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Trabajadores e Indignados, a uno y otro lado del Atlántico

Trabajadores e Indignados, a uno y otro lado del Atlántico

sábado 21 de enero de 2012, 15:36h
Nos dice Wolfgang Streeck, en la última edición de Le Monde Diplomatique  que mientras en el pasado los trabajadores luchaban con los patrones y los ciudadanos con los funcionarios; ahora, las instituciones financieras lo hacen con los estados nacionales...1

Efectivamente, este enfrentamiento define el contexto del conflicto principal en el plano internacional, que condiciona tanto la observación como la resolución de los diferentes niveles del conflicto en cada región, país o ámbito en que nos detengamos para analizar las relaciones de fuerzas políticas.  No obstante, para avanzar en la determinación de la naturaleza del poder que prevalece hoy en el mundo, no debemos olvidar que los pueblos en general y los trabajadores en particular, entablan día a día nuevas formas de lucha con ese poder que los agrede, no siempre comprendiendo  las causas que lo empujaron a enfrentarlo.

Europa y Argentina

Más de quinientos años de historia vinculan ambos continentes, cuyos resultados son aún controvertidos. Para la Argentina, cuando de trabajadores y organizaciones obreras se trata, el aporte de la inmigración de los trabajadores españoles, italianos y de varios países europeos, fue desde los finales del siglo XIX importantísimo para sentar las bases del sindicalismo en nuestro país.

Grandes masas de trabajadores europeos trajeron a nuestras tierras sus experiencias de vida y de lucha. Anarquistas, socialistas y comunistas aportaron para la formación del movimiento obrero argentino y de otros países de nuestro sur americano. Una parte de ellos se sumó y enriqueció el naciente sindicalismo peronista de mediados de los años ´40.

El proyecto liberal implementado en nuestro país en los años ´90, tuvo como finalidad la desestructuración del estado-nacional, tal y como fuera concebido desde mediados del siglo pasado. En tan sentido se atacó especialmente la estructura industrial nacional, las organizaciones gremiales, las escuelas técnicas, etc. Este proceso culminó con la crisis del 2001. A partir de ahí, un gobierno que supo sintonizar las necesidades del momento y un movimiento obrero, que después de haber articulado la resistencia al modelo financiero, garantizaron la recuperación de nuestro país.

Un siglo después, muchos de estos países europeos que han nutrido  el origen de nuestras organizaciones de trabajadores, transitan por una situación similar a nuestros años ´90. El avance de la aristocracia financiera sobre los estados nacionales, supone para la nueva etapa del capitalismo, la implementación para el pueblo europeo de aquellas medidas que supimos conocer en nuestras tierras. La misma filosofía, las mismas escusas, el mismo destino les espera si es que sus pueblos no se organizar para superar la etapa de resistencia.

De aquí la gran paradoja de la historia: Ahora somos nosotros-por qué no-, los que podemos mostrar que es posible darse una nueva dirección para la vida social, y no aquella que exige más hambre para sus habitantes y más concentración de poder para la pretendida clase universal del dinero.

Esta clase social al servicio del dinero ficticio, pasó de usar el poder a través del control del crédito y de la Banca, a generar  toda una ingeniería y una arquitectura financiera al servicio de un capital sin relación alguna con los bienes reales producidos.

Por qué no, para los trabajadores europeos, echar una mirada por nuestra propia historia reciente, no para copiar, sino para relacionar ambos procesos. Sin ir más lejos, los indignados en España, transitan una situación con similares características a la nuestra de los finales de los noventa. Con sus capas medias atacadas en sus derechos adquiridos, sus asambleas y protestas en las calles  y dispuestas a cuestionar el sistema de representatividad y a pensar y pensarse ante la llegada de una nueva época, que requiere soluciones nuevas. 2

A pesar de esta nueva situación, la historia del movimiento obrero argentino -cuyos europeos ayudaron a forjar-, es hoy día una clara demostración, que la organización vence al tiempo, y que los intereses que se expresan en la calle, no pueden permanecer permanentemente en la calle. Por lo tanto, el desafío sigue siendo en dar forma institucional a las nuevas necesidades que la sociedad expresa.

Las organizaciones de trabajadores en España deberán adaptarse a la nueva época, ya que la condición de asalariados no agota el ser trabajador y la percepción de la población en España para con sus sindicatos, es congruente con a crisis general de representación. Hoy, la dirección del gobierno que fue electo por el voto de los ciudadanos, no comulga con las opiniones de los indignados y de los sindicatos,  diferenciándose con la Argentina en que todos estos años, han articulados sus intereses esenciales.

Parece que en España como en otras partes de Europa la opinión del ciudadano no coincide con las expresiones populares de rechazo a las medidas propuestas por los gobiernos. En la Argentina el modelo financiero sufrió una importante derrota cuando las capas medias y los trabajadores organizados coincidieron en sus reclamos de iniciar otro camino, como sucedió a partir de mayo de 2003.

El M-15 español se manifestó en las calles, pero la respuesta electoral, le da aún un espaldarazo al sistema de partidos existentes y la posibilidad que los intereses financieros trasnacionales, se realicen a través de esa misma legalidad. En la Argentina, la lucha callejera y la indignación de las capas medias, llevaron a que la representación busque un nuevo cauce más allá de los partidos políticos tradicionales. En esa etapa nos encontramos para profundizar el modelo de justicia social.


1 Le Monde Diplomatique, en español, Enero de 2012

2 Subirats Joan: Otra Sociedad otra Política, Icaria/ASACO, noviembre de 2011
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