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Soberanía

Soberanía

Por Enrique Szewach
jueves 19 de abril de 2012, 23:56h
Como ya ha sido ampliamente discutido, el sector energético argentino presenta hoy el problema de su desastrosa política general y del papel que YPF ha jugado dentro de esa política. Respecto de lo primero, el mantener los precios del petróleo, el gas y los combustibles, por debajo de los precios internacionales y las tarifas de electricidad y gas por debajo de sus costos de producción y distribución, ha implicado, la menor inversión de las empresas, en general, en exploración y producción de petróleo y gas, caídas en producción y reservas, y gastos fiscales crecientes para financiar, por una parte, la diferencia entre el costo de producir y distribuir electricidad y gas y el precio que pagan los consumidores y, además, un gasto creciente en divisas para importar los derivados del petróleo, faltantes, dado el crecimiento de la demanda, bien por encima de la oferta -que está fija, puesto que hace años que no se invierte en nuevas refinerías, y no hacía falta hacerlo, en ese momento, porque se podía exportar petróleo a precio internacional e importar el ocacional faltante en productos, también a precio internacional-. Es decir, la política energética ha desalentado, por no reconocer precios adecuados, la producción y exploración de petróleo y gas y ha creado una bola creciente de necesidades de pesos y dólares para financiar subsidios e importaciones.

 En ese contexto, siendo YPF un actor importante (el 20% de las reservas, aproximadamente), se pensó la "solución" del socio local. En efecto, un socio local, no tiene "costos de oportunidad", de invertir fuera de la Argentina, con mejores precios, algo que sí pueden hacer las compañías internacionales. En otras palabras, lo que razonan las empresas es ¿Si se le puede vender a la Argentina gas a 10 dólares desde Bolivia, para qué producir en la Argentina a 2,50?. Pero eso lo pueden hacer quienes están "allá y acá" los que están sólo acá, no pueden hacerlo. (Por eso, salvo Pan American Energy, todas las empresas del sector redujeron sus inversiones en la Argentina y por eso falta).

Pero algo salió mal en el arreglo. El socio local no tenía dinero y, entonces, el gobierno de Néstor Kirchner autorizó que se pagara la compra con deuda y con el 90% de las utilidades. Pero si se destinan las utilidades a pagar la empresa, aún sin costo de oportunidad, no se pueden destinar esos fondos a explorar y producir. Como ahora, la necesidad de pesos explotó, (los subsidios energéticos pasaron de 2000 millones de pesos en el 2005 a 42000 millones en el 2011), y la necesidad de divisas para importar también, porque cayó la producción de petróleo exportable, para mantener a las refinerías en máxima capacidad, y hay que importar los derivados y el gas que no producen, hay que encontrar una nueva solución. La razonable, hubiera sido ir adecuando los precios a los valores internacionales y bajando los subsidios en pesos -como se empezó modestamente a hacer- y, simultáneamente, exigir, con los nuevos precios, que se cumplieran los compromisos de inversión en las concesiones provinciales, de todos los participantes, no sólo de YPF.

Pero esa solución tiene demasiado "mercado", y es poco populista en cuanto a la suba de precios, y conspira contra los votos necesarios para la reforma constitucional y la elección de medio término del 2013. Lo segundo, fue intentar que los socios actuales de Repsol "rompieran" el acuerdo, no distribuyeran dividendos y los reinvirtieran. La respuesta fue, no distribuir si, reinvertir no. Entonces, a bajarle el precio a la empresa y a expropiarla, parcialmente, violando el estatuto actual y la ley. (Hay que hacer una oferta por el 100% de las acciones) Por otra parte, para reducir los subsidios en pesos, se le ha bajado la remuneración a las generadoras de electricidad y se les ha dejado de girar fondos en tiempo y forma a las distribuidoras.

Resultado, se hace la mínima inversión posible en mantenimiento, o se hace cuando no hay más remedio, y vendrá el conflicto salarial, por no poder aumentarles a los empleados, dado que las empresas están sin rentabilidad y ahora sin caja. En síntesis, la "nueva" política energética es, ahogar financieramente a generadores y distribuidores, para que pongan plata a pérdida y, en el caso del petróleo y gas, eliminar en YPF la molestia de socios con costos de oportunidad.


Ahora sí se pueden reinvertir las utilidades de YPF. Por lo tanto, ese dinero, (unos 6000/7000 millones de pesos), serán usados para producir más gas, a este precio y más petróleo a este precio. Obviamente, como se hizo con todas las otras "expropiaciones" , reduciendo más rápidamente las reservas. Dado que para generar más reservas y explotar los recursos no convencionales hay que invertir mucho más, para lo que habrá que buscar nuevos socios o endeudarse. Pero ambas alternativas, sólo están disponibles con otros precios que, por ahora, como se dijo antes, parece que se postergan. Más gas reduce las importaciones, pero más petróleo sólo puede ser exportado, dado que, como se explicó, las refinerías están al máximo de capacidad y habrá que importar los derivados. Es decir la caja de YPF producirá más gas, menos importaciones, y exportará petróleo para importar derivados. Todo esto en teoría, en la práctica veremos si alcanza porque, además, Aerolíneas quiere combustible barato -ver la nota de Carlos Burgueño en Ámbito de ayer- .


Los gobernadores quieren parte del negocio, no sólo vía regalías, si no parte de las utilidades. Seguramente, habrá más gente para ubicar, en cargos, etc. etc. No está claro, por lo tanto, si la YPF "profesionalizada" generará los recursos necesarios para resolver el problema de dólares que hoy surge del sector. Por supuesto, la diferencia, tanto de pesos como de dólares, la provee el Banco Central, con más impuesto inflacionario y depredando reservas internacionales -que para esto están-.

Tampoco está claro si las eventuales represalias de Europa y Estados Unidos, más allá de los juicios que vendrán y que durarán años porque la Argentina tendrá la pretensión de pagar en pesos y en el país, como hasta ahora, no terminarán reduciendo las exportaciones argentinas por otro lado y cortando los créditos de multilaterales, etc. con lo cuál, en el neto se corre el riesgo de estar mucho peor en materia de dólares y de actividad. Mientras tanto, los surtidores, por fin, nos entregarán nafta azul y blanca, y no ese líquido oscuro que nos llenan los tanques, cuando se consigue.


 Una vez más, la soberanía ha triunfado.
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