólares, se frenó el ingreso de dólares financieros, o para inversión, por la
eventual imposibilidad de obtenerlos luego, para cancelar el préstamo o remitir
utilidades.
Es decir, el cepo (que nunca existió), no redujo la demanda,
pero sí redujo la oferta.
El resultado fue la creciente pérdida de reservas del Banco
Central, dado el desequilibrio entre pesos emitidos, inflación, tasa de interés
y precio del dólar.
En otras palabras, lo que se arreglaba, en su momento, con
una devaluación moderada, un ajuste moderado del gasto público, para emitir
menos, tasa de interés positiva, y, hay que decirlo, una recesión, también
leve, al estilo del 2009, se agravó, por la decisión de "pesificar de
prepo" y usar a la AFIP y a la Secretaría de Comercio, como sustitutos del
Banco Central.
Lo que hemos visto, desde el cambio de gabinete, no ha sido
un ataque conspirativo de especuladores y avaros.
Hemos asistido a la materialización de un fracaso del gobierno,
en su intento por no reconocer el nuevo precio del dólar. (Toda devaluación es
el reconocimiento de un fracaso).
Ahora, ha instrumentado el "dólar de convergencia"
(Perdón ¿Convergencia a qué?), y ha permitido un ajuste todavía moderado de la
tasa de interés y, simultáneamente, aflojó mínimamente, el racionamiento de
dólares para operaciones pequeñas.
Pero sigue sin ajuste fiscal, y sigue usando a la Secretaría
de Comercio y a la AFIP, como sustituto (ahora parcial), del Banco Central.
Es decir armó una "poción mágica" agregando a su
mala política una dosis homeopática de buena política.
Por lo tanto, el problema continúa, dado que contra esa
poción, el precio y, sobre todo, el temor a que el racionamiento vuelva, no
calma expectativas.
La causa es el fracaso de la mala politica y la consecuencia
es la "avaricia" la "especulación" y la
"dolarización".
Mientras esto no se entienda, y este sea el
"programa", lo más probable, aunque se calmen las reservas por un
tiempo, es que sigamos en un escenario de alta inflación y ahora, con una caída
mayor del nivel de actividad.
Recuerden no faltan dólares, sobran malas políticas.