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¿Se escondía Zapatero?

¿Se escondía Zapatero?

Al final, fue el vicepresidente Rubalcaba quien se llevó la gloria de haber puesto firmes a los controladores. Pero un estado de alarma, nada menos, ha de ser anunciado con la solemnidad que este paso merece por nadie menos que el propio presidente. Y no haber salido el sábado ante las cámaras de la televisión es, me parece, un grave error de Zapatero, porque, si ha habido un momento en el que la casi totalidad de la ciudadanía haya estado con el vapuleado Gobierno en estos últimos dos años, ha sido cuando ha mostrado pulso firme y mano dura con la incalificable actitud presuntamente sediciosa del privilegiado colectivo. ¿Por qué se evitó Zapatero este momento de gloria, fugaz si se quiere, pero gloria al fin, cuando tan necesitado anda de ella?

Ahora andan buscando razones políticas, ocultas y secretas, para explicar algunos incomprensibles pasos recientes del presidente: que si dejó de ir a la ‘cumbre’ iberoamericana porque sospechaba lo que iba a ocurrir con los controladores,  que si se buscó el momento de aprobar un decreto regulador de la actividad de estos profesionales para tener un gesto definitivo de firmeza con ellos…Una ya larga experiencia me dice que lo casual prima la mayor parte de las veces sobre lo causal. Y sospecho que la improvisación gana casi siempre a la planificación. Por ello, yo buscaría en motivos emocionales la explicación a la ‘desaparición’ de Zapatero ante las luces y las candilejas para mantenerse en la oscuridad.

Quiero decir que aumentan mis sospechas de que el presidente, que de todas formas tendrá que comparecer el jueves, tras el largo ‘puente’, para explicar al Parlamento lo ocurrido en estas horas nefastas de huelga salvaje de los controladores, ha tirado ya moralmente la toalla, ha decidido que no se presentará a la reelección y tratará, como pueda, de prolongar su agonía hasta marzo de 2012, sin adelantar las elecciones. Otra cosa será, claro, que lo logre.

Siento tener que decirlo, porque el personaje tiene, sin duda, y por mucho que algunos se empeñen en negárselos, sus valores, pero Zapatero empieza a parecer, cada día más, un boxeador noqueado. Y no digo un cadáver político porque aún albergo la confianza de que el hombre con bolsas bajo los ojos y la cada vez más difícil sonrisa sea capaz de alguna reacción importante que devuelva a los ciudadanos una mínima confianza en la política. Veremos; este lunes, el presidente será el blanco de todas las miradas y sin duda de muchas preguntas, cuando comparezca –de esto sí que no se puede ausentar—en el guateque parlamentario que festeja otro aniversario de la Constitución. Inmejorable ocasión para, al amor de los corrillos inevitables con los periodistas, dejar caer algunos mensajes. Si, pero ¿qué mensajes? Eso es lo malo: muchos empiezan a pensar que no hay mensajes. Quizá por ello, la reaparición del presidente es hoy más necesaria que nunca.

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