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Binner tiene razón

Binner tiene razón

Por Ricardo Lafferriere
jueves 02 de febrero de 2012, 13:09h
Contra Pinochet, todos juntos. Hasta Cristina, y el kirchnerismo.
 
Pero no es ese el problema argentino. Afortunadamente, no tenemos enfrente a Pinochet.
Lo que hay enfrente es una deformación autoritaria y populista de la democracia.
 
En consecuencia, lo que debemos unir para confrontarlo -porque hablamos de política- es al pensamiento democrático y republicano, en todos sus matices, para cambiar el rumbo y colocarlo nuevamente en la senda constitucional.
 
Cristina fue elegida en elecciones. No hay dudas, ni hay cuestionamientos. Pero la democracia no es sólo elecciones. Es instituciones funcionando, es libertades plenas, es honestidad en el manejo del Estado, es respeto al ciudadano, es justicia independiente.
Y no es la manipulación de la opinión pública, la utilización del Estado para el proselitismo partidario, la desvalorización del Congreso, la subordinación de la Justicia, la reducción de la libertad de prensa, la indiferencia vergonzosa con la preservación de los recursos, ni el miope jubileo con las reservas y ahorros del país.
 
Un régimen con los recursos públicos concentrados en una camarilla que confunde el patrimonio público con el suyo propio anula el federalismo, vacía la representación popular y transforma a las provincias y municipios en meros organismos formales, sin poder de decisión ni sustancia política. Como lo ha comprobado entre otros el propio Binner siendo gobernador de Santa Fe.
 
Frente a eso -que no es Pinochet- deben unirse quienes deseen un país republicano y democrático pleno, limpio, abierto, polémico, transparente, honesto. "Representativo, republicano y federal".
 
Las declaraciones del líder socialista parecen automarginarlo de esa construcción, y de ser así sería lamentable, por varias causas. Por la historia y el aporte del socialismo a la democracia argentina, desde ya. Pero principalmente, porque garantizan la continuidad del populismo autoritario. La fragmentación del gigantesco torrente democrático republicano, con todos sus matices, impedirá volver a poner el país en la senda de su fortalecimiento institucional, de su democracia con contenidos, y de su modernización económica y política.
 
Las demandas del momento son otras. No más clientelismo, sino ciudadanía. No más populismo, sino participación popular consciente, con real empoderamiento ciudadano. No más un país-estancia, con un patrón o patrona mandando desde el olimpo, sino una democracia vigente y pujante, con todas sus voces debatiendo honestamente.
 
Para eso las diferentes visiones de la Argentina plural deben conjugar sus esfuerzos con inteligencia, soltando los lastres que la atan al país oscurantista. Y en esta tarea, son imprescindibles las izquierdas y las derechas democráticas y republicanas, la que le dan entidad y valor a la democracia. Sin perder sus visiones finalistas ni sus respectivas identidades, pero con la inteligencia de saber construir consensos que respondan, en cada etapa, a las demandas ciudadanas.
 
Si las oposiciones no son capaces de comportarse como compatriotas, seguirá el populismo empujando al país por el tobogán. Pero entonces, a no quejarse. Será también por incapacidad propia.
 
Ricardo Lafferriere
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