La reforma judicial y los trabajadores
miércoles 17 de abril de 2013, 11:10h
Para los trabajadores, la propuesta de reforma del Poder
Judicial es una buena noticia ya que tiende efectivamente a democratizarlo,
ampliando y transparentando el acceso de más trabajadores a una institución
que, históricamente, supo justificar y apoyar los avances sobre los derechos
laborales durante los gobiernos de facto.
El Poder Judicial en la Argentina -como poder del Estado- ha sido siempre
el reaseguro del establishment económico y del poder político, cuando éste es
la continuación de aquél.
Para esa garantía, la democracia era -es-, meramente, un
detalle.
En 1930 la
Corte Suprema de Justicia creó, con una acordada, lo que se
denominó "La Doctrina
de Facto".
La
Acordada del 10 de septiembre de 1930 establece la doctrina
de los gobiernos de facto sobre las siguientes bases:
1. Que los gobiernos de facto se encuentran en posesión de
las fuerzas militares y policiales y que las mismas son "necesarias para
asegurar la paz y el orden de la nación"
2. Que un gobierno de facto debe tener "la posibilidad
de realizar válidamente los actos necesarios para el cumplimiento de los fines
perseguidos por él"
3. Que un golpe militar debe ser considerado como
"vicio o deficiencia" en el nombramiento del gobierno que no puede
afectar la protección del público y los individuos
4.El fundamento de fondo para reconocer a los "gobiernos
de facto" es el que establecen las "razones de policía y
necesidad"
5. Que los habitantes no pueden discutir el título de un
gobierno impuesto por la fuerza, por razones de "orden y seguridad
social"
6. Que el Poder Judicial puede dejar sin efecto ciertos
actos de un gobierno de facto, una vez finalizado éste, en caso de graves
ilegalidades constitucionales
Esta fue la piedra fundamental que institucionalizó y le dio
basamentos jurídicos a los golpes de estado en la Argentina.
¿Cuándo se ha recurrido a este "mecanismo" jurídico,
represivo y antidemocrático?
Cuando en cierta medida los sectores populares empezaban a
generar derechos propios, que "rasguñaban" algunos de los intereses del poder
económico.
Por eso los golpes de estado se dieron en contra del
radicalismo yrigoyenista, en contra de peronismo, en contra del radicalismo de
Ilia, en contra del gobierno peronista de 1973.
Todos gobiernos que, con sus pro y sus contras -a sabiendas
de todas las contradicciones del gobierno peronista de 1973- 1976- tenían
tendencias de cierto raigambre nacional con connotaciones de avance popular.
Esos avances populares se fueron dando con la expansión del
movimiento obrero, que en 1930 era incipiente pero que se manifiesta con gran
potencia el 17 de octubre de 1945 para extenderse hasta nuestros días.
Los golpes de estado siempre representaron la contradicción
entre el poder económico y los sectores populares.
Los golpes de estado en la Argentina representaron
la instauración de políticas liberales, por ende, representaron el más cruel de
los despojos hacia la clase trabajadora en términos económicos, de derechos, de
su dignidad y, en muchos casos, de la vida misma.
Y esto fue "legalizado" por un Poder Judicial que se ha
perpetuado en el tiempo, producto de quienes son los que llegan a sus
estamentos más altos.
Ese Poder Judicial "independiente" que, al jugar en favor de
ese status quo económico, justificaba "jurídicamente" la exacción de derechos
de los trabajadores, la intervención a los sindicatos, la restricción o, en
algunos interregnos, la eliminación del derecho de huelga, las rebajas
salariales, la justificación a ultranza de las tercerizaciones, la eliminación
de los convenios colectivos de trabajo y la supresión de las comisiones
gremiales internas.
Un Poder Judicial que, si bien en cierta medida se ha aggiornado,
no tendría problemas en volver a la
Doctrina de Facto si fuese "necesario".
Una de las reformas más importantes que propone el gobierno
es la forma de ingreso y promoción interna dentro del Poder Judicial. Ello
ataca el corazón de lo que se ha dado en llamar la "corporación judicial",
porque la idea es desinstitucionalizar, "la herencia" en los puestos vacantes.
Esta fue una de las reivindicaciones históricas de los
trabajadores para democratizar ese poder que maniata los avances populares. Por
eso llama la atención que el pronunciamiento de la UEJN tenga reacciones tan
virulentas ante la reforma judicial.
Los trabajadores, organizados o no, han sufrido bastante los
embates de un Poder Judicial que, estructuralmente, responde al poder
económico.
Hay fallos históricos, como "Rodriguez c/ Embotelladora" de
1993 que dieron fundamento jurídico a las tercerizaciones indiscriminadas, para
dar un ejemplo en democracia. Los argumentos de estos fallos siempre fueron más
económicos que jurídicos.
Los trabajadores, por lo tanto, no tienen motivos reales
para ponerse en contra de una reforma que, desde la conformación estructural de
ese Poder Judicial tiende, efectivamente, a democratizarlo, pues tiene como una
de sus metas el ingreso no calificado por la herencia de la "familia judicial".
Ahí la esencia del germen democratizador.