red.diariocritico.com

McCain necesita una sorpresa o brusco cambio para superar a su rival

Obama acentúa su condición de favorito

Obama acentúa su condición de favorito

Obama acentúa su condición de favoritoEl reloj corre ya a gran velocidad en contra de John McCain. Transcurrido el tercer debate de esta campaña -el segundo entre los candidatos a la presidencia- con poco que destacar más que la solidez de Barak Obama ante los tímidos ataques de su rival, el aspirante republicano a la Casa Blanca está ya necesitado de una sorpresa o un brusco cambio en las preocupaciones del electorado para destronar al senador demócrata de su condición de favorito.

El debate celebrado en la noche del martes en la Universidad de Belmont, en Nashville (Tennessee), fue durante mucho rato aburrido y, en líneas generales, intrascendente, lo que habla mal de ambos candidatos en un momento en que los ciudadanos están ansiosos de soluciones para la gigantesca crisis financiera. Ninguno ofreció nada distinto a los tópicos tradicionales sobre los impuestos y la fe en un futuro mejor. Obama, probablemente, porque no quiere correr riesgos. McCain, porque está pensando más en dejar de hablar de economía que en sacar partido de una materia en la que su rival tiene una clara ventaja ante la opinión de los electores.

Pero no es un asunto fácil dejar de hablar de economía en una situación como la que vive este país y el mundo entero. Este último debate, en el que las preguntas las formuló el público presente y a través de Internet, lo demostró. La primera ya fue referida a la crisis actual. McCain la atribuyó a la falta de una contundente actuación bipartidista en el momento adecuado. Obama descargó la responsabilidad en la política equivocada de la Administración de George Bush. "Esa política", dijo Obama, "que ha permitido esta gran desregulación con la promesa de que la prosperidad de los ricos goteará hacia los de abajo, ha conseguido lo contrario, que la crisis de los de abajo ascienda hasta los de arriba".

"La situación actual clama por una acción bipartidista. Yo tengo un claro expediente de bipartidismo, mientras que el senador Obama no se ha opuesto a los líderes de su partido ni en una sola ocasión", dijo McCain.

El senador republicano hizo la única propuesta concreta -aunque de remota viabilidad- de la noche: que el Estado se haga cargo de todas las hipotecas basura y renegocie el precio de las viviendas afectadas. Un portavoz añadió posteriormente que eso costaría unos 300.000 millones de dólares (220.000 millones de euros). McCain aprovechó esa oferta para marcar distancias con el actual Gobierno de su partido. "Ésta es mi propuesta, no la del senador Obama ni la del presidente Bush", afirmó.

Las principales diferencias entre ambos candidatos se establecieron en el campo de los impuestos, aunque sin grandes sorpresas: McCain, alertando del enorme error que significa el deseo de Obama de aumentar tasas en un momento de crisis económica; y Obama, negando esa subida y atribuyendo a su rival el propósito de reducir la presión fiscal sobre los más ricos. "Necesitamos un plan de rescate de la clase media, lo que significa menos impuestos para ellos y ayudas con sus hipotecas", pidió el senador de Illinois.

El debate estuvo precedido de una intensa campaña de propaganda republicana focalizada en presentar a Obama como un extraño al pueblo americano, como un radical oculto tras una fachada simpática que, en realidad, pretende conducir a este país hacia el abismo izquierdista. Ésos eran los argumentos con los que, durante dos días, la campaña republicana había tratado de contrarrestar el consistente ascenso de Obama en las encuestas. Pero McCain no tuvo oportunidad -ni, probablemente, consideró adecuado- de traer esos argumentos al debate de Nashville. Ni siquiera cuando el público preguntó acerca de sus preocupaciones sobre la seguridad nacional.

McCain insistió en que su rival había demostrado su juicio erróneo al criticar la estrategia en la guerra de Irak y su inocencia al anticipar que piensa actuar militarmente contra las células de Al Qaeda en Pakistán. "En su breve carrera, Obama ha demostrado que no comprende los desafíos a nuestra seguridad nacional, y no tenemos tiempo de que aprenda", dijo el candidato republicano.

Obama contestó que esa acusación resulta paradójica en boca de un hombre que "ha bromeado con bombardear Irán y que alentó a Bush a invadir Irak". "Es verdad que no entiendo algunas cosas de política exterior", admitió, irónicamente, el candidato demócrata, "no entiendo por qué invadimos un país que no tiene nada que ver con el 11-S".

Tampoco esa discusión, sin embargo, pasó de ser un cruce esperado de críticas ya sabidas que no reportó a McCain mayor beneficio electoral. Las encuestas de las cadenas CNN y CBS lo confirmaban: Obama ganó en ambas por una veintena de puntos.

Esto deja la carrera electoral, en el mejor de los casos, en el mismo punto en el que estaba antes de que empezase este segundo debate entre ambos; es decir, con ventaja de Obama en el cómputo de encuestas nacionales y en los Estados que decidirán la suerte de estas elecciones, algunos de ellos tradicionales enclaves republicanos donde casi nunca ha ganado un candidato demócrata: Florida, Ohio, Virginia, Colorado, Nevada, Carolina del Norte, Indiana, Wisconsin o Misuri.

Quedan aún 26 días y un debate presidencial -el próximo miércoles, en Nueva York- para revertir esa situación. Pero, ciertamente, a McCain se le agota la munición. El efecto revitalizador de Sarah Palin desapareció hace tiempo o ha quedado limitado a las bases conservadoras, con consecuencias contraproducentes entre el electorado moderado. Los asuntos relativos a la seguridad y la política internacional, aquellos en los que la experiencia militar de McCain más cuenta, ocupan un lejano segundo lugar entre las preocupaciones de los ciudadanos. Y los mercados financieros siguen recordando cada día a la gente la necesidad de un cambio.


¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios