Astor Piazzolla: lo popular y lo culto en la matriz del tango
miércoles 04 de julio de 2012, 15:36h
A 20 años de su muerte, la figura del bandoneonista y
compositor Astor Piazzolla impone una certeza: ya nadie escribe tango sin
acudir a su referencia y, a la vez, por el enfoque personal de su estética, su
huella es difícil de seguir sin incurrir en la copia o en los límites del
ejercicio de estilo. (Suplemento especial).
Con la ambición de cruzar el lenguaje de lo popular y lo
culto, Piazzolla emergió del mejor linaje de la tradición tanguera -la orquesta
de Aníbal Troilo- e impulsó una transformación que lo desplazó del
reconocimiento inicial al refugio en otros lenguajes para, finalmente, volver
al cánon que hoy ocupa.
Su legado trasciende un género (las bateas universales de
Amazon lo ubican simultáneamente en las categorías del tango, el jazz, la
música clásica y la "world music"), pero la pericia compositiva y la amplitud
de su enfoque prevalecieron por afirmarse en ese lenguaje popular y local que
tan bien conocía a pesar de su crianza neoyorquina.
Formado en la música erudita y entrenado en el discurso
musical del jazz, Piazzolla impregnó al tango de una estética más rica y
compleja, con un estilo singular y poderoso que combinó elementos nuevos con el
pulso natural del género. Fue un derrotero árido y, por momentos, errático.
Astor Pantaleón Piazzolla nació el 11 de marzo de 1921 en
Mar del Plata; vivió 71 años en los que modeló una obra con alrededor de mil
composiciones originales.
A los 8 años, su padre le regaló un bandoneón e inició sus
estudios, que tuvieron una etapa esencial en Nueva York (donde su familia se
radicó entre 1925 y 1936) bajo las enseñanzas del pianista húngaro Bela Wilda,
discípulo de Rachmaminov.
La historiografía del tango se complace en destacar su
temprano encuentro con Carlos Gardel en Manhattan, en 1934.
Fue durante la filmación de la película "El día que me
quieras", donde Piazzolla interpretó a un canillita.
Detrás de escena, el joven Astor le mostró a Gardel su
pericia con el bandoneón. "Vas a ser grande, pibe, pero el tango lo tocás
como un gallego", sentenció el cantor.
La biografía novelada de Diana Piazzolla -hija del
bandoneonista- completa el diálogo. "Al tango todavía no lo
entiendo", confiesa el jóven Astor, y Gardel retruca: "Cuando lo
entiendas, no lo vas a dejar".
De vuelta en la Argentina, Piazzolla inició en 1941 una
etapa de estudio decisiva: teórica con Alberto Ginastera y práctica con la
orquesta de Troilo, donde fue bandoneonista, primero, y arreglador, después.
A menudo Troilo debía moderar sus composiciones para no
espantar a la ortodoxia tanguera y, sobre todo, para aplacar las quejas de sus
propios músicos, que necesitaban horas de estudio para llevar al escenario las
partituras del bandoneonista.
En 1944 abandonó la orquesta de Troilo para formar una
propia, que acompañó al cantor Francisco Fiorentino, pero la experiencia sólo
duró hasta 1949 cuando Piazzolla, decidido a investigar nuevos horizontes
artísticos, abandonó el tango y el bandoneón para estudiar otras sonoridades.
Tenía 28 años.
En París, mientras estudiaba con la prestigiosa pedagoga
Nadia Boulanger (la misma que también le enseñó a Miguel Angel Estrella)
encontró su estilo personal y se reconcilió con el tango.
Volvió a la Argentina en 1955 y formó el Octeto Buenos Aires
(dos bandoneones, dos violines, contrabajo, cello, piano y guitarra eléctrica),
que fue motor de innovaciones compositivas y significó la ruptura definitiva
con el formato tradicional.
La revulsiva experiencia del Octeto continuó apenas hasta
1958, cuando Piazzolla lo disolvió para emprender un viaje a Nueva York donde
trabajó como arreglador. De esa etapa surgió el célebre "Adios
Nonino", escrito a raíz de la muerte de su padre.
De nuevo en Buenos Aires, ya en los `60, Piazzolla conformó
el Quinteto que fue, acaso, la formación que mejor expresó sus ambiciosas ideas
musicales (bandoneón, violín, bajo, piano y guitarra eléctrica).
Inauguró un nuevo ciclo musical en 1968, asociado al tango canción,
en conjunto con el poeta Horacio Ferrer y la cantante Amelita Baltar, que fue
su pareja (en 1966 se había separado de su primera esposa, Dedé Wolff).
En 1972 Piazzolla se radicó en Italia e inició una serie de
grabaciones, entre ellas "Libertango", con las que se ganó el
prestigio del público europeo, con un registro menos tanguero y con mayor
arraigo comercial.
En sus últimos años, acaso los de mayor difusión de su
música, intensificó su exploración en la música sinfónica. Murió el 4 de julio
de 1992 afectado por una trombosis cerebral.
Su obra, inmensa, encontró inspiración en las innovaciones
de Osvaldo Pugliese en piezas como "Negracha" o "La Yumba",
pero sobre todo en aportes extraños al género como los del pianista y
compositor de jazz estadoundiense George Gershwin.
Incorporó al tango sonoridades hasta entonces consideradas
disonantes, cadencias armónicas propias de otros géneros e impuso una célula
rítmica diferente de la tradicional: agrupando las ocho corcheas del compás
clásico de cuatro por cuatro en subgrupos de tres, tres y dos, con acentuación
en las corcheas uno, cuatro y siete.
Fue también un gran polemista. Desde las trincheras de la
palabra enfatizó contradicciones que, en más de un sentido, señalaban una
distancia que su música no trazaba de forma tan categórica.
Al cabo, Aníbal Troilo, un guardián de la tradición fue,
acaso y a pesar de las críticas que ambos se lanzaron en público, también quien
mejor lo comprendió.
Hoy, uno y otro, son parte de un mismo eslabón