jueves 18 de diciembre de 2014, 14:42h
El 28 de mayo pasado publiqué, en este mismo medio, una nota
que, aunque referida principalmente a Vaca Muerta, comentaba los profundos
cambios que se estaban produciendo en el mercado global del petróleo y el gas.
(Ver Ámbito 28 de mayo: "Petróleo y política: La revolución productiva en el
caso Vaca Muerta").
El tema, ahora, ya no es la revolución productiva en las
tecnologías no convencionales de extracción de petróleo y gas, si no la
relación entre la violenta caída de los precios del petróleo de estos meses y
sus efectos sobre la evolución de la economía global.
Como siempre que se producen cambios fuertes en los precios
relativos de productos claves, el mapa cambia de colores, tanto en la
geopolítica, como en la macroeconomía, como en lo sectorial. Y las reflexiones
obvias y simplistas, ayudan sólo en una primera mirada, pero las conclusiones
lineales pueden resultar peligrosas.
En efecto, la reflexión más obvia es que los exportadores
netos de petróleo pierden y los importadores netos ganan. Pero más alá de esta
perogrullada, la cuestión se complica, cuando se avanza en el análisis.
Por el lado de los exportadores netos, es cierto que verán
reducidos tanto su disponibilidad de dólares para comprar importaciones, como
sus recursos presupuestarios para gasto público interno. (En la mayoría de los
países exportadores la participación de los Estados en el negocio, sea a través
de empresas públicas, como a través del sistema de regalías, impuestos, etc, es
muy alta), pero no es menos cierto que no es lo mismo exportadores con
importantes "Fondos soberanos de riqueza" (FSR)
que podrían jugar un papel anticíclico, al menos en el corto plazo, que
países endeudados o cuyos presupuestos se han construido en torno a un petróleo
de 100 dólares el barril.
En ese sentido, resulta interesante ver algunos datos. De
los 11 FSR más importantes del mundo, 8 están conformados con ingresos
relacionados con el petróleo. En total, suman el equivalente a unas 10 veces el
PBI argentino.
Arabia Saudita, por ejemplo, tiene un fondo equivalente a
todo su PBI de un año (que es algo más del doble que el nuestro, con un 30%
menos de habitantes).
Son más grandes aún los fondos soberanos de los Emiratos
Árabes (más de mil millones de millones de dólares), o de Noruega (900 mil
millones). Estos países, si bien tendrán problemas, pueden "bancarse" precios
bajos del petróleo por un tiempo. No es lo mismo, que los casos de Nigeria o
Venezuela con "fonditos" de apenas 0,1% del de Emiratos.
Del lado de los importadores netos, es cierto que estarán
mejor, tanto desde su balanza comercial, como desde sus recursos presupuestarios
(teniendo en cuenta, que el transporte público, y en otros casos la energía,
están siendo subsidiados a los sectores más pobres y a las clases medias). Pero
el efecto final dependerá de cuánto de la baja de los precios se trasladen a
los consumidores y cuánto quede en las cuentas públicas por reducción,
precisamente, de los subsidios y qué uso se le asigne a esos mayores recursos
públicos. Y cuál es, además, la correlación entre el precio de la energía que
importan, y los precios de los bienes que exportan. (Si son commodities, por
ejemplo).
Y, por supuesto, hay que tener en cuenta el valor relativo
de sus monedas, para saber cuánto ahorran en el neto, dado que, en simultáneo, se están produciendo
cambios de importancia en los sesgos de
la política monetaria en la FED,
el Banco de Inglaterra, y el Banco de China, por un lado, y el Banco de Japón y
(¿finalmente?), el Banco Central Europeo, por el otro, que afecta la cotización
de las divisas de todos los países.
Complementariamente,
y yendo ya a cuestiones sectoriales, si
parte de los FSR se "gastan" para mantener el nivel de vida de la
población, tendrán que "desahacer" las posiciones inversoras más líquidas, lo que puede influir en los precios
de bonos y acciones de los mercados de capitales más desarrollados (en dónde
están invertidos la mayor parte de estos FSR).
Y los flujos de inversiones hacia otros países, puesto que
muchas inversiones en "economía real" de los FSR se han usado como mecanismos
de "política exterior".
Asimismo, en Estados Unidos, la baja del precio de los
combustibles es, efectivamente, un subsidio al consumo, pero, básicamente, al
consumo de sus sectores bajos y medios, en dónde el precio del combustible sea
para transporte o calefacción, incide de manera proporcionalmente mayor que en
los sectores más ricos.
Por lo tanto, no todas las empresas se verán favorecidas por
esta mejora en los ingresos de la población. De la misma manera que, la baja de
los precios del petróleo y el gas, afectan diferencialmente a los protagonistas
de la revolución productiva en los métodos no convencionales de extracción de
petróleo y gas.
Para las grandes empresas petroleras con fuertes espaldas
financieras, la baja es sólo un problema. Para las pequeñas compañías
petroleras, para sus proveedores y sus banqueros, puede ser un drama. Lo mismo
para toda la industria vinculada a la exploración y producción. Los que
"ayudan" a bajar costos estarán mejor, pero la inversión, en general, se hace
más lenta. Y lo mismo para las ciudades y Estados en dónde se concentra la
mayor inversión en no convencional.
También se puede dar una ola de concentración en los proveedores con
compras de los grandes a los chicos, y con adquisición de participaciones de
mercado y de tecnologías a precios más baratos.
Y todo esto sin que sepamos, a ciencia cierta, el valor
alrededor del cual se va a consolidar el precio del petróleo en los próximos
meses.
¿Y por casa?.
Desde el lado de la inversión, la Argentina es un destino
para posicionarse en el largo plazo. Algunos proyectos se pueden hacer más
lentos, y los montos involucrados menores, pero el problema argentino, no está
en los precios globales, si no en el marco regulatorio y de estabilidad de
reglas local. Como decía en aquélla nota de mayo, si no "alineamos" las
políticas públicas para consolidar rápidamente la revolución productiva en el
agro o en el petróleo agregando valor en torno a nuestras verdaderas ventajas
competitivas, y seguimos creyendo que "política industrial" es el mamarracho de
estos años, seguiremos en problemas, aún con el precio del petróleo a 200
dólares.
Por el lado del corto plazo, alguna ventaja en los costos de
importación, que no se trasladarán directamente a los consumidores, pero que
podrá aliviar en algo la necesidad de dólares y de pesos a pedirle al Banco
Central.
En síntesis, todavía es prematuro, pero lo que está
sucediendo en el mercado de la energía, es algo mucho más complejo, en todas
sus dimensiones, (incluyendo los problemas ambientales) que los análisis
simplistas que se escuchan estos días.