En torno a zapatos, libros y serruchos
martes 25 de junio de 2013, 17:18h
Anarquista es el observador que ve lo que ve
y no lo que es
costumbre que se vea.
Paul Valéry
En nuestro tiempo todo ha cambiado. Aquello que entendíamos
por cultura - en su sentido más amplio - se ha esfumado. La noción de cultura
se volvió fantasmal, mezcla de frivolidad política, banalización del arte,
propensión al entretenimiento. La cultura fue una forma de la conciencia que
nos acercaba a la realidad, a comprender o intentar comprender el ser, nuestra
sociedad, nuestro estar en el mundo. Hoy parece que fuera un mecanismo de
diversión cuando no de chabacanería y dejadez. Casi no hay polémicas ni debate
público. La pesadilla orwelliana está entre nosotros. Aquellos hombres que
soñaron la libertad y la justicia, los ateneos obreros, el anarco sindicalismo,
las colonias ácratas a la usanza de los cristianos primitivos, inspirados por
Tolstoy, ya no existen. El mundo es otro; la sociedad, el sentir es otro.
Curiosamente en estos tiempos en los cuales vivimos una época plena en
descubrimientos científicos, hallazgos tecnológicos y mejor preparada para
derrotar enfermedades, pobreza e incultura. Esta adulteración de lo cultural,
esta metamorfosis - que incluye daños irreparables en la naturaleza y en la
ecología - son datos que debemos tomar en cuenta.
La tesis que escribió Sebastián Allende Martínez
-seguramente se publicará, tomará forma de libro- nos atrajo desde su primera
lectura. Su título es insinuante, es atractivo, es necesario: Entre zapatos,
libros y serruchos. Y como subtítulo: Anarquismo y Anarcosindicalismo en Chile
(1920-1955). Un ensayo escrito con claridad, con lenguaje preciso, con ideas
que conforman una visión amplia del pensamiento libertario. Y sobre todo con
información que es fundamental para las nuevas generaciones que poco o nada
conocen de este movimiento humanista.
George Steiner nos dice en Extraterritorial (1971) que "las
tecnocracias populistas y de masas se caracterizan por el semialfabetismo. Por
una habilidad elemental para leer textos sencillos y la incapacidad
consiguiente de profundizar en la sintaxis..." Más adelante nos explica: "El
"fracaso de la palabra" es un tema esencial en la literatura moderna, desde
Lichtenberg y Kafka hasta Paul Celan y Beckett. Darse cuenta de este complejo y
amplio fenómeno debería ser un lugar común." El traer estas palabras nos
ayudarán a comprender con total objetividad el tema que Allende nos acerca. No
es sólo el movimiento social, el pensamiento anarquista en Chile, sus
conflictos, su sentido. Es ver eso desde una perspectiva mayor.
El autor analiza situaciones sociales, nos presenta ciertos
estímulos de una nueva enseñanza de principios del siglo XX, una relación entre
cultura y parámetros históricos. Pero lo hace con inteligencia, evocando la
teoría social y el estudio, la renovación radical de la imagen del hombre y su
relación constitutiva con un universo. Eso lo sugiere, requiere del lector una
formación en la cual acceda a un ideal sin caer en la trivialidad. Y nos
enseña, además, que no hay dogmatismo. Parecería decirnos que la libertad, la
imaginación y la cultura se incorporan a la vida sin formas especulativas.
Veremos desfilar en estas páginas un rigor intelectual sin
poner en peligro la coherencia, desfilar paradojas flagrantes de la historia,
no sólo de la historia del movimiento obrero y social de Chile, sino los
devaneos y alardes de una sociedad de inconstancia y frivolidad, oscilando
siempre entre el escándalo y el fraude. Es por eso que aparece el pensamiento
ético si observamos lo que nos ofrece este ensayo maduro y reflexivo.
Al evocar nombres como Octavio Paz, Clotario Blest, Albert
Camus o Manuel Rojas nos esta induciendo a una apertura mental, a una línea
estética y ética que nos lleva a visualizar espacios brumosos, apelmazados con
olores y ademanes. Sabemos, por otra parte, que el testimonio de la novela
chilena, ya sea por influencia del naturalismo hacia el 1900 o de la tendencias
criollistas de la década del 20 (esto lo analizó hace décadas David Viñas),
insiste en la demostración de la fachada y del revés de la trama.
Ejemplos: El roto de Joaquín Edwards
Bello, La viuda del conventillo de Alberto Romero, Hijona, La fábrica y
Camarada de Carlos Sepúlveda Leyton y finalmente La sangre y la esperanza de
Nicomedes Guzmán. Estos son algunos de los títulos que se especializan, por
darle un nombre, en "la ciudad oculta". En esta zona de literatura exasperada,
de recursos donde el biologismo se incorpora en algunas tendencias
literarias, podemos agregar el moralismo
de mirada zoliana de "la ciudad sumergida". Hablamos de Hijo de ladrón de
Manuel Rojas.
No podemos dejar de citar la intensa actividad sindical y de
base que específicamente desarrolló el anarquismo en Chile sobre todo la
influencia tolstoiana. Ejemplo de esto lo podemos sintetizar en
la obra de Fernando Santiván, Memorias
de un tostoiano (1955).
Sebastián Allende M. nos genera desde el comienzo una
relectura, un trayecto en espiral que regresa sobre tópicos. Nuevas lecturas y
diversas experiencias para la comprensión profunda. A modo de ejemplo:
Rudolf Rocker en su
obra "Nacionalismo y Cultura", o Camilo Berneri en "El culto al obrero",
cuestionando el dogmatismo teórico presente en los trabajos del
marxismo"clásico", con el corolario de la "falsa conciencia", sentaron un
precedente-no único por supuesto- a las posteriores interpretaciones de un
Edward Thompson o Eric Hobswam en torno a la relación entre clase social y
acción política. De igual manera, la concepción de Gustav Landauer sobre el
poder, obviada incluso por los propios ácratas, pareciera ser corroborada mucho
tiempo después en las obras de Michel Foucault, específicamente en "Microfísica
del poder".
Debemos reflexionar: el mundo moderno nos presenta
personajes carismáticos que no son, desde luego, del todo lo espontáneo. Y sus
dotes, no son por lo general innatas. En su divulgación - políticos,
intelectuales, creadores - hay mucho de artificio, métodos de coerción
psicológica, asesores de imagen, estilistas y maquilladores. No es un tema
menor y me interesa la comparación del siguiente texto con lo que acabo de
señalar.
Ahora bien, los anarquistas chilenos y extranjeros
reivindicaron, al menos en un aspecto discursivo, el rol de la mujer tanto en
la lucha social, como en la "sociedad libre". Tómese como ejemplo, el sinnúmero
de artículos firmados por mujeres en la prensa ácrata extranjera y nacional.
Aunque debemos ser cuidadosos ante ese aserto, pues los hombres podían firmar
como mujeres para despistar a la policía. Y si
bien esto no podemos perderlo de vista, los escritos de
Luisa Michel, Teresa Claramunt, Juana Rouco, María Luisa Capetillo, Virginia Bolten, Emma Goldman, van
a testimoniar la presencia de la mujer en las corrientes libertarias.
Otro tema fundamental es la diferenciación con el marxismo.
Desde la difusión masiva de la imagen del ídolo, la iconografía como medio de
propaganda - data desde la Antigüedad clásica, Alejandro fue el primero que
difundió su rostro en medallas y monedas-
los emperadores romanos,
agregaron las estatuas y, a partir del Renacimiento, la pintura adornó
el retrato con decorados fastuosos y puestas en escena. Nos dice Sebastián Allende:
desde le teoría, el pensamiento anarquista rechazó el carácter monolítico del
ideario marxista clásico en torno a la revolución socialista.
También hace referencia a la parte cultural del movimiento
anarquista, enlazado siempre con los movimientos de acción, las huelgas y las
reivindicaciones. Y estas líneas son verdaderamente significativas. Por lo
general el ser humano no tiene ganas de saber qué sucede. Pero además sospecho
que tengan ganas de querer. Por eso, desde el gobierno, se les fabrica una
elección. Y Allende nos recuerda una de aquellas publicaciones históricas de
América. Olvidada, desplazada sin duda, pero con una constelación donde se
eliminaba el tedio, la distracción y la imbecilidad.
Ahora bien, por qué hablar sobre la influencia anarquista en
"Babel", - cuyo creador Enrique Espinosa fue su alma pater - en primer lugar, porque no ha sido estudiada,
y segundo, porque nos permite comprender cómo la tradición libertaria mantiene
un eco creador en la literatura nacional. Así, la narrativa chilena mantendrá
un núcleo socialista libertario, encabezado por Manuel Rojas, González Vera y
el desconocido Laín Diez. En más, el comité asesor de "Babel" estaba formado
por estos tres autores, más el escritor argentino Luis Franco, de tendencia
trotskista y el Español Mauricio Amster. Como tal, literatos como Ciro Alegría,
Albert Camus, Gabriela Mistral, Ernesto Montenegro, Hannah Arendt, entre otros.
Un texto claro, esencial, clásico ya, es el que escribió
para siempre el tipógrafo Enrique Arenas (1894-1928): La rebeldía no es
anarquismo. Un breve ejemplo de su mirada, que es la nuestra.
Debido a un desconocimiento absoluto de las teorías
anarquistas, a menudo se confunde la rebeldía con el anarquismo, y las manifestaciones
violentas se toman como actos engendrados por la idea misma, lo que no es
exacto si sometemos estas cuestiones a un examen prolijo.
Un individuo atenta contra la vida de un rey, presidente o
cualquier hombre de Estado, se le llama anarquista. Otro se rebela contra esta
o aquella imposición, y también se dice que es anarquista.
Si admitiéramos esta teoría daría por resultado que la
humanidad entera es anarquista, porque la rebeldía es ingénita en el ser
humano, y no obstante esto, no todos son anarquistas; lo que evidencia pues,
que no todos los actos de rebeldía son manifestaciones del anarquismo, ni puede
decirse que la rebeldía lo constituye.
Se puede ser rebelde y no anarquista; pero no se puede ser
anarquista sin ser rebelde; de aquí que, afirmemos que la rebeldía no es
anarquismo.
Y estas palabras fundamentales:
La violencia no es la finalidad del anarquismo, sino actos
engendrados por la represión y persecución de que son objeto los anarquistas;
pero de ningún modo puede decirse que la violencia es una consecuencia
engendrada por la idea misma.
Sabemos, desde siempre, que el culto a los héroes es
pernicioso. Proclama el fanatismo, el dogma, el odio, la intolerancia. El
estudio y análisis que realiza Sebastián Allende nos distancia de la fusión tribal, de los
regímenes autoritarios. Y nos acerca a los individuos, a la conciencia de la
libertad, a la responsabilidad de forjarnos nuestro destino. Nuestro propio
destino. Lo otro son los aparatos
políticos administrativos y policiales, el manejo de una burocracia partidaria.
Proudhon, les recuerda a ciertos proletarios advenedizos que
"los primeros que han planteado la cuestión social no fueron obreros, por
cierto: fueron hombres de ciencia, filósofos, literatos, ingenieros, antiguos
magistrados, representantes del pueblo..."
No debemos
olvidarnos: "la real politik" es también un ideario, aunque vergonzante. La
demagogia es un engendro de la emoción. Vale la pena, para finalizar, recordar
a Ionesco: "...de Goering a Lenin todos los totalitarismos se hermanan..."
Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2013