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Madrid Joven Integra cumple un año

 Más de 200 jóvenes infractores han pasado por Madrid Joven Integra, un recurso que les ofrece mucho más que la búsqueda de un empleo. El centro celebra su primer cumpleaños trabajando a pleno rendimiento.
No es lo mismo buscar trabajo que integrarse en la sociedad a través del empleo. Lo primero se salda con la firma de un contrato; lo segundo abarca la personalidad, el aprendizaje, la actitud ante las dificultades, las habilidades para gestionar la propia vida. Un contrato tiene fecha de caducidad, aunque no esté definida, pero lo demás es para siempre.

Esta es la filosofía de Madrid Joven Integra, un recurso de la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI) gestionado por Fundación Diagrama y cofinanciado por el Fondo Social Europeo. Un centro donde los menores infractores que deseen encontrar trabajo, y como parte de su proceso de reeducación, acuden para buscar ofertas y aprender a comportarse en entrevistas, pero también para conocer oficios alternativos, adquirir habilidades como padres o navegar un rato por Internet.

"Al que no le estimulamos con la Play Station, lo hacemos con el taller de oficios alternativos, o con la cibersala, o con salidas a museos, o visitas a empresas", enumera Simón Martín, director del centro. Un sinfín de actividades que no se quedan en ocio, sino que tienen como objetivo motivar a los menores para que se conviertan en adultos autónomos.

La mayoría de los usuarios de Madrid Joven Integra han fracasado en los estudios. De los 209 jóvenes atendidos por el centro, desde su puesta en marcha hace ahora un año, solo cinco habían alcanzado la educación secundaria; la mayoría, 137, poseen estudios de educación primaria, y el resto oscila desde el analfabetismo hasta la carencia total de estudios. "A estos chavales no les puedes meter en un aula a darles una clase sobre búsqueda de empleo, porque se asustan, se aburren y al día siguiente no vuelven", dice Martín. Por eso, las salas son espacios 'amables' y relajados, donde son los propios usuarios los que toman la iniciativa.

La intervención es personalizada. "Los menores sujetos a medidas judiciales están acostumbrados a que les digan constantemente lo que tienen que hacer. Por eso, cuando llegan aquí, les rompemos los esquemas al obligarlos a tomar las riendas de su futuro. Nosotros les orientamos y les planteamos todas las opciones posibles, pero ellos son quienes toman la iniciativa", explica Martín. Así se motivan y, al margen de que encuentren o conserven el empleo, adquieren las habilidades suficientes para decidir sobre su destino. Además, siempre pueden volver, incluso después de cumplir la medida, hasta que cumplan 25 años, o hasta que el proceso de reinserción se complete.

Aquí llegan los casos "más difíciles" del programa Príamo-é, que gestiona la inserción laboral de los menores de la ARRMI, a un ritmo aproximado de 20 altas mensuales. "Es que somos los que tenemos más recursos para abordarlos", apunta Martín.

Para asegurar la inserción laboral de los usuarios una vez que ya estén preparados para ello, el programa cuenta con la colaboración de 200 empresas que ofrecen oportunidades laborales y contratos de formación sin coste alguno para ellas. "Eso no quiere decir que al menor le resulte fácil encontrar ese empleo", advierte Martín, "porque lo que se consigue sin dificultad se valora menos".

De nuevo, la reeducación, el abordaje integral de la reinserción y la búsqueda de nuevos caminos. "Si un joven entra por la puerta y vemos que es fuerte, podemos buscarle un trabajo como mozo de almacén; si no, a una escuela de jardinería. Así es como funcionan los programas de inserción laboral. Pero nosotros, además, estamos enseñándoles que como 'clown', actor o 'DJ', un joven sin estudios también puede ganarse la vida", concluye el director.
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