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Interpretación fisiopatologica de la muerte de Jesucristo

Interpretación fisiopatologica de la muerte de Jesucristo

El efecto principal de la crucifixión, aparte del tremendo dolor que presentaba en sus brazos y piernas, era la marcada interferencia con la respiración normal, particularmente en la exhalación. El peso del cuerpo jalado hacia abajo, con los brazos y hombros extendidos, tendían a fijar los músculos intercostales a un estado de inhalación y por consiguiente afectando la exhalación pasiva. De esta manera la exhalación era primeramente diafragmática y la respiración muy leve. Esta forma de respiración no era suficiente y pronto produciría retención de CO2 (hipercapnia).  

Para poder respirar y ganar aire Jesús tenía que apoyarse en sus pies, tratar de flexionar sus brazos y después dejarse desplomar para que la exhalación se produjera. Pero al dejarse desplomar le producía igualmente una serie de dolores en todo su cuerpo.      

El desarrollo de calambres musculares o contracturas tetánicas debido a la fatiga y la hipercapnia afectaron aún más la respiración. Una exhalación adecuada requería que se incorporara el cuerpo empujándolo hacia arriba con los pies y flexionando los codos, aductando los hombros. Esta maniobra colocaría el peso total del cuerpo en los tarsales y causaría tremendo dolor. Más aún, la flexión de los codos causaría rotación en las muñecas en torno a los clavos de hierro y provocaría enorme dolor a través de los nervios laceradas. El levantar el cuerpo rasparía dolorosamente la espalda contra la estipe. Como resultado de eso cada esfuerzo de respiración se volvería agonizante y fatigoso, eventualmente llevaría a la asfixia y finalmente a su fallecimiento.                                        

Era costumbre de los romanos que los cuerpos de los crucificados permaneciesen largas horas pendientes de la cruz; a veces hasta que entraban en putrefacción o las fieras y las aves de rapiña los devoraban.  

Por lo tanto, antes que Jesús muriese, los príncipes de los sacerdotes y sus colegas del Sanedrín pidieron a Pilato que, según la costumbre Romana, mandase rematar a los ajusticiados, haciendo que se le quebrasen las piernas a golpes. Esta bárbara operación se llamaba en latín crurifragium (Jn 20, 27).  

Las piernas de los ladrones fueron quebradas, más al llegar a Jesús y observar que ya estaba muerto, renunciaron a golpearle; pero uno de los soldados para mayor seguridad quiso darle lo que se llamaba el “golpe de gracia” y le traspasó el pecho con una lanza.  

En esta sangre y en esa agua que salieron del costado, los médicos han concluido que el pericardio, (saco membranoso que envuelve el corazón), debió ser alcanzado por la lanza, o que se pudo ocasionar perforación del ventrículo derecho o tal vez había un hemopericardio postraumático, o representaba fluido de pleura y pericardio, de donde habría procedido la efusión de sangre.  

Con este análisis que si bien es conjetura, nos acercamos más a la causa real de su muerte. Interpretaciones que se encuentran dentro de un rigor científico en cuanto a su parte teórica; mas no demostrables con análisis ni estudios complementarios.  

Los cambios sufridos en la humanidad de Jesucristo se han visto a la luz de la medicina, con el fin de encontrar realmente el carácter humano en un hombre que es llamado El Hijo de Dios, y que voluntariamente aceptó este suplicio, convencido del efecto redentor y salvador para los que crean en ÉL y en su evangelio.

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