D'Artagnan Gómez y sus tres mosqueteros
martes 12 de noviembre de 2013, 19:33h
Si Alejandro Dumas hubiera asistido a la Conferencia Política del PSOE
podría haber transmutado a sus personajes ficticios de la Francia de
Luis XIII en los comienzos del siglo XVII por los muy reales de la
España del siglo XXI. El juego de conspiraciones, traiciones, intereses
personales camuflados de bienestar político, incluso amoríos y lealtades
llevados al límite le habrían permitido al mulato novelista francés
convertir al ambicioso y osado Secretario general de los socialistas
madrileños en una suerte de D'Artagnan llegado a la Corte madrileña
desde la " Gascuña" obrera de Parla para probar fortuna junto a los tres
mosqueteros cruzados en su camino: Porthos Quintana, Athos Barranco y
Aramis Cascallana, tres ex alcaldes que le protegen y le secundan en su
lucha abierta contra el cardenal Rubalcaba, Milady Valenciano y
Rochefort López, los tres" malvados" que con la excusa de defender al
estado atacan sin parar a la " reina" Chacón por sus supuestos delitos
de "traición" junto a su particular Duque de Buckingham, Miguel Barroso.
Nuestro hispano mosquetero tendría en la combativa Manu Menéndez a su
particular Constanza, siempre dispuesta a cualquier sacrificio con tal
de ayudar en sus empeños a su " caballero andante"; y las ansiadas
joyas de la Reina Ana - que era española y por un tiempo reinó no sólo
en Francia sino también en Navarra y hasta en Cataluña - serían en este
2013 que vivimos las elecciones primarias internas que se niegan a
convocar con premura Richelieu Rubalcaba y su guardia pretoriana.
Si hacemos caso a la historia del convulso reinado de Luis XIII y bien
haría Tomás Gómez en hacerlo más allá de la realidad novelada por Dumas
doscientos años mas tarde, los adversarios de Richelieu perdieron la
batalla y al cardenal del Rey le sustituyó a su muerte Mazarino, el
cardenal de la Reina y supuesto y nunca probado amante. Los mosqueteros
envejecieron como soldados de fortuna, la Reina se retiró a Val-de-Grace
y murió como la última representante de la grandeza de los Habsburgo
españoles, y su hijo, conocido como el Rey Sol, lograría que Francia se
convirtiera en la primera potencia europea sustituyendo en ese puesto a
la declinante España.
Apresado entre la realidad que le oprime y la ficción que quiere
protagonizar, Gómez se mueve en soledad junto a los suyos, que
encuentran en la discrepancia pública y en el ataque a la actual cúpula
de su partido la única forma de ser reconocidos por los medios de
comunicación, y a través de ellos obtener el reconocimiento social
necesario para abordar con garantías de éxito unas elecciones
autonómicas en territorio enemigo. Sus posibilidades de convertirse en
sucesor del " cardenal laico" en que se ha convertido Pérez Rubalcaba
son mínimas, por no decir que nulas. Por delante de esa legítima
ambición siempre van a estar dos vascos, una catalana, una andaluza y
hasta un castellano-manchego. Sus intentos de articular una oposición al
programa oficial de la Conferencia, con contactos bilaterales en el
propio recinto congresual o en hoteles próximos al mismo se saldó con un
completo, inapelable y expresivo fracaso.
Puede sumarse, como ya lo hizo, a la mas que probable candidatura de
Carma Chacón, a la del agazapado Eduardo Madina e incluso a la
previsible y calculadora Susana Díaz, pero lo que es seguro es que
deberá ganar primero su candidatura a encabezar las listas del PSOE en
la Comunidad de Madrid y ganar y gobernar desplazando al Partido Popular
y al líder que coloque Mariano Rajoy, y que cada día que pasa parece
más probable que no sea Ignacio González. Papeletas difíciles, y que son
las mismas que tiene que lograr Emiliano García Page en Castilla la
Mancha desde su alcaldía toledana, no así Madina, ni Patxi López, ni la "
viajera" Chacón. Nuestro particular mosquetero consiguió ser el alcalde
más votado de España y asaltó el poder territorial de su partido tras
la debacle de los socialistas con Rafael Simancas por la traición de los
conjurados agrupados en los " renovadores de la base". De aquellos
fastos a estos lodos.
Las luchas por el "trono" no han variado mucho, ni en el fondo, ni en la
forma. Siglos atrás las protagonizaban los miembros de una misma
familia: padres, hermanos, tíos, sobrinos...investidos de la " razón de
la sangre". Hoy esas mismas luchas se realizan bajo el amparo de la
política y de los partidos como expresión de la voluntad de los
ciudadanos a través de las urnas. Está en juego el poder. Los caminos
para conseguirlo unen a los representantes del " pueblo" con los de la
religión, la riqueza y hasta con los que se mueven en las alcantarillas.
En España, desde que Carlos II muriera sin descendencia y sus sobrinos
se disputarán el trono, uno apoyado por Francia y otro por lo que hoy
sería Alemania, hemos sabido y padecido mucho de eso.
El novelista Dumas se inspiró en hechos reales ocurridos en la Francia
de mediados del siglo XVII y los adornó con su imaginación, que hasta es
posible que fuera más cierta que la propia realidad. Así, los viejos
mosqueteros y sus hijos terminaron ayudando a un Rey inglés a defender
su corona frente a los independentistas escoceses y liberando de las
mazmorras y la soledad al hermano gemelo del suyo propio. Más
conspiraciones, más traiciones, más ambiciones, hasta que el poder
terminó dentro de una "Máscara de hierro".