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Brasil, entre el desarrollo y la recesión

Brasil, entre el desarrollo y la recesión

Por Norberto Colominas
viernes 06 de enero de 2012, 16:10h
Producto de la crisis económica del hemisferio norte, la economía de Brasil, que es la locomotora del Mercosur, se crecido en el cuarto trimestre de 2011 apenas el 1 por ciento. En el tercer trimestre había progresado apenas 1.2 por ciento del PBI respecto de igual período del año anterior. ¿Cómo impactará esto en la Argentina?
 
Según un estudio de la CEPAL Brasil tiene actualmente una población de 200 millones de habitantes, cinco veces mayor a la argentina. Su PBI per cápita ronda los 10.600 dólares y sus reservas se acercan a los 300 mil millones. Tiene un desempleo (oficial, a junio de 2011) de 6.7 por ciento de la población económicamente activa, aunque estudios privados lo ubican cerca del 10 por ciento.
 
Su deuda pública, que asciende al 40.4 por ciento del producto, es levemente superior a la argentina. Al tipo de cambio actual un dólar equivale a 1.67 reales, contra 4.32 pesos. En 2011 su avance fue del 3.4 por ciento del PBI contra el 9.2 por ciento que creció la economía nacional. Pero a pesar de los contratiempos, estas cifras ubican a su economía entre la quinta y la sexta del mundo, puesto que disputa con Gran Bretaña.
 
El comercio intra Mercosur se referencia por su relación con Brasil. El intercambio bilateral explica el 33 por ciento de las importaciones argentinas y el 27 por ciento de sus exportaciones. En 2011 nuestro país redujo el déficit comercial a menos de 5 mil millones de dólares, el más bajo de la década.
 
La desaceleración del crecimiento de la economía brasileña afectará a la Argentina, aunque no es tan claro cómo ni cuánto. En principio, el país vecino ve cómo se contraen mes a mes sus exportaciones industriales, producto de una crisis que restringe el poder de compra de los mercados. Otro tanto experimentan China, India y la mayoría de los países emergentes, incluida (en menor medida) la Argentina.
 
Esto significa que aumentará la presión de las factorías paulistas para colocar sus excedentes en el Río de la Plata, pero no menos cierto es que se le opondrán las políticas de sustitución de importaciones y de control de las compras al exterior que vienen aplicando en conjunto el secretario de Comercio Roberto Moreno y la ministra de Industria Débora Giorgi. Las aguas del Mercosur pueden agitarse.
 
Es probable que el sector automotriz apenas se vea afectado, ya que su fuerte crecimiento en ambos países se explica mucho más por la sostenida demanda interna que por las exportaciones, que no obstante son significativas.
 
El rubro más sensible es el de las máquinas-herramienta, que la Argentina ha venido sustituyendo con firmeza, lo mismo que textiles, electrodomésticos y calzado. El avance de la sustitución de importaciones explica la reducción del déficit comercial con Brasil; la relación está a la vista.
 
Las autoridades económicas descuentan que la crisis le pasará facturas a los dos países, pero entienden que oportunas políticas contracíclicas reducirán los riesgos, aunque la situación obligará a extremar los recaudos. Ni Argentina ni Brasil pueden darse el lujo de perder la brújula del Mercosur ni el papel rector que desempeñan en la Unasur.
 
Sólo una caída vertical de la economía brasileña (que no está a la vista) podría complicar seriamente a la Argentina, pero aún en ese caso lo haría tanto por la caída de las ventas de nuestro país hacia ese gran mercado cuanto por menores compras de productos brasileños, extremos que tenderían a compensarse
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