Con la presidenta ya instalada en Colombia para participar
en la Cumbre de las Américas, donde este sábado tendrá su esperado encuentro
con su par norteamericano Barack Obama, la jornada del viernes pasó con un llamativo
silencio del gobierno argentino ante las amenazas de España y la Unión Europea
ante la posible nacionalización de YPF.
El apoyo contundente del gobierno español a la petrolera
Repsol, fue clave para que la presidenta replanteara el anuncio que iba a realizar
en la jornada del jueves, y ordenara a sus funcionarios no responder las duras advertencias
españolas en torno al futuro de la compañía.
Las fuentes consultadas por este diario apuntan a tres
puntos centrales para que esto ocurriera. Por un lado, y como comentáramos
anteriormente, el gobierno argentino no esperaba un respaldo tan categórico por parte de España y la Comunidad Europea, en este
aspecto es difícil -como quieren algunos- que el país pueda conseguir un
respaldo unánime del MERCOSUR para enfrentar como bloque a la Unión Europea.
. En segundo término, las diferencias dentro del propio
ejecutivo nacional con los gobernadores, donde se encuentran dentro del
oficialismo posturas más enérgicas -como las del viceministro de economía Axel
Kiciloff- y otras más moderadas -donde aparece el Ministro de Planificación
Julio De Vido- y hay que sumarle la presión de los gobernadores, que no quieren
dejar pasar la oportunidad para sacar beneficios, y, en donde hay que
diferenciar quienes tienen buena relación con la compañía -como el gobernador
de Neuquén Sapag, provincia donde se encuentra el yacimiento de Vaca Muerta- y
otros que van tensando la relación minuto a minuto.
El último tema que frenó el anuncio fue el de la Cumbre de
las Américas, donde la presidenta tiene una reunión con Obama, país en que oh
casualidad Repsol tiene una fuerte participación en la Bolsa de New York, y
hasta se rumorea que el tema no va a estar ausente en la cita "soñada" de
Cristina. Además el objetivo central argentino para esta Cumbre es el de seguir
cosechando apoyos por la soberanía de las Islas Malvinas, tema que hubiese
quedado totalmente de lado si se hubiese producido algún anuncio vinculado con
una expropiación -sin haberse dado el presidente mexicano se refirió a la
importancia de la seguridad jurídica de las empresas extranjeras en la región-.
Ahora la gran intriga es que va a pasar en el futuro
cercano. Y acá también hay dos posturas y caminos a seguir.
En primer término, y el que aparece como el más sensato está
el de volver a negociar con la compañía, y en segundo, que sería el menos
diplomático y el que difícilmente se tome, es el de redoblar la apuesta y
expropiar a la petrolera, argumentando la falta de inversiones de la misma y
declarándola de interés nacional.
Obviamente restablecer la relación con la empresa y con el
gobierno español no va a ser nada sencillo para el gobierno argentino. De un
lado y del otro se tiró demasiado la cuerda,
y sin ninguna duda no se tendría que haber llegado a esta situación.
Para que esto ocurriera, si es como dice el gobierno
argentino que la petrolera descuidó las inversiones, falló una vez más las
formas y la comunicación. Porque, como se sabe, que desde diciembre se le pidió
a la compañía que presente nuevos planes de inversión -para Brufau son
excesivos e imposibles de cumplir- el gobierno lo tendría que haber comunicado
no solo a la opinión pública en general, sino también a organismos
internacionales, para que llegado el día de tomar una determinación -ya sea la
quita de concesiones o bien presentar un proyecto en el Congreso- la decisión
no sea vista con tanta desconfianza por parte del resto.
Por parte de la petrolera también puede decirse lo mismo.
Sabiendo que, como toda compañía -las catalanas en particular- el perfil bajo
es su elección -respetable determinación por cierto- viendo la gravedad de la
situación debería haber sido más categórica en mostrar sus números, para de
esta manera bajar un poco la "euforia" de muchos ciudadanos argentinos que ven
como un "trofeo" recuperar YPF para la Nación.
Lo que sí sorprende es como de un día para el otro cambió la
relación entre el gobierno de Cristina Fernández y la empresa que preside
Antonio Brufau. De ser aliados incondicionales, pasaron a ser enemigos sin
encontrar un motivo contundente -más allá del argumento de la falta de
inversión- para que esto suceda. Y acá habría que remontarse al ingreso del
Grupo Petersen, negociación que había promovido el ex presidente Néstor
Kirchner, en la cual la familia Eskenazi se hacía acreedora del 25% de las
acciones de la empresa sin poner un dólar. Como muchos, la pregunta que realicé
ingenuamente -y que muchos se hicieron
también- a integrantes de distintos
sectores , era porque en vez de darle entrada a un grupo empresario a YPF, no
lo hacía el gobierno, y, lamentablemente la respuesta encontrada fue siempre la
misma: por negocio.
Lo que sí parecería fácil para los dos sectores: mientras
que del lado argentino el latiguillo es el que no invirtieron y "se llevaron
todo", del otro lado aparece el respeto por la seguridad jurídica y el
avasallamiento por lo privado. Y acá como en casi todos los debates, pueda
llegar a tener un poco de razón cada uno de los actores, pero eso lo dejamos
para otro artículo...
Y así estamos, con un gobierno español que no se quedó
quieto en defensa de los intereses de la empresa, un gobierno argentino
analizando los pasos a seguir, pero, lo que es peor aún, es que lo que generó este conflicto despertó rencores
que parecían haber quedado de lado, tanto de ciudadanos españoles como
argentinos. Y acá no ayudó mucho la dureza del mensaje -hasta el canciller
Margallo declarando que se iban a romper las relaciones "fraternales",
generando portadas como la de este sábado de
Página 12 en la que titulan
directamente "Colón vive" que es algo que no solo piensa el diario, como ya se
imaginarán, y desde el otro lado del Atlántico se sumaron a la cruzada no solo
contra el gobierno, con portadas más que agresivas, sino que volvieron con el
lamentable asunto de los sudacas y agravios sin ningún tipo de sentido.
Más allá de la decisión que tomen los gobiernos de turno no
hay que olvidar la rica historia de dos pueblos que se sienten hermanados y que
deberá primar el sentido común para que este lazo que tanto costó construir no
termine rompiéndose por intereses económicos