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La crisis del TC se llama Enrique López y Federico Trillo

Hay bastante coincidencia en la prensa escrita en calificar con grandes palabras  la crisis que se originó este lunes en el Tribunal Constitucional, cuando tres de sus magistrados decidieron dimitir para forzar la recomposición del TC. Portazo, es el término que emplea El País, que habla también de crisis al límite y de “a un paso del colapso”. E alto tribunal presiona a PSOIE y PP para que pacten de una vez su renovación. . Aldabonazo es el término que se utiliza en El Mundo. También se interpreta que los tres magistrados dimiten para forzar a PSOE y PP a la renovación del Alto Tribunal, largo tiempo pendiente. El Periódico de Cataluña habla de agonía del TC.  En ABC, donde se habla de portazo en el Constitucional,  se señala que el TC está en situación límite. Tres magistrados estallan por la parálisis de la paralización del Alto Tribunal. De crisis inédita, califica el hecho el diario la Vanguardia, que dice que el TC “entra en barrena” por la dimisión de tres magistrados. En Público se destaca la apreciación de uno de los magistrados dimisionarios, Gay, “un tribunal secuestrado”, y señala que la renuncia de los magistrados busca forzar  su relevo después de llevar más de seis meses con el mandato caducado.. La Razón prefiere contar que el TC estalla por la renuncia de tres jueces. En La Voz de Galicia se habla de órdago sin precedentes del TC  al PSOE y al PP. Crisis histórica, lo llama Expansión. Parálisis política,  dice El Economista..En La Gaceta se habla de presiones políticas y de caos en el tribunal... Lo cierto es que el presidente del tribunal, Pascual Sala, ha parado, de momento, el golpe de la triple dimisión, pero no se sabe cuánto tiempo más podrá contener esa sangría de los magistrados que ya han terminado su mandato pero que se ven forzados a continuar en lo que uno de ellos ha calificado como “tribunal secuestrado”. Secuestrado por los partidos que se ven incapaces de dar una solución al problema de los sucesores o sustitutos, y que siempre tropiezan en “la misma piedra”, llamada Enrique López. Enrique López es el candidato que se obstina en mantener, y sigue manteniendo, contra viento y marea, el responsable del PP en materias jurídicas, Federico Trillo. Como Trillo, López es y ejerce de político conservador y del Opus. Y para que no haya sorpresas, el propio Trillo ya señalaba, en la noche del lunes, que la solución está “en manos de los otros”, o sea, del PSOE. “Es el momento de la renovación pendiente. No podemos dejar que la renovación se vuelva a retrasar. Creo que los magistrados han querido decirnos eso”, explicaba Trillo. Pero su conclusión es, probablemente, del todo distinta a la que mantendrán sus oponentes socialistas: Trillo insiste en que no puede mantenerse el veto a López, y los socialistas insisten, a su vez, en que Enrique López no reúne mínimamente los requisitos que se le exigen para formar parte del TC, y que, además, es, y se ha mostrado, particularmente partidista y nada neutral en anteriores cargos de responsabilidad institucional, como la portavocía del Consejo del poder Judicial, o en sus participaciones en tertulias y artículos periodísticos, donde ejerce el conservadurismo “a tope” y sin límites. Por todo ello, el PSOE viene manteniendo su veto al personaje, y por las mismas razones, mantiene su candidatura el exministro del Yakolev y de la toma del islote de Perejil, Federico Trillo. Trillo, recordemos, tras aquella azarosa gestión en el Gobierno de Aznar, permaneció los primeros años del liderazgo de Rajoy en un discreto segundo plano, pero en los últimos años ha venido ampliando poderes en las cuestiones jurídicas del PP, como son el Caso Gurtel, la defensa de Francesc Camps, y esta defensa a ultranza de López, aunque signifique el parón y el desprestigio de la institución encargada de la interpretación de la Carta Magna. De manera que no parece que resulte sencillo superar la actuación situación del Tribunal, salvo que el propio Rajoy adoptara la decisión de intervenir y de apartar o enmendar al propio Trillo y prescindir, de una vez, del candidato López. Pero puede suceder eso, o todo lo contrario: que el PP siga instalado en su candidatura y se niegue a superar ese obstáculo que viene forzando a que el TC sólo disponga de once magistrados, tras la muerte de Roberto García Calvo. Lo cierto es que la renovación del órgano lleva bloqueada desde hace ya más de tres años, y que parece digna de todo elogio la actitud que han mantenido ahora los magistrados dimisionarios de querer salir, incluso forzándola,  de un callejón al que no se ve salida alguna por los particularismos y personalismos mencionados. ¿Hasta cuándo tendremos paralizado el TC? De momento, hasta que Trillo quiera, ni más ni menos, y contra todo argumento, puesto que su candidato López no reúne los requisitos que se exigen a quien aspira a ser miembro del TC. En ésas estamos, y la amenaza de dimisión de tres de sus miembros, o de todo el grupo, parece que se manifestarán insuficientes para resolver una crisis de gran envergadura y trascendencia... - Lea también: El caos en el Tribunal Constitucional remata a ZP
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