En el Ayuntamiento de León ya se han producido dos bajas, una en el
grupo de concejales de la oposición y otra en el equipo de gobierno.
¿Qué ha pasado para que de los codazos por instalarse en las listas
electorales se haya pasado en apenas un tres meses a las deserciones?
¿No hemos escuchado a los candidatos en la campaña electoral que estaban
dispuestos al sacrificio personal por el bien de los ciudadanos? ¿Qué
ha motivado su frustración tan temprana?
Javier Chamorro, concejal y líder de la UPL, lo tiene muy claro: No hay dinero.
El Ayuntamiento ha reducido las dedicaciones exclusivas o a tiempo
completo y también ha anunciado restricciones en gastos listos, que no
tontos, que permitían una vida muelle a los políticos. Porque ya se sabe
(bueno, el pueblo sabe menos aunque sospeche algo) que los sueldos
reales del político sirven para la demagogia únicamente, porque
realmente no son los salarios oficiales de los representantes públicos
lo que esquilma los presupuestos, sino esas bicocas incontadas que
estiran de facto la nómina final. En León se ha sabido ahora, por
ejemplo, que el gasto en teléfonos móviles superó los 26.000 euros en
los primeros seis meses del año y que algún concejal se gastó él solito
más de 3.000 euros. Medio millón de pesetas suponemos que dan para
muchos minutos.
Javier Chamorro asegura que detrás de las dimisiones está el recorte presupuestario.
Y lo debe de saber bien, ya que una de las concejalas dimisionarias ha sido precisamente de su grupo,
Genma Cabezas, que se ha ido a trabajar a Madrid como técnico de Renfe.
Chamorro, naturalmente, no miraba para casa sino que se refería a la última dimisión, la protagonizada por
María Jesús de la Puente,
en las filas del PP. Asegura el líder leonesista que el alcalde cayó en
la demagogia al adelantar que no habría dedicaciones exclusivas y que
ahora está sufriendo las consecuencias.
Uno no sabe si
Emilio Gutiérrez está sufriendo o no, pero de lo
que no cabe duda es que los ciudadanos nos sentimos mucho más tranquilos
cuando vemos que algunos políticos no han encontrado lo que buscaban.
A uno le cabe la sospecha de que nadie se va de la política por un exceso de amor al prójimo.
Fernando Aller. Periodista.
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