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Nuestro experto en países árabes analiza el posible futuro de Argelia

Nuestro experto en países árabes analiza el posible futuro de Argelia

Un libro reciente, La Classe-ÉtatAlgérienne 1962-2000. Une histoire du pouvoiralgérien entre sous-développement, rente pétrolière et terrorisme, del universitario argelino RachidOuaissa, sostiene la tesis de que el petróleo, lejos de servir para el desarrollo económico y democrático de Argelia, se ha convertido en un importante factor de inestabilidad de los segmentos más importantes del poder argelino. Aunque publicado antes de las revueltas que se extienden por el mundo árabe a partir de enero de este año, el libro constituye una excelente explicación indirecta de por qué la marea reformista puede encontrar una posible violenta oposición en Argelia. Ouaissa asocia las etapas de estabilidad interior con los periodos de precios elevados del petróleo y del gas –casi el 98 por ciento de la economía argelina- y por lo tanto de renta abundante, y aquellos en que los precios bajan y disminuye la renta, durante los cuales se origina una  durísima recomposición de los grupos y clientelas alrededor del poder y del poder mismo. Explica asimismo, sin ser ese su propósito, por qué algunos órganos coercitivos del estado y ciertos intereses políticos y empresariales, que componen los diferentes segmentos del poder en Argelia, pueden llegar a oponer una violencia extrema si se vieran en tela de juicio, como tendrán que estarlo si los argelinos desean un giro auténtico hacia la democracia. El libro recuerda que los argelinos se anticiparon en 33 años a esta primavera árabe cuando en 1988 el Presidente argelino ChadliBenyedid introdujo las primeras leyes que acababan con el régimen monopartidista vigente desde la independencia de 1962 y formó un gobierno reformista que iba a romper decididamente con una economía ideologizada como la de la etapa de Huari Bumedien. La ley de partidos y la ley electoral promulgadas por Benyedid,abrieron una puerta lateral a la democracia, pero esos intentos y su declarada intención de investigar los circuitos de corrupción en el aparato de poder, llevaron a la interrupción del proceso electoral en 1992. La importante facción del aparato militar que tomó aquella decisión constituye desde entonces, con las modificaciones que han introducido los pases a la reserva, las dimisiones y los fallecimientos, el núcleo duro del poder en Argelia. Entre aquellos generales el libro señala a  Mohamed Lamari, jefe del Estado Mayor en 1988,  Mohamed Mediene (Servicios Secretos), SmainLamari (ya fallecido)(Contraespionaje militar), CherifFodhil (Fuerzas Especiales), y LarbiBelkheir, Mohamed Tuati, Abbas Gheziel, AbdelMalekGuenaizia, y el entonces ministro de Defensa KhaledNezzar (que dimitió más tarde por motivos de salud), autor de un libro en el que intenta explicar las razones de aquella interrupción titulado Algerie.Echec à une régressionprogrammée. Ese grupo de generales será el que forzará la dimisión del Presidente Benyediden 1991, tanto por considerarle responsable de haber permitido a los islamistas concurrir a las elecciones, como porque Benyedid también pensaba investigar los circuitos de corrupción en el entorno del poder supremo del estado. Son los mismos militares que algunos medios y personas, entre ellas el hijo de Mohamed Boudiaf,  sacado por los militares de un exilio de 27 años en Marruecos para suceder a Benyedid, y luego asesinado el 29 de junio de 1992 en Annaba por Buamaraafi, uno de los guardas encargados de su custodia. Boudiaf, escribe Ouassia, se había convertido en un peligro para los militares porque se había propuesto investigar y denunciar los circuitos de corrupción en la cúpula del aparato del Estado. De hecho llegó a enviar a un equipo de cinco hombres de su confianza a Francia a solicitar al entonces jefe del gobierno francés, Pierre Beregovoy, la información de que disponían sus servicios sobre corrupción en Argelia. Aunque Beregovoy declinó la petición, los cinco hombres de Budiaffueron asesinados a su regreso a Argel, unos días antes que Budiafmismo. Los libros y testimonios sobre la década negra a partir de 1992son numerosos y conocidos y han demostrado las enormes tragedias que se abatieron sobre los argelinos en ese periodo. Ouaissa recuerda los hallazgos de un colectivo de periodistas argelinos, que aseguraba que entre 1993 y 1995 morían unas 500 personas a la semana tanto por actos terroristas como por represión antiterrorista de los órganos militares. El general Maiza contabilizaba en ese periodo a 12 grupos terroristas importantes. La verdadera hecatombe vendrá no obstante en los años siguientes cuando se constituyan las Unidades Especiales Antiterroristas y las Tropas Especiales Antiguerrilla. Varias fuentes, entre ellas el Presidente de la Liga de los Derechos Humanos, AbdennurAliYahia, confirmaron asimismo la creación por el poder de batallones de la muerte, entre ellos la Organización de Jóvenes Argelinos Libres (OJAL) y la Organización Secreta para la Salvaguarda de la República Argelina (OSSRA). Junto a éstos, una cierta privatización de la violencia, señala Ouaissa, tuvo lugar conla creación de los Guardas Comunales, los Grupos de Autodefensa, y los Grupos de Patriotas, refundidos a partir de 1997 en los Grupos de Legítima Defensa, que colocaron a unas 500.000 personas en armas. La presidenta del Partido del Trabajo, LouisaHannoun, afirmaba a su vez que para entonces había unos 300 grupos terroristas funcionando en el país, lo cual explicaría los horrores que los argelinos vivieron sobre todo en los años 1997 y 1998 y la estimación total de 200.000 muertos. Como en todos los países árabes, el poder en Argelia ha comenzado a reflexionar sobre las reformas que deberá introducir para calmar los ánimos y sobre todo para mantenerse, pero mientras los jóvenes sin trabajo y sin esperanzas presionan, dos grandes temores persisten en la sociedad argelina que un político tan avezado como HocineAit Ahmed, presidente del Frente de Fuerzas Socialistas y otros como él, sintetizan en la consigna de “ni estado policial ni estado integrista”. Otros artículos de este autor: Libia, Siria, Yemen y Bahrein: Las difíciles transiciones árabes Mundo árabe: la transición es posible Intervención en Libia: La Unión europea puede derrotarse a sí misma Libia: tres batallas que la coalición debe ganar: militar, civil, y opinión pública Transiciones árabes: Marruecos cuenta con el apoyo de Occidente (1/2) Libia-Consejo de Seguridad: Por fin un espacio de exclusión aérea Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas en el Magreb II Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas árabes I El rey de Marruecos anuncia reformas constitucionales El enorme excedente financiero árabe, un posible instrumento de desarrollo Mundo árabe: transiciones inevitables, pero no garantizadas * Domingo del Pino es especialista en el mundo árabe, ex delegado de la Agencia EFE en Marruecos, ex corresponsal de El País para el Norte de Africa, fue miembro de la Euro Med and the Media Task Force de la Comisión Europea y, actualmente, es miembro del consejo editorial de la revista bilingüe Afkar/ideas; colaborador de Política Exterior y Economía Exterior; de la Revista Española de Defensa; y director del Aula de Cooperación Internacional de la Fundación Andaluza de Prensa.
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