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Una 'indiscreción' de Jáuregui (Ramón)

Una 'indiscreción' de Jáuregui (Ramón)

Dicen algunos que el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, ha cometido una ‘indiscreción’, al sugerir en un estudio de radio, a micrófono cerrado, que el anuncio de Zapatero acerca de si se va a o se queda será “a finales de mes”, entendiendo como tal la fecha del 26 de marzo, día en el que el PSOE celebrará un comité federal. Personalmente, me alegra de sinceridad de mi homónimo, por quien tengo desde hace años una gran consideración. Y ya va siendo hora de que alguien cometa ‘indiscreciones’ -yo las preferiría a micrófono abierto- que aclaren el panorama en este debate subterráneo, poco valeroso, lleno de alfilerazos ocultos, que centra la para mí casi segura retirada de Zapatero de las lides futuras -que no se presentará a la reelección, vamos, aunque continúe en el timón hasta dentro de un año-. Y, claro, que despejen su sucesión en el partido y en la candidatura a la presidencia del Gobierno.

Echo de menos que de forma abierta, honesta, con respeto para los electores-ciudadanos, el PSOE trate con normalidad el espinoso -pero ¿por qué?- tema de la sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero. Parece normal que el presidente esté cansado, algo desmoralizado tras haber tenido que desmontar toda la artillería de su programa electoral en aras de las exigencias europeas. Parece normal que un político que ha tenido que bregar tanto y tan duramente durante casi siete años ya contemple con serenidad el fin de su mandato a los ocho años, que debería ser limitación legal y obligatoria. Parecería obligado que voces dentro de su propio partido reclamen responsabilidades por los errores, por las cosas mal hechas, durante este tiempo de mandato de Zapatero, a quien sería injusto cargar con todos los males, pero no menos falso cubrir con todos los elogios pòr su trayectoria, algo errática cuando menos.

Pero no: resulta que los del ‘aparato’ del PSOE, los principales responsables de partido y Gobierno, disimulan ante los palos de ciego –el último, las medidas de ahorro energético--, las improvisaciones, las ‘genialidades’ entre comillas, y solamente se fijan en los logros –que los hay--, en lo que hacen igual o semejante los países de nuestro entorno. Debate eternamente cainita el de este país nuestro, donde unos y otros ven la paja en ojo ajeno y jamás la viga en el propio. Y, así, nadie se atreve a criticar al ‘jefe’, nadie se atreve a sugerir la conveniencia de un relevo ordenado, que salve al menos los muebles, sea en las manos de Alfredo Pérez Rubalcaba, en las de Carme Chacón o en las de cualquier otro que tenga los arrestos y los avales necesarios para presentarse en unas elecciones primarias.

Sí, Zapatero no puede pensar en seguir en La Moncloa más allá de marzo de 2012, como máximo. Tiene que dar el paso, ya que nadie se atreve a pedirle en voz alta que lo haga, y anunciar sus planes y los plazos en los que piensa poner fin a su mandato. Quizá lo haga el 26 de marzo, acaso el 3 de abril -día en el que el PSOE inaugurará a lo grande la campaña electoral real, con el tradicional mitin-chupinazo en Vista Alegre-, pero no mucho más tarde: la sombra de este postergado adiós de Zapatero está pesando sobre la vida política, y sobre la económica, de manera que ya es muy peligrosa.

Así que no me hablen de ‘indiscreción’ de Ramón Jáuregui. Más bien, yo creo que ha prestado un buen servicio a su causa. A la causa de todos, pensemos como pensemos. Y, por cierto, también a la causa de Zapatero, que ya empieza a estar más abocado a la Historia que al presente.

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