Por
Antonio Miguel Carmona
jueves 14 de noviembre de 2013, 00:02h
Paul Hamilos, el corresponsal en Madrid del diario británico
The Guardian, lleva días siguiendo el rastro de una pata de jamón que cada
jornada aparece en un lugar distinto. Así redacta una crónica sobre el hedor de
la porquería en una ciudad que no merece el gobierno municipal que tiene.
Los madrileños recibieron con sorpresa la aparición de una
tasa de basura que antes estaba incorporada al IBI y cuyo nacimiento es
ciertamente de dudosa legalidad. No sólo eso, apareció la tasa y,
paradíjicamente, subió el IBI hasta límites insospechados.
Pagamos por lo tanto porque nos recojan las basuras y tener
limpias nuestras aceras, desahogar nuestros residuos, mantener la salubridad en
nuestras calles y barrios sin que nos rebose la porquería como hasta ahora.
Las empresas encargadas de la recogida de basura
incumplieron el contrato con el ayuntamiento desde el minuto cero. Desde que,
créanme, se comprometieron a contratar a un número de trabajadores y
simplemente no lo hicieron.
El Ayuntamiento de Madrid, entonces, miró para otro lado.
Ahora , esas mismas empresas, le presentan un ERE fraudulento a los
trabajadores con el fin de reducir sus salarios, expulsar a cientos de familias
a la calle y aumentar su tasa de ganancia.
Ana Botella vuelve a mirar para otro lado y evita multar con
trescientos mil euros diarios a unas empresas que no respetan el acuerdo con el
consistorio, cada uno de los artículos de los pliegos de condiciones al que
están obligadas.
No hace falta que el Frankfuter Allgemeine nos llame la
ciudad de las basuras. No hace falta que nos diga que esta región, sumergida en
la reacción por Botella y González, es una región decadente.
Ya nos llena de tristeza, ya, que tengamos que soportar un
gobierno municipal con tanta caspa como incapacidad. Nos reafirma en la
voluntad inequívoca de querer cambiar las cosas.
No tanto como oposición, sino como madrileños. Más allá de
las siglas, al margen de cada una de nuestras opiniones, todas respetables, no
es presentable una situación en la que Ana Botella no existe.
Mientras tanto, Paul Hamilos, el corresponsal en Madrid del
diario británico The Guardian,se divierte narrando el cambio de sitio diario
que disfruta una pata de jamón en un Madrid que pide a gritos un cambio.
@AntonioMiguelC