V. Gijón
No se pude defender lo uno y lo contrario. Si el presidente del PP, Ignacio Diego, entiende que el discurso del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, en el día de Cabezón de la Sal debe ser institucional
No se pude defender lo uno y lo contrario. Si el presidente del PP, Ignacio Diego, entiende que el discurso del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, en el día de Cabezón de la Sal debe ser institucional, no se puede pedir al mismo tiempo que se convierta en un memorial de agravios y/o carta a los reyes magos dirigida al Gobierno de la nación. Últimamente Diego tiene por costumbre hacer la critica de los actos a los que acude. No está mal como ejercicio periodístico sustitutivo, ya que no es frecuente en la prensa local cántabra hacer la crónica social de los actos oficiales, algo habitual en los medios de comunicación del resto de España. Puede que sea por pereza o por estar ocupado en inventarse noticias donde no las hay. Escojan ustedes mismos la respuesta. Pero volviendo a la actitud del presidente popular, Diego no parece muy coherente criticar el tono mitinero de la intervención de Revilla y plantear a modo de discurso alternativo una intervención mitad descalificadora, mitad reivindicativa. Lo segundo estaría más en la línea de la historia del Día de Cantabria, reivindicativo donde los haya en los primeros años de la transición. Pero Diego no estaba allí, cuando se reclamaba la autonomía para Cantabria. En todo caso si el PP gana las elecciones autonómicas y vuelve a gobernar tendrá la posibilidad de demostrar que su presidente no va de farol. Pero si repasamos la historia de anteriores Días de Cantabria, cuando el PP gobernaba en la región y en España, no hay recuerdo de planteamientos reivindicativos. Claro que a lo mejor los dirigentes del PP de entonces pensaban que el gobierno de España se portaba de cine con Cantabria, por mucho que a tenor de las frías cifras en un año de gobierno socialista se haya invertido en nuestra comunidad autónoma lo mismo que en los cuatro últimos años del Ejecutivo de Aznar. Diego repitió ayer la cantinela de acusaciones al presidente del Gobierno en particular y a su gabinete en general sobre la incapacidad para reivindicar en Madrid. La semana pasada vino a decir lo mismo con el añadido de conminar al jefe del Gobienro a exigir una reunión con Zapatero. Y uno echa a faltar, entre critica y más critica, alguna propuesta concreta para colaborar en la tarea de afrontar la crisis. Y, es cierto, el PP anunció que presentarían medidas, pero de momento se limitan a criticar las que los demás ponen en marcha. Por ejemplo, la de congelar los sueldos de los cargos públicos, que califican de “brindis al sol” si se hace en Cantabria, pero que es superguay si lo plantean ellos. Ya saben: Todo depende del color del cristal...
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