Los detenidos por confusión

Ashif Iqbal fue uno de los británicos detenidos en Afganistán confundidos con terroristas talibanes y trasladados a Guantánamo. En Perú, un alcalde avaló la detención irregular de cuatro ciclistas en Larcomar confundidos con delincuentes. Una familia uruguaya denunció en Barcelona a los Mossos por arrestarlos al ser confundidos con unos atracadores. El tres veces candidato presidencial mexicano, Cuauhtémoc Cárdenas, y su comitiva fueron detenidos entre los límites de Jalisco y Michoacán al ser confundidos con un grupo de delincuentes. En Menorca, un hombre estuvo detenido 22 horas al ser confundido con un mafioso italiano. Cuatro miembros de una familia mexicana fueron confundidos con sicarios, detenidos por error y liberados doce horas después con un "usted disculpe"... Ahora, cinco bomberos catalanes fueron confundidos por la policía francesa con miembros de ETA. Su caso no constituye, pues, ninguna novedad, pero la verdad es que siempre impone conocer situaciones así. Pero sobre todo da escalofríos pensar en todos los casos que habrá en el mundo donde la confusión se instala en el tiempo.

La peripecia de los cinco bomberos catalanes que estaban de vacaciones en Francia y fueron señalados por la policía como presuntos etarras constituye no solo un caso improcedente, sino que reabre también el debate sobre el uso de imágenes de los ciudadanos, cuando todos tenemos aún fresco el caso de Gaspar Llamazares, víctima de otra lamentable situación al ser objeto de un "corta y pega" de partes de su imagen en el retrato robot del líder de Al Qaeda. Claro que, de no usarse las imágenes de los bomberos, su liberación se complicaría aún más, ya que desde la Generalitat quizá no hubieran podido dar la voz de alerta tan pronto.

El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha asumido como propio el fallo francés, en un fino gesto político que prueba su veteranía en estos menesteres. En juego está nada menos que la cooperación francesa en la lucha contra ETA. Ahora bien, aún sin magnificar el error policial francés, en plena investigación de la muerte del agente francés Jean-Serge Nérin, en un tiroteo en Villiers-en-Bière con un grupo de etarras, tampoco se trata de minimizarlo, sino de extraer conclusiones. También en la prensa.