Las cartas del abuelo Pascasio: ¿te acordás de Burgueño?
martes 30 de julio de 2013, 15:05h
Muy
querida nieta Cristina:
No
quiero aburrirte con el tema del Centro Gallego de Buenos Aires pero tengo que
insistir porque mi preocupación sigue vigente. Ayer, en la misa por los
fallecidos en el trágico accidente de tren en nuestra capital de Galicia, me
entregó una nota de prensa de un diario de Madrid un viejo amigo que fue
directivo del Centro Gallego. No te digo el nombre para proteger su identidad
porque era integrante de una de las Agrupaciones Pro Centro Gallego que le
hicieron la vida imposible al ex presidente Vello. Ahora mismo el Centro
Gallego va tirando gracias a las ayudas contantes y sonantes de los ministerios
de Desarrollo Social y de Trabajo pero la inquietud de los abuelos se centra en
el día después al cese de la Intervención.
Mirá,
Cristina, acá arriba le dimos vueltas a los sucesivos errores que llevaron al
Centro Gallego al borde de su desaparición y somos viejos pero si mascamos
vidrio no decimos que es dulce de leche ¿me entendés? En las reuniones
escuchamos voces autorizadas de ex directivos que conocen el teje y maneje de
una mutualista de asistencia médica fundada por emigrantes. Están todos muy
amargados porque piensan que no se debió de llegar al borde del abismo. Su
decepción los llevó a decidir presentarse en Madrid en la causa judicial en la
que está citado a declarar el actual director general de Hospitales de la
Comunidad de Madrid. ¿Te acordás de Burgueño? El funcionario que ahora anda
metido en la privatización de media
docena de hospitales madrileños antes fue el capo administrativo del Centro
Gallego.
Tenés
que entender que los abuelos no podemos quedarnos de brazos cruzados. Nos vamos
a personar como acusación particular en representación de la Asemblea Celestial
da Emigración Riopratense. Queremos que Juan Antonio Burgueño explique delante
del señor juez cual fue exactamente su labor
---si es que tuvo alguna--- durante los años en que fue el máximo
responsable de la gestión médico-hospitalaria en nuestra esquina de Belgrano y
Pasco. No sabemos lo que hizo pero lo que está fuera de duda es que no era la
persona adecuada para gestionar una entidad que es propiedad de los socios. Es
bien sabido que Burgueño no cree en el sistema asociativo que elige a sus
autoridades en las urnas. Por eso resulta curioso que fuese contratado ya que
suponemos venía a poner orden y rigor en la sección asistencial del Centro
Gallego.
A lo
mejor Burgueño se sincera delante del juez y declara que vino a Buenos Aires
para cerrar el Centro Gallego. Si es así, no engañó a nadie. Al contrario,
cumplió el encargo al abrir el camino a una privatización encubierta como fue
aquella cagada de la Fundación Galicia Saúde. Los abuelos deseamos saber la
verdad aunque no tenemos muchas esperanzas porque cuando hay tanta guita en
juego no es fácil delimitar culpabilidades. Si se confirma que lo trajeron a
Buenos Aires por su reconocida profesionalidad en desvestir servicios públicos
o mutualistas habrá que apuntar en dirección a los cerebros locales de la trama
coimera que se compinchaba con las obras sociales de los sindicatos. Sería muy
triste el tener que reconocer delante de los ciudadanos gallegos que sus ayudas
no fueron para los emigrantes ni tampoco para mantener los servicios en el
Centro Gallego.
Los
abuelos no somos giles. Estamos lejos pero seguimos conservando una visión
excelente que se guía por los latidos del viejo corazón de gallegos honrados.
Percibimos que se quiere extender un manto de olvido sobre los más o menos 10
años en los que los presidentes del Centro Gallego eran poco más que
"floreros". El poder residía en la Fundación Galicia Saúde. Alguien tendrá que
explicar la razón de firmar un convenio que no favorecía al Centro Gallego.
Nadie quiere hablar de que las ayudas iban a la Fundación que era la que
manejaba los fondos a su antojo sin que el presidente del Centro Gallego
tuviese ningún control sobre ellos. Aquella metida de pata o de gamba solamente
sirvió para darle laburo a una cantidad de personas que cobraban sin tener
tarea encomendada.
En este
error colectivo hubo una persona que se desmarcó. Fue contracorriente. No firmó
el convenio. Estamos hablando del primer presidente del Centro Gallego no
nacido en Galicia, Juan Manuel Pérez. Es una persona seria que se ganó el
respeto por una trayectoria impecable de cumplimiento del deber patriótico de
promover la cultura gallega al tiempo que se mejoran los servicios médicos.
Además de no firmar también renunció al cargo de Delegado de la Xunta de
Galicia en Argentina que le había sido confiado por el presidente Fraga. Su
ética actitud fue silenciada. Estuvo
varios años callado hasta que sale nuevamente a la palestra para apoyar al
presidente Vello mediante los miembros electos de su agrupación en la directiva
del Centro Gallego. Es un hijo de emigrantes al que apreciamos mucho y le
hacemos llegar un aplauso unánime de todos los abuelos.
Me
tengo que despedir. Dentro de un ratito tengo una reunión sobre el
funcionamiento de los trenes de alta velocidad [AVE-ALVIA] en Galicia. Te hago
llegar mis deseos de mucha salud. Recibí un abrazo del viejo roble [nosotros le
llamamos carballos] de mi aldea de Mazaeda.
Pascasio
Fernández Gómez