Una Cumbre que renovará la solidaridad iberoamericana

La XXII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que se celebra en Cádiz los días 16 y 17 pretende renovar las relaciones iberoamericanas con un espíritu de solidaridad que corresponda a estos tiempos de crisis; una crisis que está siendo capeada con fortuna en América Latina, pese a las dificultades, pero que castiga con mucha dureza a los dos países europeos más grandes de nuestra Comunidad, España y Portugal.

 
Hoy, más que nunca, es necesario fortalecer  las relaciones de cooperación en esta Comunidad de 22 naciones que comparten dos grandes lenguas, tradiciones, valores y una cultura tan rica y tan diversa. Esta cooperación debe buscar nuevas formas, nuevos mecanismos que aumenten nuestra cohesión social y refuercen la voz de nuestros países en el mundo.

 
Debemos, además, estimular el crecimiento económico y el empleo mediante ese creciente tejido que forman las pequeñas y medianas empresas; mediante las inversiones en infraestructura y, en fin, mediante el desarrollo de  nuevas tecnologías que estimulen la innovación. Iberoamérica necesita unirse para contribuir a los grandes debates internacionales y a la toma de decisiones colectivas en cuestiones globales como la protección de la biodiversidad, los desafíos del cambio climático, la gobernanza de las corrientes migratorias, el combate contra el crimen organizado o los problemas energéticos.


Tendremos, en fin, que apoyar los mecanismos de integración regional que existen actualmente en América Latina, así como prepararnos para seguir alimentando la cooperación de la región con la Unión Europea de cara a la reunión que ambas partes celebrarán el próximo mes de enero de 2013 en Santiago de Chile. 


La XXII Cumbre se reunirá en la ciudad de Cádiz, España, que este año conmemora el bicentenario de la Constitución de 1812, esa, aunque efímera, gran gesta liberal que heredó ideas y objetivos de las revoluciones políticas inglesa, americana y francesa y que alentó movimientos políticos iniciados, aun antes de Cádiz, en Bogotá, Quito, Sucre y La Paz. Esta revolución, fruto del encuentro de los ciudadanos de ambos márgenes del Atlántico, abrió horizontes a la democracia política, creó nuevas estructuras políticas inspiradas en ideales de libertad y participación popular. Aspiró a liberar a España del absolutismo político, aunque por poco tiempo, pero sirvió de apoyo a los movimientos independentistas que seguirían a aquella fecha en toda América.

 
Confío en que esta Cumbre será un éxito, entre otras cosas porque lo merece el enorme esfuerzo y la gran eficacia con la que han trabajado las autoridades de España: la Corona, los Pírincipes de Asturias, el Gobierno --en especial el ministerio de Asuntos Exteriores-- y el Ayuntamiento de Cádiz, cuya alcaldesa ha dedicado todoa su energía a hacer posible que esta reunión de alto nivel sea recordada en adelante. No olvidemos, por último, que la Cumbre no es un punto de partida, sino el resultados de todo un año de trabajo en los foros de gobiernos locales, sociedad civil, parlamentarios, empresarios o altos funcionarios de los Estados, que han sentado responder al desafío de renovar nuestra cooperación pensando en un futuro mejor para todos