lunes 16 de febrero de 2015, 12:43h
Más allá de las relaciones propias de oficio periodístico,
de las fuentes calificadas, las "filtraciones" y los famosos
"off the record", la cobertura de los hechos policiales y sobre todo
judiciales que se han producido en torno al caso Nisman puso de manifiesto una
transformación significativa. Porque una cosa es la relación profesional entre
un periodista y su fuente, y otra es la relación promiscua entre una parte de
Poder Judicial y un grupo mediático concentrado.
Hasta no hace mucho tiempo, los cronistas especializados en
temas judiciales eran profesionales de trayectoria que trajinaban los pasillos
del Palacio de Tribunales o el edificio ubicado en Comodoro Py 2002 del barrio
de Retiro.
En esos lugares, los periodistas acreditados establecían una
relación de respeto mutuo con los magistrados, quienes de modo igualitario y
sin hacer distinciones respecto de la línea editorial del medio para el que
trabajaran aquellos, eran las fuentes que proveían información sobre las
actuaciones de las causas en las que se desempeñaban.
Este perfil profesional es el que tienen los periodistas de
la Agencia Télam acreditados en los Tribunales de esta Capital Federal y, para
ser justos, el que todavía practican la mayoría de los cronistas que trabajan
en las salas de prensa de esos edificios.
Pero como sucedió con otras cosas en lo últimos años, algo
se desvirtuó en la relación que tenía el periodismo con jueces y fiscales de la
Nación, y ahora, por fuera de la relación "oficial", asistimos a una promiscuidad
informativa en la que se ven envueltos magistrados y comunicadores que
confunden sus roles, poniendo en evidencia un vínculo que dista mucho de ser el
que recomiendan los códigos de ética periodística o judicial.
Una búsqueda rápida en Google de la frase entrecomillada
"según pudo saber Clarín" arroja casi 6.000 resultados. Casi siempre
se trata de notas en las que el diario anticipa decisiones que va a tomar el
Poder Judicial, hecho que en sí mismo no debería ser tema de una columna de
opinión, de no ser por la similitud que tienen los artículos escritos por
aquellos periodistas que "acceden" a los expedientes con los textos
de los dictámenes.
Si bien todavía cuenta con acreditados en Tribunales, Clarín
tiene al menos una decena de redactores y editores con acceso privilegiado a
determinadas fuentes judiciales, más por afinidad ideológica que por mérito
periodístico de acceso a la información.
De ahí que el diario se jacte permanentemente de anticipar
las resoluciones que toman jueces y fiscales, como sucedió por ejemplo en su
edición del sábado con la nota que explicaba el impulso que dio el fiscal
Gerardo Pollicita a la denuncia de su colega Alberto Nisman contra la
Presidenta de la Nación y el canciller Héctor Timerman.
A esta altura la confusión es tal, que termina siendo muy
difícil determinar qué cosa se escribió primero, si la denuncia o el artículo
de Clarín.